MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Trabajo infantil, consecuencia trágica de la desigualdad social. ¿Qué opinan de esto los aspirantes?

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No cabe la menor duda. Los aspirantes a cualquier nivel, que no sean capaces de convencernos, respecto a cómo piensan garantizar el bienestar social de los niños, las niñas y los adolescentes, no debieran merecer el voto ciudadano.

Hablar de los niños, y de las niñas también, no sólo es referirse al futuro sino también al presente. Hasta cierta edad, nuestros hijos no son buenos ni malos para la sociedad, es el sistema económico, que define a su vez cierto modelo educativo, el que los vuelve sirvientes de lo bueno y de lo malo. Leí hace no mucho, en una de las magistrales conferencias sobre educación infantil, del Pedagogo soviético Antón Makarenko, lo siguiente: "La educación de nuestros niños es la tarea más importante de nuestra vida. Nuestros hijos son los futuros ciudadanos del país y del mundo. Ellos serán los forjadores de la historia. Son los futuros padres y madres, y serán a su vez los educadores de sus hijos. Debemos empeñarnos en que se transformen en excelentes ciudadanos, en buenos padres. Ellos encarnan también la esperanza de nuestra vejez. Una educación correcta nos deparará una vejez feliz, mientras una educación deficiente será para nosotros una fuente de amarguras y lágrimas y nos hará culpables ante el país todo." ¿Qué condiciones nos ofrecen, los que ahora buscan el voto, para una correcta educación de nuestros hijos? Veamos algunos datos.

En la prensa nacional están circulando datos relativos al trabajo infantil, donde se dice que Colima ocupa el quinto lugar nacional en el listado de entidades con mayor tasa de trabajo infantil, con un 17.3 por ciento de niños de entre 5 a 17 años de edad, que realizan algún tipo de empleo. Se dice que los datos proceden del Módulo de Trabajo Infantil (MTI) 2017, difundidos en la página electrónica del INEGI. Los cuatro estados, cuyo porcentaje esta por arriba del nuestro son: Nayarit (19.7), Zacatecas (18.9), Campeche (18.1) y Tabasco (17.9). Si sabemos que la población infantil de Colima, de entre 5 a 17 años, suman 176 mil 457, son entonces 30 mil 527 los menores, que corresponden al 17.3 por ciento que nos otorga el quinto lugar mencionado. Si pudiéramos juntar a todos esos niños y niñas en un solo lugar, serían tantos como todos los habitantes del municipio de Cuauhtémoc, el quinto más poblado de del estado, para poner un ejemplo tangible.

Sigamos. El MTI dice que de los 30 mil 527 menores colimenses que trabajan, a 18 mil 492 los emplean en ocupaciones no permitidas para su edad, violando con esto, lo estipulado en la Ley Federal del Trabajo; de estos niños empleados, 14 mil 201 reciben como pago por su trabajo, menos de un salario mínimo diario, esto es, menos de 80 pesos por día; del resto, a 3 mil 428 menores se les paga entre uno y dos salarios mínimos por su jornada. El informe dice también, que de los 176 mil 457 menores que trabajan, el 94 por ciento acude a la escuela, lo que nos dice que 10 mil 552 no estudian. Aunque habría que ver en qué condiciones acuden a estudiar los menores que sí van, aquí la pregunta es obligada: ¿qué pasará con todos esos más de 10 mil niños y niñas que no van a la escuela? Sin olvidar que estamos hablando de más de 10 mil familias, que por lo menos deben ser casi unos 30 mil votos, ¿no deberían saber esto los aspirantes, y hacer algo para dar con estas miles de familias vulnerables, mínimamente por interés electoral?

El trabajo infantil, como el problema de la inseguridad, son dos aspectos que reflejan el gravísimo deterioro de la vida social, ocasionado por la marcada desigualdad económica que se vive en un estado, cualquiera que sea su tamaño. A estas alturas, en Colima ya no hay duda, de que las graves deficiencias sociales que padece el estado, como la falta de vivienda, de salud adecuada y de calidad, de empleo suficiente y bien remunerado, así como los altos índices de inseguridad y de trabajo infantil, junto con la impunidad y el maltrato que impera en el aparato judicial, son claras manifestaciones de la descomposición social del estado, originadas por la desigualdad económica y social, que han permitido desde hace años, la clase gobernante que, en contubernio con las clases dueñas del dinero, se han apoderado de las tierras de cultivo, de los predios con vocación turística y urbana, de las minas y de las tierras con vocación minera, de las carreteras y autopistas, del puerto y los aeropuertos; en fin, de todo aquello que genera la riqueza que debiera ser de todos, absolutamente de todos los colimenses, pero que ahora, solo lo disfrutan un puñado de elegidos. Es de esto, y de las posibles soluciones, de lo que queremos que nos hablen ahora todos los aspirantes a cargos públicos de Colima.

Finalmente, dada la efervescencia electoral que esta a todo lo que da en el estado, como parte de la dirigencia estatal de una de las organizaciones políticas más numerosas, estructuradas y disciplinadas, me siento obligado a precisar, para todos mis compañeros y amigos, la posición que adoptará el Movimiento Antorchista Colimense, en el próximo ejercicio electoral del día 1º de julio, entendida esta posición, como una más de las muchas recomendaciones, que desde Antorcha sabemos dar para buscar siempre las mejores condiciones, de lucha y de bienestar, para todos los que formamos parte de esta grandiosa organización popular. Fue condición, para todos los que buscaron el apoyo electoral de Antorcha, suscribir con la misma, y por cada municipio, un documento donde se contienen los compromisos a cada necesidad planteada por nuestros compañeros de cada comunidad. Firmaron el documento respectivo, sólo los candidatos de la coalición PRI-PVEM: Virgilio Mendoza de Manzanillo; Lilia Figueroa de Minatitlán; Karla Cortez de Ixtlahuacán; Walter Oldenbourg de Colima; Lucía Valencia de Comala y Héctor Magaña de Villa de álvarez. No firmaron - por lo que no hay ningún compromiso con ellos-, los candidatos de Armería, Cuauhtémoc, ni Coquimatlán. Para las diputaciones federales, Mely Romero y Francisco (Pico) Zepeda fueron los que buscaron el apoyo antorchista. De los dos, sólo Mely prometió gestionar 60 millones de pesos para invertir entre los jóvenes de bachilleratos de los EMSAD y TBC; como no podemos esperar más, veremos.

Cierro este artículo, convocando al antorchismo colimense. Nada ganamos los pobres con apasionamientos partidistas, nada; ya quedó atrás - malamente hasta para los partidistas -, el tiempo de los partidos oficiales y sus banderas, urge velar ahora por los verdaderos y únicos intereses del pueblo. Acabemos con el trabajo infantil en nuestro estado. Hagamos caso a Makarenko y obliguemos a los gobiernos a tomar medidas efectivas; es una vergüenza nacional que nos debe pesar , que en el estado mas pequeño, demográfica y territorialmente de todo el país, no seamos capaces ni siquiera de garantizar para nuestros hijos una vida segura, sana, feliz y educada, como debe ser la vida de todos los niños y las niñas. Nunca debemos olvidar nuestra responsabilidad en esta tarea. Antorcha lo sabe.

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