Quien no ha ido a comprar algún producto a un tianguis, un mercadito local, a un bazar o comido en uno de los miles de puestos que se encuentran en las avenidas o calles. Para los mexicanos, sobre todo los de bajos recursos, el poder hacerlo ya es un gran alivio, pues en estos lugares se encuentran muchas cosas a un costo accesible, o por lo menos más baratos que en los supermercados.
El sector informal en México es un fenómeno estructural del mercado laboral, es el conjunto de empresas, trabajadores y actividades que operan fuera de los marcos legales y regulatorios.
La informalidad se convierte en una solución rápida ante la desesperación de las personas al observar que cada vez más el Gobierno busca hacerse de más dinero a través de los impuestos que un gran número de personas no puede pagar.
La informalidad tiene múltiples causas, desde la dificultad para abrir un negocio formal, el exceso de regulaciones, lo complicado del sistema impositivo, diferencias en escolaridad y capacitación y la preferencia individual por el riesgo.
Esto conlleva a la evasión de la carga impositiva y regulatoria, pero, a la vez, a no gozar plenamente de la protección y los servicios que la ley y el Estado pueden proporcionar.
En efecto, esto es de suma importancia entenderlo como el resultado de un país subdesarrollado, donde el salario de una familia no alcanza y deben buscar otras fuentes de ingresos, como salir a vender a los tianguis, poner su propia fonda en el patio de su casa, hacer ventas de garaje, en fin, todo tipo de actividad que les deje un dinerito extra.
En muchas ocasiones, quienes se dedican a la economía informal ganan más que ejerciendo su profesión o trabajando en alguna empresa como empleados u obreros.
El trabajo informal también es la fuente de un mayor atraso económico. Implica la distribución inadecuada de los recursos y trae consigo la pérdida de las ventajas de la legalidad, el acceso al servicio médico que debe proporcionar el estado, un mayor acceso al servicio educativo, mejores condiciones de vida, el acceso a las instituciones crediticias formales, entre otros aspectos.
De acuerdo con la Medición de La Economía Informal (MEI) del Inegi, en 2022, la economía informal participó con 24.4 % del PIB nacional en valores corrientes, es decir que el incremento fue de 0.4 puntos porcentuales con respecto a 2021, lo que implica que por cada 100 pesos del PIB del país, las personas ocupadas formales generaron 76 y las ocupadas en informalidad, 24 pesos.
La falta de oportunidades en el mercado laboral ha incentivado a las personas a realizar acciones en beneficio de ellos mismos. Pero en muchas ocasiones ese beneficio no es el esperado porque, como se menciona anteriormente, el estar involucrado en una actividad de tipo informal es obtener ganancias mínimas que sólo sirven para la supervivencia.
No se cuenta con los elementos necesarios para incrementar la productividad, ya sea elementos como un financiamiento o la tecnología que año con año se convierte en uno de los factores más importantes para poder sobresalir económicamente en este mundo globalizado.
La informalidad se convierte en una solución rápida ante la desesperación de las personas al observar que cada vez más el Gobierno busca hacerse de más dinero a través de los impuestos que un gran número de personas no puede pagar, y de igual manera existen todas esas personas, empresarios, políticos que, teniendo el poder económico para realizar sus obligaciones fiscales, no las hacen, generando así incrementos en los impuestos aplicados o creación de nuevos impuestos para intentar elevar la recaudación fiscal, pero de una manera que no es adecuada porque perjudican a la ciudadanía y por ende a la economía.
Es urgente diseñar políticas para atenuar este fenómeno, nuestras autoridades deben tomar en cuenta dichas causas y evitar medidas agresivas como desalojar comerciantes informales por la fuerza, sin ofrecer al mismo tiempo opciones de capacitación y de empleo en el sector formal que permitan conservar el nivel de vida de los trabajadores.
Romantizar el esfuerzo de las personas que luchan todos los días para llevar algo de comer a sus casas no es la solución, la solución es que se exija a quien regula la economía que actúe con responsabilidad y que los sueldos de todos los mexicanos alcance para cubrir todas sus necesidades.
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