En la colonia Fuerza Aérea de Acapulco, Guerrero, una telesecundaria que brinda educación a más de 60 estudiantes enfrenta una crisis que amenaza su existencia. A pesar de operar por más de quince años en un terreno donado, la comunidad educativa recibió recientemente un ultimátum: pagar el predio o desalojar antes del 11 de julio de 2025, luego de que el dueño solicitara su propiedad para venderla.
Ante esta situación, alumnos y padres de familia han emprendido una lucha para recaudar fondos y evitar el cierre de la escuela, único centro educativo accesible para decenas de jóvenes de escasos recursos.
La indiferencia oficial contrasta con la urgencia: si la escuela cierra, decenas de adolescentes verán truncados sus estudios, profundizando el rezago educativo en una zona donde las oportunidades de por sí ya son escasas.
Es esta una escuela en condiciones precarias, pero con gran valor comunitario, pues las carencias en la telesecundaria no son nuevas: las aulas y sanitarios están en mal estado, no hay techumbre, por lo que la actividad física y los honores a la bandera se realizan bajo los rayos del sol, que en esta época del año pueden provocar desde una insolación hasta problemas severos en la piel.
Además, a pesar de ser “telesecundaria”, no cuentan con televisión ni con el material didáctico propio de este tipo de instituciones. Pensar en algún ventilador o aire acondicionado es un lujo casi imposible para un centro educativo de esta índole, lo cual refleja el abandono histórico que sufren muchas escuelas en zonas marginadas.
Sin embargo, el mayor problema ahora es la posible pérdida del espacio físico. Para las familias de la colonia —en su mayoría jornaleros, pescadores, empleadas domésticas, vendedores de la playa y amas de casa—, esta institución representa la única opción para que sus hijos concluyan la educación básica sin exponerse a gastos elevados y a la inseguridad que azota el municipio.
Colectas, eventos y la indiferencia de las autoridades frente a la amenaza de desalojo.
La comunidad ha organizado kermeses, rifas, eventos culturales y colectas, con el objetivo de reunir los recursos necesarios para comprar el terreno. La respuesta ciudadana ha sido alentadora, pero no así la de las autoridades.
A pesar de múltiples intentos por establecer un diálogo con la alcaldesa de Acapulco, los padres de familia denuncian una total falta de interés por parte del gobierno municipal para atender su emergencia.
La indiferencia oficial contrasta con la urgencia del caso: si la escuela cierra, decenas de adolescentes verán truncados sus estudios, profundizando el rezago educativo en una zona donde las oportunidades de por sí ya son escasas.
Este caso no sólo expone la vulnerabilidad de la educación pública en contextos de pobreza, sino también la importancia de la organización del pueblo para conquistar aquello que pudiera parecer difícil o incluso imposible. Por ello, se hace un doble llamado:
A la sociedad civil: a sumarse a la causa mediante donaciones o difusión. Cada aportación acerca a estos estudiantes a conservar su escuela.
A las autoridades estatales y municipales: a intervenir de manera inmediata y contribuir con el apoyo económico, para garantizar el derecho a la educación de estos jóvenes.
La telesecundaria de la colonia Fuerza Aérea es más que un espacio educativo: es un símbolo de resistencia y esperanza. Su posible desaparición sería un golpe devastador para una comunidad que ya vive al día.
La solidaridad ciudadana puede marcar la diferencia, pero es indispensable que el Estado asuma su responsabilidad. El tiempo corre, y el futuro de estos estudiantes está en juego.
La educación no es un privilegio, es un derecho. No permitamos que se pierda por falta de acción. ¡Solidarízate!
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