MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Impuestos: AMLO, más conservador que los conservadores

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La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) entregó ya a la Cámara de Diputados el Paquete Económico para el Ejercicio Fiscal 2020. La generalidad de los analistas sobre el tema, concuerda en que a grandes rasgos es una propuesta mesurada, "ortodoxa", y sin sorpresas. Quizá lo que más críticas ha levantado, es la elevada proyección del Gobierno Federal en ciertos temas centrales, como el aumento de la producción petrolera –PEMEX pasaría de un millón 727 mil a un millón 951 mil barriles diarios- y el crecimiento estimado del 2% del PIB –cuando la administración ha tenido un 2019 económicamente estancado-. Fuera de eso, el presupuesto fue bien recibido por la comentocracia y, más importante, por el sector empresarial. Como lo dijo el propio Arturo Herrera, titular de la SHCP, se trata de un Paquete Económico "conservador". Andrés Manuel no se quiere enemistar con los grandes empresarios que operan en el país.

A pesar de las flores que ha recibido el presupuesto federal, hay un aspecto nodal que merece ser considerado con detenimiento: los impuestos. Hasta ahora, Obrador había tomado dos decisiones centrales para llevar a cabo su proyecto de gobierno: por un lado "combatir la corrupción", y por el otro redirigir los recursos de las secretarías que él considera menos importantes, a las que considera fundamentales. Así fue como le inyectó recursos a sus programas estelares. Sin embargo, la estrategia ha resultado errónea: el Gobierno simplemente no tiene los recursos suficientes para cubrir tan ambiciosos planes. Ahora, el Gobierno Federal busca engordar las arcas del erario para no fallar en sus promesas, y aunque en campaña Morena dijo que no habría nuevos impuestos ni se elevarían los ya existentes, con el Paquete Económico 2020, las cosas cambiaron.

AMLO ha decidido elevar los impuestos a las cervezas, cigarros, bebidas saborizantes y energizantes; y comenzará a cobrarle IVA a las plataformas digitales como Uber, Netflix, etc. Es necesario recordar que, en todos los casos, se trata de un impuesto al consumo, y por lo tanto, serán los compradores quienes terminen pagando más impuestos al Gobierno. Pregunta: ¿son las clases adineradas las que consumen más cervezas, cigarros y refrescos? Seremos los pobres quienes aportaremos, como siempre, más dinero a las arcas del Gobierno. A los ricos, Andrés Manuel no se atreve a tocarlos ni con el pétalo de una rosa. La necesidad de una reforma fiscal que obligue a los grandes empresarios a pagar más impuestos de los poquísimos que ahora pagan, es un señalamiento que se le ha hecho reiteradamente al Presidente; él finge no escuchar nada. Teme despertar al tigre del empresariado nacional e internacional, que hasta ahora lo ha dejado hacer.

En este sentido, conviene rememorar la experiencia del sexenio anterior. Cuando arrancó su gobierno, Enrique Peña Nieto era el delfín de la clase política. La campaña mediática que lo llevó al poder, no solo sepultó a movimientos inconformes como YoSoy132, sino que también lo proyectó en el panorama internacional como un rostro joven con mucho potencial para cambiar el país. Vino entonces el Pacto por México y con él el paquete de reformas. Pero el idilio que vivían los grandes empresarios y el Presidente, llegó a su fin muy rápido, en 2013, cuando el Gobierno turnó a la Cámara de Diputados la reforma hacendaria, para que se hicieran las modificaciones necesarias y se promulgara. A partir de ese momento terminó la luna de miel entre los medios y el Presidente, y comenzaron los escándalos -como la Casa Blanca, Ayotzinapa y la Estafa Maestra- que terminarían con la imagen de Peña Nieto en el suelo.

¿Qué fue lo que hizo enojar a los grandes empresarios? Básicamente, que la reforma hacendaria de Peña Nieto –en realidad de Videgaray- planteaba la eliminación del régimen de consolidación fiscal. En pocas palabras, este régimen fiscal permitía que diversas empresas pudieran pagar impuestos como si fueran una sola, lo que se traducía en una baja aportación tributaria por parte de los grandes empresarios. Rápidamente, el bando empresarial salió en su defensa. "México pierde competitividad y va a quedar en una desventaja terrible en la región porque muchas empresas extranjeras van a escoger otros países para invertir. La medida desincentivará las inversiones de las empresas", afirmó la presidenta de la Cámara de Comercio Internacional en México. Por su lado, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial criticó que la reforma se recargara en el sector privado: "Calculamos que del 1.4% del PIB adicional que se pretende recaudar, seremos nosotros los que aportaremos la inmensa mayoría", dijo. A pesar de las amenazas de los hombres del dinero, y a pesar de las penosas protestas que realizaron en el ángel de la Independencia para evitar a aprobación de la reforma, al final se promulgó. Con esto, Peña Nieto se ganó como enemigos a los grandes millonarios durante el resto del sexenio.

Si bien la administración de Peña Nieto es indefendible en lo general, la reforma hacendaria que promulgó contrasta con la timidez de López Obrador en el área. Resulta paradójico que el gobierno de la mafia del poder haya optado por que los ricos pagaran más impuestos, mientras que la Cuarta Transformación prefiera seguir recargando la recaudación tributaria en los pobres. Por lo pronto, está claro que en 2020 el Gobierno de Morena no le cobrará más impuestos a los multimillonarios. Veremos si más adelante el Presidente toma cartas en el asunto, aunque parece poco probable, pues últimamente se le ha visto muy sonriente con empresarios de la talla de Slim, y está muy preocupado –aunque su soberbia le impida aceptarlo públicamente- por el nulo crecimiento económico nacional. Al final de las cuentas, en el terreno hacendario AMLO salió más conservador que los conservadores.

Nosotros, los antorchistas, hace ya varios años que venimos planteando que México necesita urgentemente una política fiscal progresiva. Esta es una de las cuatro medidas fundamentales que debe tener un Gobierno para que reduzca sustancialmente la desigualdad y la pobreza en el país. Claro, se necesita el respaldo de una amplia fuerza popular, organizada y combativa, que apoye al Gobierno Federal cuando este deba resistir los poderosos ataques de los hombres del dinero. Si Morena no es lo que los pobres de México necesitan, ya vendrá una opción política genuina, que se encargue de realizar las tareas necesarias. Antorcha levanta la mano.

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