He de aclarar que no soy un músico profesional, pero eso no quiere decir que no pueda o que no tenga los elementos necesarios para hacer una crítica razonable sobre el impacto que ha tenido este arte en los últimos años.
Muchos dicen que la música no influye en el comportamiento del ser humano, lo cual es una falsedad. La música, diría yo, es uno de los medios más importantes que tiene mucha influencia en el comportamiento del ser humano en la sociedad.
La música que generalmente escuchamos en la radio, televisión, en internet, no busca elevar el nivel cultural de la persona; más bien busca hacer negocio por parte de las grandes empresas del entretenimiento.
La música que generalmente escuchamos en la radio, televisión, en el internet no busca elevar el nivel cultural de la persona (me estoy refiriendo a la música que en los últimos años ha estado en los primeros lugares más escuchados); más bien, lo que se busca es hacer negocio por parte de las grandes empresas del entretenimiento.
Es cierto que con la organización de conciertos se mueve un tanto la economía de una región, pero ¿a cambio de qué? A la gente se le presenta una sarta de frases groseras, que denigran a la persona (generalmente a la mujer), incitan a la violencia, al consumo del alcohol, drogas, y, en el peor de los casos, venerando a organizaciones criminales y líderes.
¿Y qué conlleva el escuchar este tipo de música? Pues a que tengamos una juventud que esté pensando en el sexo, alcohol, fiestas y anhelando pertenecer a algún grupo criminal. Esta música, lejos de remover los sentimientos más elevados, las cuerdas más finas del hombre, mejor saca los comportamientos más bajos y sucios del ser humano, dando la impresión de que, en vez de mejorar como especie, estamos volviendo al estado inicial del ser humano.
El pasado 11 de abril del presente año se dio un hecho inédito en la presentación de un artista muy conocido en todo el país en la feria de Texcoco, que se hace año con año. El cantante fue agredido y, finalmente, junto con su staff, se vio obligado a retirarse del lugar del evento por negarse a cantar corridos que hacen apología al narcotráfico, la violencia y demás.
Los asistentes, al ser informados de que el artista no cantaría ese tipo de música, comenzaron a aventarle vasos con cerveza, sillas y demás, ocasionando destrozos a los instrumentos musicales. Esto demuestra muchas cosas, pero, entre lo más importante, denota el atraso que existe en la cultura de los mexicanos respecto a la música, que, junto con la danza, la escultura, la literatura, el cine, la arquitectura y la pintura, es considerada una de las siete bellas artes.
En Sonora, en las últimas semanas, algunos presidentes municipales, como el de Hermosillo, el de Cajeme y otros más, han tomado la decisión de prohibir que en los eventos se canten los corridos que hacen apología al narco, grupos delictivos y demás.
En lo personal, la medida no se me hace tan mala, ya que alguien debe poner orden en esta sociedad, alguien tiene que implementar medidas para que no se salga de control. Sólo que prohibir algo así, nomás porque está perjudicando a la sociedad, no me parece tan correcto.
Esta restricción debe ir acompañada de una serie de medidas para llenar ese hueco que queda vacío. Por ejemplo, se debe fomentar la creación y práctica de música que sí le traiga beneficios a la sociedad.
Seguramente se hace, pero la gran mayoría no tiene acceso a este tipo de actividades, porque resultan ser caras y los lugares donde se imparten, mucha gente no tiene acceso por su condición económica.
El estado necesita crear espacios culturales. Por ejemplo, en Hermosillo solamente se tienen dos museos, y uno de ellos, que es el MUSAS, es muy poco visitado por la gente.
La Casa de la Cultura realmente no es un organismo que esté a la altura para fomentar la cultura con diferentes disciplinas.
En Hermosillo se organizan grandes eventos como son la carne asada más grande, la rosca de reyes más grande, pero poco veo que se organicen concursos grandes de declamación, de oratoria, de canto y otros más.
Al gobierno le es más redituable organizar y dar difusión a eventos mediáticos que a eventos culturales, y es aquí donde está el problema.
Si realmente se quiere cambiar la mentalidad de la juventud, o de los que no tan jóvenes también, se tiene que ir pensando qué actividades culturales y artísticas se les va a ofrecer a los jóvenes.
¿A poco en nuestro país no tenemos buena música? Claro que sí, ahí están como testigo las bonitas creaciones de Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, sólo por mencionar algunos. ¿Será que en las nuevas generaciones no hay creatividad y talento para poder crear bonitas canciones?
Claro que sí las hay, pero el sistema y la industria musical no las fomentan porque no les dejan ganancia. Termino con este escrito de Aquiles Córdova Morán, que escribió en su libro Conferencias Populares:
“Ante el mito de Orfeo, uno tiene que razonar así: si hay quien cree que la música puede amansar a los tigres, ¿cómo no va a mejorar a los seres humanos? A ustedes los tiene que cambiar la música, los tiene que hacer mejores, y por eso he venido a invitarlos a escuchar buena música.
El que ha aprendido a gustar la buena música popular y la buena música culta, por instinto, por reflejo natural, tiene que empezar a desechar todas esas formas musicales estridentes, pobres en ritmo, en melodía, en construcción y en imaginación que se vende como música para jóvenes porque despierta en ellos los sentimientos más bajos que todavía existen en la naturaleza humana.
Tenemos que dar una batalla muy seria en contra de la música corriente, venga de donde venga, pues es una verdadera desgracia que haya quienes se entreguen a los brazos de esa basura cuando tenemos creaciones tan sublimes como algunas como las que yo he mencionado y como es la buena música popular de México y del mundo”.
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