MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tras 80 años de la derrota nazi, fortalezcamos la lucha proletaria

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“Toda una vida no será suficiente para agradecer lo que hizo el Ejército Rojo por la libertad”

Ernest Hemingway

Este 9 de mayo se cumplen 80 años del día en que el Ejército Rojo, el ejército de los rusos, que en aquel tiempo era la Unión Soviética, venció al ejército de la Alemania nazi, al ejército de Hitler, haciéndolos retroceder, como dijo el poeta Pablo Neruda, hasta la propia “cueva de la bestia sanguinaria”.

El día de hoy abordamos este tema porque, a pesar de que este triunfo les costó a los soviéticos la pérdida de más de 26 millones de almas, se ha desatado una feroz campaña de ocultamiento de este gran acontecimiento histórico, a tal grado que actualmente muy pocos conocen al verdadero vencedor de los nazis.

Hoy, nuevamente, los verdaderos vencedores del fascismo resurgen de entre las montañas de mentiras que se han generado en su contra

¿Cuál es la razón de esta tergiversación de la realidad? Esta distorsión de los acontecimientos históricos se debe a que la gran burguesía mundial, exhibiendo su instinto de clase, supo detectar en el triunfo de los soviéticos y su experimento de un Estado socialista dirigido por los trabajadores el verdadero peligro para la expansión del modelo capitalista de producción, y se dispuso a ahogarlo con todos los medios a su alcance.

De acuerdo con los estudiosos serios del tema, el 22 de junio de 1941, la Alemania nazi ejecuta el “Plan Barbarroja” y ataca la Unión Soviética, iniciando así para los soviéticos la Gran Guerra Patria, y se convoca a la mayor movilización de masas jamás vista en la historia de la humanidad. Obreros, campesinos, amas de casa, jóvenes y viejos se unen a la resistencia armada y se inicia la gran lucha contra el nazismo.

Hitler utiliza, para atacar a la URSS, un ejército de más de 6 millones de hombres que en esa época era la más poderosa fuerza militar del mundo. Tras poco más de un año, las tropas alemanas ocupaban militarmente un territorio soviético equivalente al tamaño de Inglaterra, Francia, Italia y Suecia juntos.

El rápido avance del ejército fascista alemán no se debió, como dicen sus enemigos, a la confianza ciega de Stalin hacia la palabra de Hitler, que había firmado un acuerdo de no agresión para ganar tiempo, sino a la debilidad del Ejército Rojo, que aún no se recuperaba de los últimos acontecimientos bélicos: la guerra ruso-japonesa de 1904; de su primera revolución de 1905; de los terribles daños de la Primera Guerra Mundial; la sangrienta guerra civil de 1918, aunado a la lucha ideológica desatada a la muerte de Lenin; aparte, su ejército estaba compuesto principalmente por campesinos y obreros.

Es decir, que fue hasta 1928 en que se puede decir que había llegado a Rusia cierta estabilidad; sin embargo, a pesar de que no había tenido tiempo de una recuperación económica, Rusia pudo vencer y derrotar a la Wehrmacht y a la Luftwaffe de Hitler, con todo y su fama de imbatibles. He aquí la superioridad demostrada en los hechos de la Revolución socialista iniciada en octubre de 1917.

A pesar de que, en un principio, el propio presidente británico Winston Churchill reconoció el triunfo de la Unión Soviética, no tardó en estar de acuerdo con los capitalistas occidentales y los Estados Unidos, para desatar la campaña en contra del movimiento socialista conocida como Guerra Fría, alimentando con armas y dinero a los opositores a dicho movimiento, además del bloqueo financiero y tecnológico para aislar a la URSS. Su temor era que, debido a las enormes masas de desempleados y trabajadores hambrientos y sin vivienda que había generado la Primera Guerra Mundial, la gente empezara a ver a la sociedad socialista rusa como una verdadera opción.

El presidente Putin ha hecho referencia a la idea de que este aislamiento al que fue sometido el experimento socialista empezó desde la Primera Guerra Mundial, ya que desde entonces las potencias imperialistas vencedoras ayudaron activamente a Alemania a crecer y fortalecerse, con el propósito de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial y eliminar al socialismo de la faz de la Tierra.

¿Cómo lo hicieron? Permitiendo que Alemania desconociera el Tratado de Versalles que lo obligaba a pagar los daños causados en la Primera Guerra Mundial, restringía su expansión territorial, limitaba el número de sus tropas y su armamento, así como la prohibición de reconstruir su fuerza naval. Es decir, que los países firmantes dejaron crecer a la Alemania nazi sin ponerle ningún tipo de restricciones, ni siquiera cuando Hitler ordenó la expulsión de científicos, intelectuales y artistas a quienes consideraba de raza inferior, como Einstein, Thomas Mann y Bertolt Brecht, y empezó a perseguir a los comunistas y a los judíos, ordenando matanzas y despojos masivos; y permitiendo que Hitler se anexara territorios como Checoslovaquia, supuestamente para apaciguar sus ansias de iniciar la guerra.

Sin embargo, esta política siguió aun después de iniciada la Segunda Guerra Mundial. Esto deja en claro que lo que querían esos países no era la paz mundial, sino usar a Alemania como ariete contra la Unión Soviética y su experimento socialista.

Los británicos y estadounidenses que en esta Segunda Guerra Mundial fueron aliados de Rusia no se decidieron a luchar en contra de Hitler sino hasta que se dieron cuenta de que tarde o temprano el Führer se iba a lanzar contra ellos en su intención de hacerse del control mundial; aun así, su participación se redujo a la guerra en el norte de África, pero nunca tuvieron un verdadero enfrentamiento con los nazis.

Hoy vemos cómo, después de esta tenaz distorsión de la historia en la que participó toda la poderosísima industria cultural —el cine, los medios de comunicación, universidades, teatro, música culta y popular, así como 164 fundaciones, algunas creadas por la CIA y otras tan conocidas como la Fundación Rockefeller, la Carnegie y la Ford—, misma que provocó que en el aniversario del Día de la Victoria de 2021, todos los países dejaran sola a Rusia, hoy, nuevamente, los verdaderos vencedores del fascismo resurgen de entre las montañas de mentiras que se han generado en su contra, y varios jefes de Estado han arribado ya a Moscú para acompañar a los rusos en este glorioso evento, al mismo tiempo que el imperialismo estadounidense, a la cabeza del capitalismo mundial, se muestra cada día más débil.

Hoy renacen nuevamente las esperanzas de que los oprimidos de la Tierra tengamos la posibilidad de construir un mundo diferente al imperialismo rapaz, y renace nuevamente la posibilidad de que, mediante la construcción de un mundo multipolar, nos acerquemos a una sociedad mejor para todos.

Pero no hay que olvidar que ese nuevo mundo no llegará jamás si no nos disponemos todos a participar activamente en su construcción.

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