MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La ciencia económica coincide con Antorcha frente al conservadurismo de López Obrador

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El doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y profesor-investigador de la Universidad de Sonora, Joel Espejel Blanco, publicó el pasado martes 17 de diciembre de 2019 un interesante artículo denominado Hacia una Reforma Fiscal en México, en el diario sonorense Expreso en la página 11A, en el que hace propuestas que este servidor ve muy responsables y serias "para lograr recuperar el crecimiento económico y mejorar las condiciones de distribución del ingreso de las familias". El tema nos parece importante dado que desde hace décadas el antorchismo viene proponiendo, tanto en lo teórico como en lo práctico, acabar con la pobreza en México mediante una distribución más justa y equitativa de la riqueza social y para ello hemos propuesto cuatro ejes para el desarrollo y transformación de nuestra Patria, uno de los cuales es una reforma fiscal precisamente en el sentido en que la dibuja el Doctor Espejel. Es decir, vemos una coincidencia de objetivos, dada la concreción con que el científico plantea el asunto.

En su documento, el Doctor Espejel es muy claro: o pedimos prestado ("expandir el gasto deficitario"), con todas las malas consecuencias que eso conlleva para el futuro del país, o se implementa, dice, una "reforma fiscal para incrementar la recaudación como porcentaje del PIB a través de disminuir la evasión fiscal —que más personas físicas y morales, sobre todo de altos ingresos paguen impuestos—, y regularizar a la economía informal por medio de esquemas tributarios justos y equitativos...". Urge el economista a implementar una política fiscal anticíclica en México, en la cual el gobierno proponga medidas para salir del actual estancamiento económico. Resalta el investigador conclusiones similares en el documento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), "Estudio Económico de México 2019"; en la obra "Hacia una Reforma Fiscal para el crecimiento y la igualdad" (UNAM, 2019), de José I. Casar, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM; y en el libro "Esfuerzos mal recompensados: la elusiva búsqueda de la prosperidad en México" (BID, 2018), de Santiago Levy. Destaca el científico sonorense, para los fines que quiere exponer, las ideas de Casar acerca de incrementar "los recursos públicos del Estado, provenientes del cobro de impuestos a los estratos de mayores ingresos, con el objetivo de impulsar la inversión en infraestructura y gasto social –alimentación, salud, educación, justicia-".

Respecto a Levy, el Doctor Espejel destaca que ese autor concluye que "el sistema impositivo, de seguridad social y de protección laboral en México está roto, y el país necesita repararlo para acelerar el crecimiento. Mientras que esto no se consiga, otras medidas serán útiles, pero su impacto será secundario"; destaca también que Levy recomienda la formalización de la economía considerando dos aspectos relevantes, ampliar la cobertura de la seguridad social y aumentar la productividad laboral.

Llama la atención que ninguna de las cuatro fuentes citadas, incluyendo la del propio Espejel Blanco, plantee algo como la necesidad social de más acumulación de capital: asumo que dan por hecho lo que todo mundo conoce: nuestro país es el catorceavo productor mundial de riqueza en el mundo, es decir, riqueza en México sí hay, pero está inequitativamente distribuida y, desde el punto de vista social, injustamente distribuida. Por tanto, la preocupación de los economistas citados ya no es tanto la de producir riqueza (cosa que todos también damos por hecho que debe seguirse produciendo y más todavía), sino la de "mejorar las condiciones de distribución". De allí que de manera lógica, como el calor se transmite de donde hay a donde no lo hay o es menor, la riqueza tenga que trasladarse de donde está acumulada hacia donde hace falta, y el mecanismo socialmente mejor, más efectivo y menos doloroso sea el de imponer tributos, es decir "que más personas físicas y morales, sobre todo de altos ingresos paguen impuestos" y que no los evadan. Es decir, tenemos la coincidencia fundamental de que no será con medidas cosméticas (o sea, según nosotros, repintando de color 4T el modelo económico actual), no será así como se comenzarán a resolver los problemas económicos de México, sino con modificaciones desde la raíz, con un cambio de modelo económico, cuyo pilar o resorte principal sea una recaudación de impuestos de tipo diferente a como se viene realizando en la actualidad y que capacite financieramente al Estado para cumplir esta función.

Tome usted como ejemplo la investigación publicada en el portal del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) en marzo de 2019 "Comparativo de Recaudación. Principales impuestos", que a las claras muestra la injusticia de que venimos hablando: el impuesto al capital en México (a la propiedad inmobiliaria, a la riqueza y a regalos y herencias) representa el 0.3% de nuestro PIB, mientras que en lugares como Estados Unidos es el 4.2% de su gigantesco PIB (con datos hasta donde la gangrena del oscurantismo estadístico permite ver).

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Sin embargo, a pesar de que la ciencia refleja correctamente lo que requiere el país, el contumaz López Obrador se niega a modificar este esquema económico que beneficia sólo a unos pocos y ya sentenció la suerte de los pobres: no habrá cambio alguno, no habrá más impuestos ni creación de otros nuevos, dijo apenas el pasado 26 de diciembre, es decir, con AMLO seguirá siendo válido el mismo injusto sistema de impuestos que viene encadenando al país desde hace al menos cinco sexenios: los pobres seguirán pagando los mismos impuestos y los ricos seguirán evadiendo legalmente, porque legalmente poco deben aportar [valga este dato mundial de la OXFAM (2019): "En 2015, tan solo cuatro centavos de cada dólar recaudado a través de impuestos correspondían a impuestos sobre la riqueza, como el impuesto sobre sucesiones o sobre la propiedad. Estos tipos de impuestos se han reducido o incluso eliminado en un gran número de países ricos y apenas se aplican en los países en desarrollo", como México, señalo yo]. En otras palabras, queda oficialmente descartada una reforma como la que justo aquí se acaba de mencionar. Esto demuestra que es falso que con Morena haya una transformación a fondo, no moverá las cosas ni un ápice, el esquema fundamental se conservará como está. La recomendación de que "el gobierno proponga medidas para salir del actual estancamiento económico" con una política anticíclica y todo lo demás aquí dicho no fue, es ni será escuchada: esa es la respuesta del conservadurista Obrador, a pesar de que estamos ya en crisis económica, de que la pobreza azota a millones y de que la urgencia de las medidas que propone la ciencia son evidentes. Las caídas en la recaudación en el mes de julio pasado, del Impuesto Sobre la Renta (cayó en términos reales en -10.1 por ciento respecto al mismo mes del año pasado) y del IVA (fue de -7.9 por ciento) obligan mínimamente a pensar ¿y de dónde se va a recuperar lo que no se recaudó, pero sí se presupuestó? De lo pobres otra vez. Morena prefiere arriesgarnos a caer en el caos a actuar conforme a la razón.

¿Y entonces, así la dejamos? Claro que no. Afirmamos que la ciencia económica, y todas las ciencias, deben aliarse firmemente con el pueblo organizado, para poder llevar a la realidad sus más certeros análisis. La historia demuestra que sólo el pueblo organizado y consciente es la única fuerza capaz de llevar a cabo reformas y transformaciones profundas y ese es el ingrediente que hace falta a las soluciones que proporciona la ciencia y que Antorcha está construyendo desde hace 45 años también de manera científica, queremos contribuir proporcionando esa fuerza social, activa, ordenada, legal y organizada que pueda emprender con éxito semejante tarea; y a lograr ese objetivo supremo de la patria convocamos a todas las demás fuerzas sociales, mediante la formación de un frente popular unido. Antorcha se transformará más temprano que tarde en partido político y seguirá impulsando el proyecto que forma la esencia de su ser: 1) Una reforma fiscal progresiva: que pague más impuestos quien más gane y viceversa, sin ahorcar a la iniciativa privada pero sin que ésta ahorque a la nación. Los recursos así obtenidos, más los demás ingresos normales producto de las riquezas naturales y otros no tributarios, deberá usarlos el pueblo gobernante para dinamizar toda la economía nacional y beneficiar a toda la población, para industrializar México a altísimos niveles [valga un ejemplo a nivel mundial que da la OXFAM (2019): "Si el 1% más rico pagase solo un 0.5% más de impuestos sobre su riqueza, podría recaudarse más dinero del necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso a la educación, y proporcionar asistencia médica que podría salvar la vida de 3.3 millones de personas"]; 2) crear empleos hasta llegar, de ser posible, al pleno empleo, hasta donde lo permita el modelo de desarrollo no neoliberal; que todo el que quiera empleo digno en México, lo encuentre; 3) elevar salarios hasta que garanticen la adquisición de las mercancías necesarias para lograr un nivel de vida digno y la formación de una clase trabajadora educada, sana, culta, como la requiere una gran nación con un mercado interno firme y básicamente autosuficiente; y 4) lograr así el desarrollo de un Estado fuerte, poderoso, rico, soberano e independiente que eleve el gasto social en salud, educación, alimentación, servicios, obras e infraestructura de todo tipo hasta el nivel que sea necesario para lograr el bienestar real.

Recomponer así a la nación, para que no tenga roto ni descocido su sistema tributario, para no andar poniéndole parches demagógicos al neoliberalismo rapaz sino eliminarlo en los hechos, no de palabra, implica también la defensa del Estado de Derecho que hoy está siendo dinamitado por López Obrador con la sumisión y obsecuencia indignas de una mayoría de diputados federales morenistas, como nunca se había visto; e implica también luchar por hacer válida la independencia de los Poderes de la Nación, poniendo fin a la concentración excesiva de poder sólo en el Ejecutivo.

La corrección del rumbo hacia el caos a que nos está llevando la política obradorista se realizará sólo si una fuerza social importante hace valer la voz de la razón, la ciencia y de los intereses populares y exige a este gobierno federal dicha corrección. El pueblo no debe dudarlo: la reforma fiscal que necesitamos deberá imponerse en México en contra de la actual política conservadora del gubernamental federal: en tanto se llega el momento de que el pueblo gobierne, tenemos que hacer que este gobierno corrija, o al menos intentarlo hasta donde la razón y la prudencia lo dicten necesario. Antorcha ya está puesta, las fuerzas del progreso saben que pueden contar con ella.

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