MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sí es posible solucionar los problemas de México

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Los problemas por los que atraviesa nuestro querido México no son menores, y no conviene disimularlos ni maquillarlos para tranquilizar (adormecer) a nuestros paisanos; eso sería lo primero por dejar claro: estamos muy mal y todo indica que se va a poner peor.

A la milenaria situación de pobreza que nos ha heredado el sistema económico basado en la explotación del trabajo ajeno, la división de la sociedad entre un puñado de oligarcas que acumulan en sus manos el fruto del trabajo, y gozan de privilegios escandalosos, mientras los millones de trabajadores languidecen en la miseria, el abandono y el hambre, a pesar de ser ellos los que con su fuerza de trabajo crean toda la riqueza, a la pobreza y sus terribles acompañantes, la enfermedad, el hambre, la guerra y la muerte, se suma la actual situación de radicalización de esas mismas diferencias, la inflación, la pandemia, el hambre que avanza como nunca antes en medio de la abundancia, el crimen y la violencia desatados y hasta protegidos, y todo ante la mirada impávida y hasta cómplice de quienes dirigen los destinos de la sociedad en el mundo entero.

No es casualidad, y ya hay expertos de todas las ideologías que opinan que son síntomas y heraldos de verdaderos y trascendentes cambios, que esta crisis es solamente el indicio de una nueva vuelta de rueda de la historia, de la que resultará quién sabe que nuevo mundo, pero ya no el mismo que hemos conocido; todo esto debe preocupar a las masas trabajadoras, las cuales deben ver que, suceda lo que suceda, todo dependerá de lo que ellas mismas alcancen a ver y alcancen a hacer para meter orden como siempre lo han hecho, aunque no lo sepan, y definir el rumbo que va a tomar el mundo entero.

Sí, México no está solo en esta etapa y debe entender que lo que sucede no es solamente resultado de problemas nacionales ni se resolverá solamente en nuestro querido terruño, pero si es importante que veamos qué es lo que nos toca hacer aquí.

Lo primero sería comprender que el cambio que se buscaba al haberse volcado el electorado en 2018 por las propuestas que nos hizo, en ese entonces, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (y quienes le siguen el juego en el poder), no se logró, que se creyó y se deseó el cambio, pero no se logró.

No tiene caso culpar a quienes apoyaron el cambio porque el cambio era y es necesario, y eso bastaba para arriesgarse a hacer la prueba, pero sería ingenuo y hasta irresponsable justificar así el resultado.

 La política de Estado del presidente Andrés Manuel López Obrador resultó un engaño (o un fracaso) si se compara con lo que prometía; sus acciones no solamente no resultaron la solución a los problemas, sino que estos se han agravado y amenazan con llevar al país al caos como nunca antes, lo que se refleja en el incremento de la violencia, la inseguridad, la enfermedad, la pobreza, la marginación y la persecución, todos ellos perfectamente documentados por las instituciones encargadas de llevar el registro y las estadísticas. Eso no tiene discusión.

Que esos resultados son efecto innegable de los errores y la soberbia de AMLO es algo que muchos no quieren aceptar, pero eso tampoco lo vamos a discutir; es el resultado y está muy lejos de lo que él prometió, y eso no tiene discusión.

Lo que no es tan fácil de ver es si hay otra solución, si está situación se puede corregir y sobre todo cómo se puede corregir. Y es en esta parte en la que la discusión si puede aportar elementos que nos lleven a la comprensión y a las acciones que nos pudieran sacar del lío.

Soy de los que creen que sí hay solución, que los instrumentos que nos proporciona la misma sociedad, nuestras leyes y las condiciones actuales del país y del mundo entero, si nos pueden permitir sacar el país adelante con dignidad y con resultados que, aunque no se sentirán en las condiciones de cada mexicano inmediatamente, sino después de que sus efectos se vayan consolidando, si pueden inmediatamente demostrar que nos llevan por la ruta correcta.

Es decir, no va a ser fácil ni pronto, pero sí es posible corregir y también es posible verlo sin lugar a dudas a pesar de que los resultados estén por venir. Hoy sabemos que lo que está por venir es peor, y con la misma certeza de hoy se puede crear una nación que nos lleve al progreso con justicia para todos.

El amable lector perdonará que en esta parte simplifique mis aseveraciones, por falta de espacio para ser abundante y dejarlo para otra oportunidad, diré en mi descargo que los genios más grandes de la humanidad nos han regalado ya el método científico para analizarlo y resolverlo, además de que nos han proporcionado los detalles para entenderlo, por si alguien tiene duda.

Las claves están sobre la mesa y solamente hace falta que el grueso de los mexicanos las veamos y nos dispongamos a aceptarlas. La sociedad debe organizarse sobre la base de un sistema económico diferente, que privilegie el destino de la humanidad como conjunto social, aún en contra de la libertad de quienes hoy dominan el mundo y lo dirigen en su interés privado. Los detalles de se nuevo sistema también están perfilados con la precisión que la seriedad científica lo exige, pues no se trata de jugar al profeta. Pero eso no está en negociación, debe dominar el interés social por encima del individual, sobre todo cuando esté es tan perverso y desalmado y está volcado a lograr el máximo de ganancia para las clases privilegiadas a costa del hambre del mundo entero.

Eso requiere que las grandes masas trabajadoras, los ciudadanos, profesionistas, científicos, el pueblo en general, pues, se organice, cree los mecanismos para convertirse en poder, en fuerza viva y actuante, eficaz y efectiva, y se disponga a ejercer el poder, a dirigir a la sociedad. ¿Y qué va a hacer con el poder? Aquí también seré breve: tomar las medidas necesarias para lograr el crecimiento y el desarrollo, es decir, como dicen los especialistas, lograr el “más”, pero también el “mejor”’ y eso no se hace con declaraciones, rollos y promesas bonitas, sino con acciones.

Y en esto me remitiré a apoyar, decidido y entusiasta, el proyecto de nación que ya ha propuesto detalladamente el naestro Aquiles Córdova Morán y el Movimiento Antorchista, la organización nacional que ha construido con ese sueño como norte, y que resume en cuatro ejes que enunciaré: trabajo para todos los que quieran trabajar; salarios suficientes para lograr una vida digna del trabajador y su familia; política fiscal progresiva para que paguen más impuestos los que más ganan, y menos (o nada) los que menos ganan; y una política de gasto social volcada a combatir las diferencias sociales, pero no con programas de dádivas, sino con la creación de infraestructura educativa, sanitaria, cultural, etc., que sirva alas grandes masas y las saque finalmente de la marginación y la pobreza.

Suena fácil, y en realidad lo es, siempre y cuando el pueblo lo acepte y lo adopte como causa y meta a lograr, y lo invito a usted, amable lector, a que se sume a este sueño y nos ayude a construir las condiciones para lograrlo y salvar a nuestra querida Patria, hoy que nos llama a ceñir sus sienes de oliva d la paz, pero también de las del progreso y la justicia social 

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