MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Podemos creerle?

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La mañanera del 22 de abril cambió de escenario: en lugar de Palacio Nacional, el Presidente dio su conferencia desde el Museo Naval, en el Centro Histórico de la ciudad de Veracruz. Movido por los hechos ocurridos el 19 de abril en Minatitlán, donde un comando armado le arrebató la vida a 13 personas, Andrés Manuel afirmó que la inseguridad del país comenzará a disminuir en un plazo de seis meses. Ello, dijo, será el resultado de tres ejes de acción: 1) "Que se atienda a los jóvenes...que tengan garantizado el estudio y el trabajo"; 2) "Se va a constituir la Guardia Nacional; y 3) "La autoridad ya no es el problema...Antes la corrupción estaba en el gobierno". De esta manera, Andrés Manuel le puso fecha a uno de los problemas más sentidos por los mexicanos: en noviembre de 2019, la tendencia de los índices delictivos cambiará radicalmente. Al menos eso dice la palabra presidencial. ¿Podemos creerle?

En sus escasos meses de gobierno, AMLO ha dicho tantas cosas falsas, ha roto tantas promesas, que su palabra ha perdido el peso y la importancia que le corresponden a su investidura presidencial. Dijo que regresaría a los militares a sus cuarteles, y en lugar de ello aumentó el número de soldados en las calles. Dijo que le exigiría respeto a Donald Trump, y solo sabe callar cuando el magnate rubio ataca a los mexicanos. Dijo que las gasolinas bajarían, y no dejan de subir. Dijo que la economía crecería al 4% anual, y los especialistas proyectan que solo crecerá al 1.5%. Dijo que continuaría la construcción del aeropuerto de Texcoco, y canceló todo. Dijo que el neoliberalismo se había acabado, y todo sigue igual. Dijo que iba a combatir el huachicol, y no ha encarcelado a nadie por ese delito. Dijo que iba a terminar con la corrupción, y liberó a Elba Esther. En fin...aunque solo lleva cinco meses, ya es difícil creerle al Presidente.

Pero, más allá de la seriedad con la que se tomen las palabras de Andrés Manuel, debemos revisar si la estrategia que piensa seguir el Gobierno Federal, los tres ejes de acción mencionados, son atinados o no. ¿En qué basa sus cálculos el Presidente cuando afirma que el cambio prometido ocurrirá en seis meses? ¿Por qué no antes o después? Serán seis meses, dijo Obrador, porque ese es el tiempo que necesitará su gobierno para que operen los programas sociales que beneficiarán a los grupos vulnerables. Solo de esa manera, cuando la Cuarta Transformación ya esté repartiendo el dinero tantas veces prometido, podrá combatirse efectivamente la inseguridad. Lo más importante, entonces, no es que los jóvenes tengan estudio y trabajo, ni que exista una Guardia Nacional, ni que el gobierno ya no sea corrupto; lo determinante es el dinero que la 4T le entregará a los pobres.

El razonamiento es el siguiente: la inseguridad es un fruto directo de las carencias socioeconómicas, por lo tanto, cuando el gobierno, a través de sus programas, le dé dinero a las personas que padecen dichas carencias, la inseguridad disminuirá. ¿Es esto cierto? Aquí, como en otros casos, Andrés Manuel atina en el diagnóstico, pero yerra en la solución. Es verdad que los niveles de inseguridad están directamente relacionados con las condiciones socioeconómicas de la población, pero es falso que esas condiciones vayan a mejorar sustancialmente con unas pocas canonjías. Los $3,600 mensuales que están proyectados como salario para los jóvenes ninis que se van a "capacitar"; los $2,400 de la beca para los jóvenes que estudian una licenciatura; los $800 para quienes estudian primaria, secundaria o bachillerato; los $1,274 para quienes tienen más de 68 años; todos estos programas, por no mencionar los demás, son absolutamente insuficientes para que una persona y su familia salgan de la pobreza. Por lo tanto, son absolutamente insuficientes para afirmar que con ellos se reducirá la inseguridad.

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¿Si repartir dinero a los pobres no funciona, entonces qué hacer? Antorcha lo ha planteado desde hace años. La mejor manera de combatir la pobreza en México, y por lo tanto también la inseguridad, es aplicar un programa de gobierno que contemple cuatro ejes: 1) Que todos los mexicanos tengan un trabajo estable, 2) Que se eleven los salarios hasta que alcancen un nivel justo, 3) Que se comience a cobrar más impuestos a los ricos en lugar de cobrarle más a los pobres, como ocurre ahora, y 4) Que aumente el gasto social del gobierno, es decir, que se destine una mayor partida presupuestaria a la construcción de las obras y servicios que requieren los pobres. Y ya. A diferencia del Presidente, Antorcha sabe que los programas sociales asistenciales no combatirán efectivamente a la pobreza. Si verdaderamente se desea disminuir las grandes desigualdades de México, así como la pobreza, se necesita una estrategia más compleja que repartir dinero en tarjetas.

Entonces ¿podemos creerle a AMLO que en seis meses bajarán los índices de inseguridad? Su preocupación como gobernante es genuina, pero quizá le preocupa todavía más que los niveles de delincuencia se están convirtiendo en un flanco débil de la Cuarta Transformación: de enero a marzo se han registrado 8,783 homicidios en el país, cifra que coloca al gobierno de Obrador como uno de los más violentos en los últimos años de la historia nacional. Sí le preocupa al Presidente. Por eso, todas las mañanas, antes de su conferencia, se reúne con su comité de seguridad para supervisar los avances en la materia. Pero todo será en vano mientras no se tomen medidas concretas para cambiar el modelo económico que ha profundizado la desigualdad y la pobreza en México: el neoliberalismo. Es cierto, AMLO decretó la abolición de este modelo el 17 de marzo, pero en los hechos todo sigue igual, nada ha cambiado.

La única forma de reducir la inseguridad es sustituyendo al neoliberalismo por un modelo socioeconómico que genere menos pobreza. Antorcha lo ha planteado por años y tiene un programa muy concreto al respecto. Andrés Manuel, por su parte, ha dicho también que acabará con el neoliberalismo: ¿por qué no lo hace en los hechos y no solo en los discursos? ¿No puede? ¿No quiere? Mientras tanto, seguiremos conociendo más casos como el de Minatitlán.

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