Campesinos narran cómo el huracán arrasó no sólo con sus cultivos, sino con las esperanzas puestas en ellos: lo que se vendería en Día de Muertos simplemente desapareció
El Día de Muertos es una celebración prehispánica del pueblo mexicano, en náhuatl se conoce como “Mijkailjuitl”, se celebra en todo México con algunas variantes dependiendo de la región o el estado.
Una de esas variantes es el xantolo, que se celebra en los municipios de la Huasteca y parte de la sierra hidalguense, principalmente en Huejutla de Reyes, San Felipe Orizatlán, Tlanchinol, Huautla, Yahualica, Xochiatipan y Atlapexco.
El Xantolo proviene del vocablo castellano “xanto” (santo) y del náhuatl “olo” (abundancia), lo que se traduce como “todos santos”. Es la fiesta más esperada e importante para los huastecos, quienes sienten una profunda veneración por los difuntos, creyendo que sus espíritus regresan a la tierra para visitar a sus antiguos parientes y convivir con ellos.
La festividad despierta emociones profundas al recordar a los que ya no están físicamente, manteniendo viva su memoria a través de las ofrendas y rituales familiares.

El Xantolo es un evento que se vive en los hogares y las comunidades, donde las familias se reúnen para preparar altares e intercambiar ofrendas con vecinos, fortaleciendo los lazos familiares.
Cempasúchil: de la siembra al altar
Los preparativos para esta festividad inician con una gran anticipación: a principios de mayo se comienza la siembra del maíz que será utilizado para preparar los diferentes platillos que se ofrendarán; también se compran animales como cerdos, pollos y guajolotes que servirán de ingredientes.
Parte fundamental de los rituales de preparación del Xantolo es la siembra de las semillas de la flor de cempasúchil, que se realiza el día de San Juan Bautista (24 de junio), ya que esa fecha marca el comienzo de la temporada de lluvias, lo que asegura que las flores estén listas para el Día de Muertos.
Esta fecha marca la cuenta regresiva hacia el Xantolo: conforme se acerca la gran fiesta de los muertos, las plantas van invadiendo el ambiente con su fuerte aroma primero y con su color naranja intenso característico al llegar la fecha esperada. Se cree que este aroma y color sirven para guiar a las almas de los seres queridos en su regreso a esta vida.

Sin embargo, últimamente la actividad de siembra y cosecha de la “flor de los veinte pétalos”, como también se conoce, se ve afectada por la introducción de flores producidas a escala industrial, contra la cual la flor “criolla”, como suelen llamarla, no puede competir en precio y calidad.
San Miguel y San Lucas: las primeras ofrendas
El 29 de septiembre es también una fecha importante dentro del marco de esta celebración: es el día en que se festeja a San Miguel Arcángel y cuando se realiza la “primera ofrenda”, que consiste principalmente en llevar tamales y café a los altares que preparan las familias con la emoción de recibir a sus difuntos.
Posteriormente, el 18 de octubre, día de San Lucas, se lleva a cabo la segunda ofrenda. En esta fecha se cortan los racimos de plátanos, con tiempo suficiente para asegurar su maduración para el Día de Muertos. También se inicia con la elaboración del chocolate de manera artesanal, convirtiendo las semillas de cacao en las barras para preparar la bebida que se coloca en los altares.
El “Domingo Grande”: el tianguis de los muertos
En los últimos días de octubre los campesinos realizan el corte de la flor de cempasúchil para poder llevarla a vender a los tianguis de las cabeceras municipales en el llamado “Domingo Grande”, que es el domingo más cercano al 2 de noviembre.

Las plazas municipales se ven llenas de productos artesanales, de productos del campo y de gente de todas las comunidades que ahorran durante todo el año para poder adquirir lo necesario para ofrecer lo mejor a sus difuntos. Asimismo, adquieren artículos esenciales para esta festividad como las velas y los “cuetes” que elaboran los artesanos del municipio de Jaltocán.
El proceso de fabricación artesanal de las velas es principalmente con cera de abeja: pabilos de algodón hilado y torcido que se sumergen en la cera derretida para que permanezcan rectos y fijos en un soporte. Se vierte cera líquida sobre los pabilos repetidamente, permitiendo que cada capa se solidifique antes de aplicar la siguiente; este proceso se repite hasta alcanzar el grosor deseado. Los artesanos recogen las velas para darles el acabado final y prepararlas para la venta o el uso en ceremonias y festividades.
También podemos encontrar las vasijas, platos, tazas y otros productos elaborados con barro en la comunidad de Chililico.
Los habitantes trabajan con técnicas ancestrales para poder crear piezas que reflejen su identidad; la gran mayoría dedica meses para realizar el proceso desde la limpieza del barro hasta la cocción en el horno de leña.
Se elaboran piezas para el consumo cotidiano: ollas, candeleros, jarrones y otras piezas que se usarán durante el Xantolo, como juguetes, que se incluyen en las ofrendas.
Xantolo: los altares se llenan de vida y memoria
Así llegamos al momento anhelado, la esperada fiesta para celebrar a los muertos. El 30 de octubre comienza la elaboración de los altares: en la Huasteca se acostumbra adornar con arcos de cempasúchil y flor de “mano de león”. Es una actividad en la que participa toda la familia.

Ya terminado el arco, se procede a purificar el altar con el sahumerio (copal extraído de manera artesanal) y a colocar los demás elementos, como las veladoras, la fruta y el aguardiente.
El 31 de octubre se ofrendan alimentos a “los angelitos”: las almas de los niños fallecidos. A ellos se les pone chocolate, frutas, dulces y se les ofrecen alimentos sin picante.
El día primero de noviembre se ofrenda a las almas de los adultos, presentando comidas típicas como pan de muerto, tamales y chocolate.
El 2 de noviembre es el “Día de todos los muertos”; es cuando se ofrece lo mejor de los platillos regionales, como el mole y el famoso “tapatlaxtle” (un tamal parecido al zacahuil). En suma, las amas de casa se esmeran por preparar lo que en vida les gustaba a sus difuntos.
Durante estos días se ven desfilar comparsas de danzas y huehues que se mueven al ritmo de sones xantoleros. También se realizan las visitas a los panteones para decorar las tumbas y convivir en familia durante la visita de los familiares muertos.

“Priscilla”, el huracán que opacó el Xantolo
Este año la celebración del Xantolo se ve empañada por el paso del huracán “Priscilla”. Sobre todo en municipios de la Huasteca como Xochiatipan, Yahualica y Huautla, que son de los más afectados, con pérdidas de viviendas y de cultivos, así como el colapso de puentes.
En Huautla, en el corazón de la Huasteca hidalguense, el sonido de la campana de la iglesia fue la única señal que la madrugada del jueves 9 de octubre les advirtió que algo muy grave estaba por ocurrir; el río se desbordó y los habitantes sólo alcanzaron a salvarse a ellos mismos, porque el agua arrasó con los cultivos de maíz, frijol, cacahuate, jamaica, pimienta, naranja y flores de temporada; arrastró animales, pequeñas viviendas, un campo deportivo y después se llevó el puente que comunicaba a dieciocho comunidades: Coatzonco, Huitzotlaco, Aquetzpalco, Chalacuaco, Zacatipa, Acatepec, Piltepeco, entre otras.
Las imágenes fueron desoladoras: los habitantes permanecieron días sin luz, sin comunicación y en espera de la ayuda gubernamental que no llegaba; los primeros en acudir fue el mismo pueblo, vecinos de Veracruz y organizaciones civiles como el Movimiento Antorchista.
Según Ricardo Rocha Reyes, titular del Distrito de Desarrollo Rural de Huejutla, se estima una afectación general del 30 %, equivalente a 11 mil 530 hectáreas dañadas.

Quedaron con afectaciones principales en el cultivo de maíz, principal fuente de ingreso y de consumo para los campesinos.
Campesinos narran cómo el huracán arrasó no sólo con sus cultivos, también con las esperanzas puestas en ellos: el maíz, frijol y cacahuate que se vendería para la celebración del Día de Muertos simplemente desapareció.
En la comunidad de Coatzonco, del municipio de Huautla, donde la mayoría de los campesinos vive al día, el huracán arrasó con varias viviendas y sembradíos.
Margarita Hernández es una de las afectadas: perdió toda su vivienda y, con lágrimas en los ojos, comenta: “Yo me dedicaba a la crianza de pollos criollos; para este Xantolo yo ya tenía pedidos; también me dedico al bordado de servilletas y ya tenía varias para sacarlas a vender en estas fiestas. Ahora ya no hay nada de eso, el huracán se lo llevó todo.
¿De dónde vamos a sacar maíz? Todo se lo llevó el agua, hasta un pedacito que había apartado para mis tamales del Xantolo”.
En la falta de insumos necesarios para los platillos propios del Xantolo también influyó su encarecimiento.
El titular de la Odeco (Oficina de Defensa del Consumidor) en Hidalgo indicó que en la región Huasteca fue, de las zonas afectadas, la que más quejas reportó por el alza de costos.
Hoy muchos campesinos de la Huasteca no podrán celebrar la fiesta del Xantolo como cada año: no les queda más que empezar de cero y recordar tanto a sus muertos como el patrimonio que “Priscilla” se llevó.
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