MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La propuesta de los partidos y la del pueblo trabajador

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"El día que Antorcha prenda en el pueblo este país va a cambiar. Algunos dicen que lo vamos a incendiar; yo digo que lo vamos a iluminar": Aquiles Córdova Morán

 

Ahora que estamos viviendo por adelantado (muy adelantado) la efervescencia de los procesos electorales venideros, debido a las malas artes (y peores pretensiones) del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ha resultado un pertinaz y habilidoso jefe de campaña y exitoso propagandista (¡cosa fea es el éxito!, decía Víctor Hugo), se hace notar, por su ausencia, un claro y consistente proyecto político de parte de quienes están ya en plena carrera por ganarse la confianza y simpatía del “pueblo mexicano”, de quienes, más bien quieren hipnotizar el voto; se nota muy poco interés por decir claramente que es lo que van a hacer con el poder teniéndolo. 

Seré justo, estoy seguro que TODOS ellos saben (ya lo han demostrado) qué quieren hacer con el poder, pero no lo pueden decir para no lastimar los castos oídos del pueblo y perder así irremediablemente su voto. No, no pueden confesar sus profundas intenciones y deben disimular otras que, por su decencia, aparente, agraden y logren engañar (del latín vulgar ingannare -enredar a uno con charlatanería o burlarse de él-) al votante.

Pero en estas “campañas” que aún no lo son, ni siquiera eso vemos, para sorpresa de quienes pensaron que no podíamos estar peor. En lugar de una exposición clara y argumentada de ideas, explicadas con precisión, y una batalla legítima y gallarda de propuestas, de proyectos de Nación, de compromisos (serios, no electoreros) hacia los mexicanos para atreverse a solicitarles y convencerles de que se unan a ese proyecto, a que se sumen a este y lo impulsen, entre uno de muchos otros modos votando por ellos para que sean candidatos de sus respetivas plataformas y luego en las elecciones constitucionales de 2024, para beneficio de la gran causa del pueblo mexicano (¿no se le hace un poco chocante que ésta SIEMPRE ha sido la “causa”?), son las ideas las grandes ausentes; a los suspirantes de uno y otro color (frente, coalición, alianza, etc.) no les preocupa armar y presentar un proyecto armónico en ese sentido, solamente les preocupan las encuestas y la capacidad de cada uno para agradar y engañar al votante, atrapando su intención del voto. 

Seré justo también en esto, les ha funcionado bien, tanto que también le ha funcionado a AMLO, y sus habilidades en este sentido son las que le permitieron ganar la presidencia a pesar de su intrascendente paso por el Gobierno de la Ciudad de México, o colocar a cada pillo y maleante como diputado o gobernante, por ejemplo, hacer que la impresentable Delfina Gómez ganara las elecciones en el Estado de México. Siempre ha sido así, pero nunca habíamos caído tan bajo; la política seria nunca había estado tan ausente en la vida electoral.  

No es el proyecto, el argumento, la razón, la explicación lo que se esgrime, las armas y escudos de todos los pretendientes, no son otros (otra vez, aunque en diferente grado) sino el estigma del oponente, el uso pérfido de los rencores e instintos de los mexicanos para desacreditar al oponente y colocarse, por oposición, como el protagonista que logrará justicia en contra de los rufianes. O dígame, amable lector, ¿ha visto en alguno de los candidatos algún proyecto serio para mejorar al país?, ¿lo podría siquiera mencionar, ya no argumentar o defender?, ¿sabe cuál es el proyecto de Nación de AMLO?, ¿sabe alguno de sus preceptos, más allá del “primero los pobres” casi tan profundo como el “lo que diga mi dedito”?

Seré justo también en esto, sabemos bien que sí hay fuerzas políticas reales que sí tienen, cada cual, su proyecto político (económico, social) definido para México, y podríamos en otro momento y espacio precisarlos y analizarlos, pero en este caso solo reconoceremos que así es, que sí tienen proyecto, aunque, también, que ninguno de esos proyectos considera mejorar o beneficiar (ya no digamos emancipar) a las clases trabajadoras, sino que están hechos, unos más y otros mucho más, para beneficiar a las clases privilegiadas.

Y para no ser injustos con el buen AMLO, diremos que su “proyecto” no se diferencia mucho de estos, sino en que se propone que esos beneficios también salpiquen, no a las clases trabajadoras, sino a los que diga su dedito. Ahora que está en la grande, con el poder de la nación (y del erario) en sus manos, es tan evidente que, si antes de por si era fenómeno inevitable la corrupción y el circo lascivo de los oportunistas, sanguijuelas y toda clase de fauna nociva y nefasta merodeando y lambisconeando al poderoso del momento, ahora el espectáculo es espantoso y dejará más de una anécdota para los historiadores del futuro.
¿Y el pueblo?...

Seré justo también en esto, El pueblo no es solamente el pobre ignorante y encerrado en su miseria, sin visión ni aspiración, o la clase media maleducada y corrompida, servil al verdadero poderoso para sacarle sangre a aquellos, a cambio de algunos privilegios como recompensa de parte de estos. No, nuestro pueblo trabajador, como el de cualquier otra nación, es el titán que sostiene al mundo y el que lo moverá hacia adelante, y tenemos entre nuestros intelectuales a verdaderos héroes, con la visión que da el estudio y la decisión que da el compromiso, quienes ya llenaron las páginas de nuestra historia de verdaderas proezas, algunas inéditas, y lo siguen haciendo, de manera que, podemos afirmar con toda seguridad y con la emoción de la esperanza, que el pueblo también tiene su propio proyecto de Nación.

Es lamentable que las actuales circunstancias no hayan alcanzado a obligar a las fuerzas políticas a ceder, y hacer suya la parte de las aspiraciones legítimas del pueblo, para hacer menos injusta la distribución de la riqueza y, por lo menos, proponerse un verdadero estado de bienestar que no les quite su posición privilegiada, pero que sí saque de la miseria y el abandono a los que crean toda la riqueza, pero están marginados del desarrollo. No se ve, ya lo dije, en ninguna de las propuestas, no hay un verdadero compromiso de ninguno de los partidos o candidatos con la causa del pueblo, con ese proyecto del pueblo que sí existe.

Seré justo y claro, a nadie debe extrañar, a mí no me extraña, y no hace sino confirmar lo que siempre le hemos dicho a TODOS los que han estado lo suficientemente cerca para escucharnos: al pueblo solo lo puede salvar el pueblo, pero unido, organizado, educado y convertido en fuerza política que no tenga que mendigar migajas, sino que le pelee el poder a las demás clases, y se lo gane en la lid democrática, ascienda al poder y con él aplique su propio proyecto de Nación. Ese es el verdadero camino y la historia parece querer cerrar los otros y llevarnos a la encrucijada en la que las opciones obliguen a los más pobres a tomarlo. Ese día, este país va a cambiar, se va a iluminar.
 

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