MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La 4T y su engañosa defensa de la salud pública

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He dicho en otras opiniones que la lucha de clases se hace presente en todos los fenómenos sociales, que la pobreza tiene varias caras, que hay cosas que no son evidentes pero existen y que, para verlas, necesitamos un sentido más crítico y profundo.

Hace una semana, viví de cerca la crueldad y las consecuencias del sistema que nos domina: la lucha de clases, donde el vencedor siempre es el más poderoso. La madre de dos compañeros muy estimados enfermó de gravedad y fue internada en el hospital, pero no pudieron salvarla.

Fueron tres días de angustia, desde su llegada hasta su deceso. La trajeron de otro municipio a Manzanillo en ambulancia, porque se le complicaba respirar. Al llegar al hospital, los médicos que la recibieron dijeron que estaba muy grave y que se debía intubar, pues su saturación era demasiado baja. Los familiares, no expertos en el tema, aceptaron todo lo que el médico señaló.

Hasta ese momento el diagnóstico era insuficiencia respiratoria severa y neumonía atípica, por lo que los pulmones estaban dañados y tenía una infección fuerte, de modo que había que hacerle estudios de laboratorio para determinar qué tipo de bacteria tenía. Pero, qué desgracia, era viernes, y en fin de semana no hay laboratorio. Ahí se empezó a complicar la situación.

El médico en turno decía que los resultados tardarían 72 horas, pero que ya se le iban a hacer. Nos sentimos impotentes y preocupados, pues la salud de nuestra compañera era grave y esperar esa cantidad de horas la ponía en riesgo.

Fuimos, pues, a buscar al director del hospital, para que nos orientara y nos diera opción para ayudar a nuestra paciente. La sorpresa fue que el director en turno era sólo de fin de semana y no podía tomar decisiones, de manera tal que el diagnóstico formal que solicitamos nos lo podrían entregar hasta el lunes próximo en horario de oficina, y nada se podía hacer.

La impotencia crecía. La salud de nuestra compañera fue empeorando, pero seguían sin encontrar las causas. No quedaba más que esperar. Al día siguiente el médico en turno nos explicó que tenía una infección generalizada y que sus pulmones estaban muy dañados, y tal vez sin querer, nos dijo que no había reactivos para mandar a hacer los cultivos necesarios, es decir, no le había hecho ningún estudio todavía.

Sin embargo, la madrugada del domingo decidieron mandarla a piso a terapia intensiva, y ahí creció nuestra angustia, pues mientras en urgencias había cinco médicos y todo un equipo al cuidado de los pacientes, en este otro sólo había un médico para 24 pacientes, y casualmente era el mismo que nos atendió como “director” del hospital.

Qué impotencia tan grande escuchar los ruidos de un ventilador que hace respirar a tu ser querido de manera artificial, y ver que no progresa, pues ni siquiera estaban claros de la bacteria que navegaba por su cuerpo causándole mal.

La familia empezaba a agotarse, pues sólo entre el esposo y sus dos hijos se turnaban para su cuidado. Dormir poco, comer mal, y vivir el estrés por la falta de respuesta durante tres días ya empezaba a desesperarlos. Cuando menos fueron cuatro médicos en turno que la atendieron, y a todos les solicitamos un diagnóstico certero y ninguno pudo dárnoslo. Fue así como el domingo a las 11:30 a. m. la madre de nuestros compañeros murió.  

Ya imaginarán ustedes la escena en donde sus dos hijos y su fiel esposo la despedían con el corazón desgarrado por su partida, y con el enojo de no haberla salvado. Tenía 42 años, cuatro hijos, dos menores de edad, ninguna enfermedad crónica como diabetes, cáncer, hipertensión, incluso no tenía covid, pues la prueba que supuestamente le hicieron salió negativa.

¿Entonces de qué murió nuestra compañera?, ¿quién nos puede decir? Tal vez nunca lo sabremos.

Eso de “primero los pobres” aquí pierde efectividad; es una mentira pues estos, por sus condiciones de vida, son los que más se enferman, pero la 4T no cumple su palabra. 

Lo peor sería, movidos por el dolor y la pena, culpar al personal que atendió a la paciente. El problema es mucho más profundo y los rebasa a ellos. Para empezar, ¿por qué si se trata de un hospital, en donde se supone que hay atención las 24 horas, los 365 días del año, en fin de semana se corta la atención? ¿Por qué no hay reactivos suficientes para realizar las pruebas necesarias a los pacientes? ¿Por qué no hay personal suficiente?

La respuesta es una: no es una prioridad para el Gobierno la salud de los mexicanos. Eso de “primero los pobres” aquí pierde efectividad; es una mentira pues estos, por sus condiciones de vida, son los que más se enferman, pero la 4T no cumple su palabra. Como porcentaje del PIB, el presupuesto en salud asciende a 2.8 %, lo que representaría el segundo monto más alto de todo el sexenio, ligeramente por debajo del observado durante la pandemia (2.84 %).

Si descontamos las transferencias a la Tesofe (Tesorería de la Federación), entonces el gasto en salud desciende a 2.63 %; nivel que aún se encuentra muy lejos de representar el 6.0 % del PIB que, de acuerdo con la OMS, debe gastar un país en su sistema de salud público. Para alcanzar el nivel de 6 % del PIB sería necesario destinar al sector salud 2 billones de pesos adicionales, de acuerdo con Números de Erario, de México Evalúa. 

Pero eso no va a suceder; por el contrario: Morena y sus aliados aprobaron la centralización de los recursos de servicios públicos de salud que, hasta ahora administraban las 32 entidades federativas, tal como establece la Constitución Política, denunció el diputado perredista Marcelino Castañeda Navarrete (PRD), de acuerdo con Comunicación Social de la Cámara de Diputados.

Si las condiciones actuales de los hospitales en el estado de Colima están ocasionando muertes por negligencia y falta de recursos, qué esperaremos cuando ocurra esta federalización de recursos económicos. ¿Qué pretende la 4T al atentar así contra la salud de los mexicanos?

Es que ni su gobierno es de izquierda ni su discurso es verdad. Morena es un eslabón más de la cadena con que nos amarra la clase dominante: no son defensores de las injusticias, pues incluso ellos provocan muchas.  

Por ahora, no nos queda más que lamentar lo sucedido y seguir luchando por eliminar las injusticias atroces que trae consigo la lucha de clases.

Pero debemos entender que somos más los que estamos del otro lado; lo pude ver en el hospital. Somos más a los que nos aquejan las injusticias y nos oprimen hasta matarnos, por desatención en este caso.

Lo que debemos hacer es organizarnos y exigir que el gobierno invierta lo suficiente en salud pública, en donde más desatinos ha tenido este gobierno, con su famoso y extinto Insabi. Ojalá que lo entendamos, y lo apliquemos, y juntos evitemos la muerte de más gente inocente. 

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