La pandemia continúa golpeando a los más humildes, la mala distribución de nuestros impuestos por parte de los gobiernos salientes y entrantes, han llevado a la desesperación a cientos de familias humildes, no hay empleo para todos, ni salarios dignos que permita cubrir los gastos de la canasta básica en los hogares, menos para los gastos personales, como tampoco hay un plan para mejorar las colonias y comunidades, en donde la carencia aguda de los servicios más elementales están al orden del día, servicios tales como energía eléctrica, agua potable, caminos, escuelas, centros de salud, tiendas de abasto, etc., y por el otro lado, el acaparamiento de los productos del campo por parte de los más fuertes política y económicamente, toda esta situación pone a México en los primeros lugares en marginación, pobreza e injusticias.
Viendo todo esto, es necesario reflexionar, que haremos los pobres ante esta situación cada vez más crítica, la esperanza de llegar a un país próspero y digno, está lejos de convertirse en realidad y esto nos obliga a ponernos de acuerdos, organizarnos para lograr ser escuchados ante nuestras autoridades.
En Campeche llegó la 4ta transformación con todo el respaldo económico y moral del presidente de la república, ha prometido mejorar la situación de cientos de campechanos y hasta el momento estamos en espera de este prometido cambio. Aunque ya empezamos a sentir las primeras transformaciones en nuestro estado es necesario y urgente estar preparados por lo que viene, para exigir que se cumpla con ese cambio y empujar, si es necesario, para que ahora si nos cumpla. Y esto porque, hay que decirlo, muchas veces nos hemos topado con "políticos", que según dicen sentir indignación ante las carencias y la marginación del pueblo, y muestran en el discurso sensibilidad hacia las demandas elementales de la gente, pero no las resuelven, al contrario, despotrican en contra de las gestorías y lucha de las organizaciones sociales y políticas de los campesinos y colonos, de personas comprometidas con la problemática del campo y la ciudad.
Y este es el primer indicador certero de lo que podemos esperar de nuestros funcionarios, un buen gobernante escucha a su pueblo y estimula su organización, mientras que la masa organizada y consciente, no es aceptada por los malos gobiernos, porque les entorpecen sus intereses personales, les duele hasta el tuétano, que el pueblo se organice y luche por sus demandas.
Pero los antorchistas hemos aprendido, y comprobamos cada administración y cada gestión y lucha que realizamos, que no hay otro camino hacia el progreso que la organización y la lucha del pueblo. Por esta razón es necesario seguir adelante sin temor con nuestra organización, gestionar y luchar por nuestras demandas, que ayuden a mejorar la situación económica y social en la que vivimos, estamos en nuestro derecho de exigir que mejoren nuestras colonias, nuestros salarios, que haya trabajo para todos, que nuestros impuestos no queden en los bolsillos de los gobernantes ni poderosos, si no que se gaste en el bien del pueblo.
Todo lo podemos lograr, pero si estamos unidos y organizados, “solos” no somos nada. Y también por eso hemos aprendido que es necesario poner en el poder a políticos que tengan algo más que un discurso incendiario y agitador, que tengan la inteligencia y el compromiso para lograr las verdaderas metas de desarrollo, que respondan con generosidad y prontitud las carencias de la gente, que sean capaces de diseñar y ejecutar planes y programas ambiciosos que ataquen de raíz, los problemas que han ocasionado la mala distribución de la riqueza. Solo así nuestro futuro será mejor.
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