MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La crisis hídrica, una evidente lucha de clases

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El pasado 22 de marzo fue el Día Mundial del Agua. Con ese propósito, se hicieron reportajes e investigaciones, que pude leer en la revista Buzos de la Noticia, y arrojaron datos alarmantes de la crisis hídrica que se vive en México, que hoy quiero compartirles.

Que el 60 % del país está en sequía por la falta de lluvias, que hay 157 acuíferos sobreexplotados y que el 50 % del territorio ha perdido su cobertura vegetal. Y en la zona metropolitana hay graves problemas al respecto, pues las tres presas que abastecen líquido al sistema reportaron niveles debajo del 40 % de su capacidad de almacenamiento.

La UNAM señaló que se requiere una inversión de 100 millones adicionales al presupuesto para solucionar el problema del agua en esta zona. Que las escuelas del país también son seriamente afectadas por esta crisis, pues el 26 % carece de agua potable, el 31 % no cuenta con instalaciones para el lavado de manos y el 48 % no tiene drenaje.

Los ciudadanos, padeciendo la falta de agua y soportando el aumento exagerado de los costos por tenerla. ¿De qué lado se encuentra el Estado? ¿A quién realmente sirve y defiende?

Y hay estados en donde se han tenido que suspender las clases por falta del vital líquido, por ejemplo, Estado de México, Morelos, CDMX, San Luis Potosí, Veracruz y Sinaloa. Hasta aquí lo que leí en la revista Buzos.

La crisis hídrica que se está viviendo incluso a nivel mundial es un problema grave que debe ser resuelto. Pues ya está afectándonos a todos, de alguna u otra manera, también a nivel local. Y que, si no se atiende, se va a agravar con consecuencias letales.

Sin duda, es un problema que refleja la lucha de clases de la que tanto se ha teorizado, pero que se ha minimizado con el objetivo de esconderla. En este problema, se enfrentan evidentemente los intereses contrarios de las dos clases sociales existentes.

Por un lado, el afán de ganancia de una clase empresarial, y por el otro los intereses de una vida digna y decorosa de los ciudadanos, del Pueblo trabajador. ¿Quién media estos intereses, quién debería ser el árbitro o neutralizador entre ambas clases?

En este sentido, tal como lo dice el artículo 25 de nuestra Constitución Política, corresponde la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que este sea integral y sustentable, que fortalezca la soberanía de la Nación y su régimen democrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta Constitución, está claro que es quien debe proponer las medidas de acción para resolver este grave problema.

Pero, ¿cómo lo ha venido "resolviendo"? Lo que es evidente, es que solo se han implementado medidas correctivas para sobrevivir al problema. Por ejemplo, administrar el agua, restarle días de servicio a los ciudadanos, obligándoles a vivir con poca agua y desencadenando enfermedades por falta de higiene.

Pero no se ha planteado un análisis serio donde se aborde el problema desde su origen, donde se diga cuáles son los verdaderos causantes de la crisis hídrica. Por ejemplo, hay evidencias de que uno de los sectores que más agua gastan para producir sus productos, es la industria de bebidas y alimentos.

En esa industria están las cervecerías, las embotelladoras de refrescos, entre otras. Y la pregunta es, ¿son sus productos, cervezas y refrescos, vitales en la ingesta de los ciudadanos?

Como la respuesta es no, ¿por qué no se exige a esas empresas, la reducción del uso del agua en la producción de sus productos? Obviamente porque eso implica producir menos, y producir menos implica ganar menos, y al ganar menos, se afecta la ganancia de la industria privada.

 

Y aquí, es donde se descubre el Estado, pues se pone de manifiesto de qué lado está, aunque digan otra cosa. Por un lado, los empresarios gastándose el agua en producir sus mercancías, como la cerveza y el refresco, que van a querer venderle a la clase trabajadora, a como dé lugar, y que, de hecho, lo logran excelentemente obteniendo ganancias para la industria privada, que engordan sus bolsillos en detrimento de la salud de los mexicanos.

Por otro lado, están los ciudadanos padeciendo la falta del vital líquido, y soportando el aumento exagerado de los costos por tener agua potable en sus casas. ¿De qué lado se encuentra el Estado? ¿A quién realmente sirve y defiende?

La respuesta nos la dice justo la crisis hídrica que nos acontece. Problemas como este, y muchos otros que por espacio no puedo citar, ponen de manifiesto que el Estado que tenemos, en la actualidad, es como lo definió Marta Harnecker en su libro Qué es la sociedad, un Estado burgués (nombrado así por estar conformado por burgueses y servir a la burguesía, es decir, la clase social dominante hasta nuestros días).

Lo primero que dice al respecto, es que, no siempre existió, la historia demuestra que el Estado como un aparato especial de represión surge en el momento en que la sociedad comienza a dividirse en grupos sociales con intereses antagónicos, uno de los cuales está en situación de apropiarse del trabajo del otro y, por lo tanto, de explotarlo a su favor.

Las dos principales características son: la permanencia de un Ejército, es decir, destacamentos especiales de hombres armados con sus cárceles y otras instituciones represivas, y la existencia de la burocracia, es decir, un cuerpo de funcionarios por encima de la sociedad para poder cumplir con esas tareas y que goza de determinadas leyes de excepción y de una aureola de inviolabilidad particulares.

O sea, si en nuestro país, encontramos un Estado, con esas características, entonces podemos deducir que tenemos un estado burgués, que por tanto servirá a la burguesía, a la clase dominante, entre ellos a los grandes empresarios que están acaparando la mayor cantidad de agua, y matando de sed o enfermedades causadas por escasez del líquido.

Así será mientras existan las clases sociales. Así será mientras vivamos bajo el yugo del capitalismo. Ahora podemos entender, con ayuda de Martha Harnecker, dos cosas:

  1. Que lo que origina la crisis hídrica en nuestro país, es la existencia de un modelo de producción de mercancías que le importa más obtener ganancias económicas a consecuencia del padecimiento de las mayorías.
  2. Que, por su forma de actuar, nuestro Estado puede catalogarse como un Estado burgués, que nos tiene condenados a padecer la dominación de la clase poderosa, con serias consecuencias, como la falta del agua.

Por lo tanto, podemos concluir, dos cosas:

  1. Que un cambio en el modo de producir, sería conveniente y muy necesario. De otra manera, corremos el riesgo, incluso de morir, por la falta de elementos vitales como el agua.
  2. Que urge cambiar de clase social en el poder, en el Estado.

Son tareas difíciles, muy difíciles sí, pero no imposibles. Serán posibles sólo si nos organizamos todos los afectados, como un solo frente de lucha por un mejor futuro.

Hagámoslo ahora, que aún podemos salvar el agua y nuestras vidas.

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