“La revolución me introdujo en el arte, y a su vez, el arte me introdujo en la revolución”
El arte y la cultura son herramientas fundamentales para el desarrollo del ser humano y de la sociedad, pues a través de sus distintas formas de expresión transmiten mensajes que nos invitan a reflexionar sobre los problemas sociales.
El arte puede transformar una sociedad, porque sensibiliza al hombre. Por ello, desde hace más de 50 años, el Movimiento Antorchista se propuso educar al pueblo mexicano a través del arte: el teatro, la oratoria, la poesía y la música.
Nancy fue una líder nata, y su vida fue arrebatada injustamente: fue víctima de un feminicidio. Nos la quitaron físicamente, pero su ejemplo permanece.
Estamos convencidos de que la cultura tiene el poder transformador que nuestra sociedad necesita, por eso la promovemos como ninguna otra organización.
Buscamos que más jóvenes estudien arte, pero no como un medio para obtener riqueza individual, sino para que lo lleven al pueblo: que enseñen a declamar, a disfrutar de una buena obra de teatro, de la música y de la poesía.
Queremos llegar a todos los rincones del país donde las autoridades han abandonado al pueblo, sumiéndolo en la ignorancia y condenándolo a la miseria durante décadas.
Nuestra visión es educar a niños y jóvenes en la constancia, en el amor por las disciplinas artísticas y deportivas, para formar espíritus aguerridos, decididos y con mentalidad de triunfadores.
Los antorchistas no sólo luchamos por infraestructura para colonias, centros culturales, calles, escuelas, vivienda, agua potable o electrificación. Sabemos que todo eso es importante para que el pueblo viva con dignidad, pero nuestro objetivo principal es transformar de raíz esta patria, construir una nación valiente, tenaz y orgullosa.
Para lograrlo, el trabajo cultural es indispensable. Conozco obreros, campesinos y amas de casa que han expresado que nunca antes habían presenciado manifestaciones artísticas; incluso nosotros, los estudiantes de distintos albergues, pudimos por primera vez entrar a un teatro o un auditorio, disfrutar de bailes profesionales y formar parte de ellos.
En Tlaxcala existen espacios culturales y auditorios que, con mucho orgullo, llevan el nombre “Nancy López García”, ejemplo para la juventud mexicana. Nancy no sólo luchó en su época de estudiante, sino que, al culminar su carrera universitaria, se dedicó a trabajar en los pueblos marginados de Tlaxcala, donde encabezó numerosas demandas de vivienda y apoyos para campesinos y amas de casa.
Nancy López García era originaria de Santa Cruz Pocitos, municipio de Altzayanca, una pequeña comunidad al oriente de Tlaxcala, con alrededor de mil 573 habitantes dedicados principalmente a la agricultura y la ganadería. Un lugar donde la gente es amable, humilde y afectuosa, cualidades que también describen a Nancy.
Ella representa lo que intento explicar: el ejemplo vivo de cómo el arte y la cultura pueden transformar al individuo y, a través de él, transformar al país.
Nancy perteneció a la Casa del Estudiante “Tlahuicole”, adherida a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), y estudió la carrera de psicología en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. En este albergue aprendió a declamar, bailar y hacer teatro. Quienes la conocimos sabemos que era una persona sensible, en proceso de formarse como una verdadera líder estudiantil.
Al finalizar su carrera, comprendió la necesidad de organizarse para cambiar las condiciones que condenan al pueblo a la miseria. Decidió abrazar la lucha junto al Movimiento Antorchista en Tlaxcala.
Su entrega y compromiso la llevaron a formar parte de distintos organismos, llevando la bandera de esperanza a los pueblos pobres. Prueba de ello son los logros obtenidos en colonias de la zona oriente del estado, como 6 de Junio y Héroes de Antorcha, donde gestionó obras de drenaje, electrificación, pavimentación y apoyos de vivienda.
Además, orientó y apoyó a los campesinos para mejorar sus condiciones de vida. Llevó arte, cultura y educación a los pueblos más pobres, siempre con la sensibilidad que la caracterizaba, logrando inspirar el ánimo de lucha en muchos tlaxcaltecas.
Nancy fue una líder nata, y su vida fue arrebatada injustamente: fue víctima de un feminicidio. Nos la quitaron físicamente, pero su ejemplo permanece. Sus compañeros de lucha la recordamos no sólo con cariño y nostalgia, sino continuando su labor, luchando valientemente por un mejor país, por romper las cadenas que durante años han oprimido al pueblo. Su nombre no será olvidado.
El arte y la lucha son las herramientas de todo revolucionario para transformar esta sociedad que el sistema ha condenado a la miseria y la ignorancia. Nancy dio su vida creyendo en este proyecto, en la posibilidad de un México justo. Por ello, los antorchistas trabajamos día a día por cambiar este país; sólo así le haremos verdadera justicia.
¡Por todos los caídos, nosotros estamos de pie!
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