MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las rebeliones indígenas en México: ejemplos de valor

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El ideólogo del comunismo científico, Carlos Marx, sentenció que: “El motor de la historia es la lucha de clases”, pero la educación oficial, la que recibe la influencia burguesa, nos hace aparecer la historia como una serie de acontecimientos que suceden uno tras otro en la línea del tiempo en donde el papel central lo protagoniza un individuo dotado de una inteligencia especial y de la cual depende el destino de una sociedad determinada. Esto no es así, por lo menos no, si se desentraña el desarrollo de la historia bajo el crisol del materialismo histórico.

Los hombres forjan la historia no a voluntad y capricho de un rey, zar, emperador, presidente o mandatario, sino que son leyes objetivas las que guían sus actos. Son determinadas circunstancias históricas las que condicionan esa voluntad y maneras de actuar tanto en los individuos, como en las clases sociales y las masas. 

En las sociedades de propiedad privada, por ley, siempre existirá un antagonismo entre masas y explotadores; en ese proceso de lucha se va formando la conciencia.

En todas las sociedades son los trabajadores el núcleo fundamental de las masas: esclavos, plebeyos, siervos, campesinos, obreros. En las sociedades de propiedad privada, por ley, siempre existirá un antagonismo entre las masas y los explotadores; en ese proceso de lucha se van desarrollando la conciencia y formas de organización de esas masas.

Para el presente artículo, deseo destacar la valentía que tuvieron las masas indígenas para rebelarse en contra del estado de cosas que sólo favorecían a los blancos; rebeliones que ocurrieron de manera particular durante el episodio de la Segunda República Federal en México. 

Para tal periodo, los indígenas venían de poco más de 300 años de sufrir un régimen de sumisión que comenzó con la Conquista, se consolidó con el Virreinato y aunque al finalizar la Guerra de Independencia quedó prohibida la esclavitud, lo cierto es que el sometimiento continuó practicándose ya que el sistema de hacienda se las arreglaba para colocarlos en el mercado de esclavos que eran comprados en Cuba y en la escala social siguieron ocupando la parte inferior.

Un par de años después de la Independencia, o sea en 1823, comenzó la vida federal de la joven nación, pero quienes pugnaban por un centralismo terminaron triunfando en 1835, sin embargo, el federalismo fue instaurado por segunda ocasión en 1846.

A este lapso corresponden la dictadura de Santa Anna, la Venta de la Mesilla y la intervención estadounidense en la que México perdió más de la mitad de su territorio. 

Esta turbulencia de acontecimientos ocasionó en el país una inestabilidad social, política y económica en donde el pueblo cargaba sobre sus espaldas los estragos más duros de la crisis, ¡los blancos, no!Para enfrentar los conflictos internos y externos, ¿quiénes ponían la pelleja en la primera línea de fuego, quiénes comían en todo el día galletas debido a la escasez de alimentos, quiénes cobraban en las tiendas de raya, quiénes eran vendidos para trabajar en las plantaciones azucareras de Cuba, quiénes tenían que pagar deudas estratosféricas, producto del endeudamiento por concepto de pago de impuestos, quiénes eran los que no sabían leer y eran engañados firmando contratos laborales y fiscales ventajosos, quiénes eran los que trabajaban jornadas brutales plantando el henequén? ¡Las masas indígenas!

Los blancos tenían la vida resuelta: practicaban la caza, vestían de seda y encaje, jugaban canasta, tomaban el té, el propio Santa Anna tuvo vida de francachela y los hacendados manejaban a modo la ley para justificar la esclavitud en su provecho y el despojo de las tierras nativas. 

300 años de esclavitud abierta, ser utilizados como carne de cañón desde la Guerra de Independencia hasta los conflictos internos y externos del México independiente, el robo descarado de sus bienes y con el incumplimiento en las promesas de un mejoramiento en su situación económica y social provocó en la población indígena el descontento y se organizaron en sendas rebeliones protestando contra los blancos.

Estos levantamientos fueron característicos del periodo de la Segunda República Federal, no son los únicos en la historia de México, pero sí los que más han reflejado la toma de valor y conciencia indígena contra la explotación a su raza.

Todas ellas tenían como bandera el mejoramiento en las condiciones económicas y sociales y en común ocurrieron inmediatamente terminada la guerra con los Estados Unidos.

1848: Guerra de castas en la península de Yucatán.

1849: Rebelión de la Sierra Gorda que abarcó Querétaro, San Luis Potosí y Guanajuato.

1849: Movimiento en Juchitán, estado de Oaxaca.

1849: Rebelión en la Huasteca, que se refiere a Tamaulipas, Hidalgo, Veracruz, San Luis Potosí y en el Mezquital del estado de Hidalgo.

1850: Levantamiento en el Estado de Guerrero.

1853: Rebelión en el estado de Tlaxcala.

Sin fecha exacta por la falta de mayor investigación están los levantamientos de los chamulas en Chiapas, los del istmo de Tehuantepec y el de los otomíes en Hidalgo.

Por lo que hace a los motivos internos que provocaron la rebelión, cada una de ellas fue claramente dirigida contra el Gobierno de los blancos y en sus pliegos petitorios se expresaban lo siguiente: 

Abolición de las contribuciones personales de la clase indígena.

Prohibición de venta de los indígenas a la isla de Cuba.

Prohibición del cobro del salario en las tiendas de raya.

Reducción de los derechos por bautismo y casamiento.

Libertad de culto, libre usufructo de ejidos y terrenos baldíos sin pago de renta ni amenaza de embargo; todos los sirvientes endeudados serían declarados libres de deudas, devolución de los rifles confiscados a los indígenas.

De los motivos externos vale mencionar que la gran extensión de territorio que México perdió ante Estados Unidos despertó el sentimiento de indignación nacional en las capas indígenas. Algo cosecharon con su rebelión, aunque fue bastante digna su lucha; tan solo en la Guerra de castas estuvieron a punto de expulsar en su totalidad a la población blanca y en la memoria de la historia vivirán el cuarto de millón de indígenas que murieron en Yucatán. 

Finalmente, la pujante entrada del capitalismo en México logró paliar los levantamientos. Los luchadores sociales de los días que corren debemos abrazar el arrojo de nuestro pasado indígena para que constituya una inspiración más en nuestra actividad revolucionaria.

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