MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Peligra la educación en México!

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Sería muy ingenuo el creer que la nula atención a la educación del país para jóvenes y niños, a partir de la pandemia de covid-19 se debe únicamente a un desconocimiento por parte de las autoridades en el poder, que hacen con los instrumentos para garantizar la educación un desorden de dimensiones catastróficas.

Es cierto, la educación en manos de las autoridades contemporáneas corre tanto peligro como un jet piloteado por un niño, al mismo rumbo van: a la catástrofe. Sin embargo, la raíz es aún más profunda, en el sistema capitalista la educación es sólo una herramienta para que pueda perpetuar el sistema de explotación y reproducir sus condiciones mientras se unilateraliza al hombre para sentirse cómodo con su vida en este, “el mejor de los mundos posibles”

Cargada así la balanza, poco se puede hacer (pero se puede). Álvarez de Zayas, uno de los más grandes e ilustres pedagogos e investigadores contemporáneos explicó las grandes dificultades por las que atraviesa la educación contemporánea: explica que, con cada cambio de gobierno, la interpretación de lo que debe ser “educación” cambia también, no permitiendo así el desarrollo de un modelo que pueda potenciarse a lo largo del tiempo, pues cuando apenas empezamos a arrancar la carrera, se nos cambia el color de la camiseta, la modalidad y hasta la pista, eso sí, con nuevos obstáculos.

Es cierto, con cada cambio de gobiernos hemos encontrado distintos modelos educativos hasta llegar al actual que es, con objetividad, muy distinto a los anteriores. La “nueva escuela mexicana” y su nueva modalidad de potenciar las competencias, saberes y habilidades a través de los proyectos aún no está en pie; poco se puede criticar porque el proyecto  está aún inconcluso. 

La metodología usada no se ha terminado aún, lo cual hace navegar a los docentes en una embarcación endeble sobre mares ignotos. Hoy en día, aún no se ha planteado la forma en la que debemos evaluar a los jóvenes y la máxima alcanzada por parte de la Secretaría de Educación Pública ha sido únicamente un “a nadie hay que reprobar”.

Lo que se les olvida (digámosle así) a las autoridades es que, en los hechos, un profesionista debe tener aptitudes y competencias más allá de la calificación unitaria a través de una cifra en la boleta de calificaciones. Además, hay un desfase enorme entre los saberes y competencias que debieron pertrecharse hace tiempo por los jóvenes de la “generación covid” que aún no se han superado.

Asimismo, la renuncia a organismos internacionales que nos daban datos reales (crudos, es cierto, pero reales al fin) nos deja con un instrumento menos para saber hasta dónde estábamos logrando estas competencias. Pero la realidad es una y azota en la cara de quienes aún no quieren verla.

Hace unos meses se anunciaban los resultados de la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes) 2023, que ya en ese momento sabíamos que no traía buenos resultados para nuestro país y así fue, en efecto. Cruda.

Entre los 81 países y 29 millones de jóvenes que realizaron la prueba, en México los niveles de aprovechamiento están todavía más abajo que en la época prepandemia. El país obtuvo resultados por debajo del promedio en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, en contraste con la evaluación realizada en 2018, cuando México se ubicó en el lugar 73 de 79 países participantes en matemáticas; en el lugar 74 en lectura y en el lugar 73 en ciencias.

Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en México la tasa de deserción escolar en educación básica (primaria y secundaria) es del 7.6 %. Esto significa que aproximadamente uno de cada trece estudiantes abandona la escuela antes de terminar su educación básica, lo cual obliga a los nuevos ciudadanos a emplearse en el empleo informal en el mejor de los casos; a la migración o a sumarse al ejército de reserva que obliga el sistema capitalista a perpetuar su existencia.

Estas estadísticas muestran que el bajo aprovechamiento escolar es un problema persistente en México. Es necesario implementar políticas y acciones que promuevan una educación de calidad, reduzcan la desigualdad y brinden oportunidades equitativas para todos los estudiantes. Pero esto parece estar muy lejos de las posibilidades del Gobierno actual.

Lo cierto es que la educación del pueblo no será nunca prioridad en el sistema capitalista que, desde su superestructura busca perpetuar las condiciones de explotación que hace que unos cuántos acaparen la riqueza que entre todos creamos. Es, por tanto, urgente y necesario, no sólo un cambio en el modelo educativo sino en el modelo económico y social imperante, de lo contrario habrá un nuevo modelo y otro nuevo también que augurará cambio pero que seguirá siendo la misma changa con un fino y elegante sombrero nuevo.

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