MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Todos son conservadores

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El 20 de febrero fue asesinado Samir Flores, oriundo de Amilcingo, Morelos, Samir era miembro del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y del Agua, y locutor de la radio Amiltzinko, espacio desde el cuál criticaba la instalación de la central termoeléctrica de Huexca. La muerte de Samir ocurrió diez días después de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunciara en Cuautla la realización de una consulta para decidir si el Proyecto Integral Morelos (que comprende a la termoeléctrica) avanzaba o se cancelaba. En ese evento, visiblemente irritado por las protestas de los inconformes, el presidente espetó: "¡Escuchen! radicales de izquierda, que para mí no son más que conservadores"; casi al final de su discurso, amlo cargó nuevamente contra los inconformes: "Los que se oponen no nos apoyaban. No votaban [...] ahora que llegamos nosotros se levantan los de la extrema izquierda contra el nuevo gobierno [...] Por eso reafirmo que son conservadores", dijo. Días después, un comando armado acabó con la vida de Samir. Por su oposición a la termoeléctrica, y por el tono agresivo empleado por el presidente en Cuautla, el asesinato fue relacionado inmediatamente con el Gobierno Federal.

El funesto crimen ha vuelto a poner en el centro del debate público la intolerancia de Andrés Manuel frente a las organizaciones que no comparten sus puntos de vista. Esta actitud no es nueva. De hecho, los ataques que ha vertido en las conferencias "mañaneras" contra las organizaciones de la sociedad civil pueden ser rastreadas, por lo menos, desde su última campaña, cuando dijo ante las cámaras de Televisa: "Le tengo mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil". No extraña que ahora diga frente a la nación: "Todo lo que es sociedad civil tiene que ver con el conservadurismo. Hasta los grandes consorcios promueven a la sociedad civil [...] Yo no conozco gente de la sociedad civil de izquierda". El telón de fondo de estas declaraciones, ahora y antes, es la tensión que existe desde hace décadas entre López Obrador y ciertos grupos empresariales ocultos detrás de "organizaciones de la sociedad civil", como el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) o Mexicanos Primero. El pleito entre amlo y poderosos empresarios, algunos agrupados en el Consejo Mexicano de Negocios, es viejo.

Si se revisan los discursos presidenciales de los últimos tres meses, inevitablemente se llega a la conclusión de que no hay ninguna organización disidente, del tinte político que sea, que haya merecido, no el apoyo, sino la aceptación de Andrés Manuel. Cuando las organizaciones lo critican "desde la izquierda", como ocurrió con el caso de la termoeléctrica de Huexca, estas se vuelven ultraizquierdistas y "conservadoras". Cuando las críticas le llegan "desde la derecha", como ocurre con el Consejo Mexicano de Negocios, también son organizaciones "conservadoras". A los ojos del presidente, todas las organizaciones que no lo apoyan, independientemente de su posición política e ideológica, son conservadoras. Y como todos los conservados son sus enemigos, así lo ve él, con todos es intransigente. Con él o contra él. Y ¡ay de aquellas organizaciones que no se alineen!, porque pagan caro su atrevimiento.

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Esta es la política que Andrés Manuel ha aplicado también contra el Movimiento Antorchista. Cuando el presidente acusa a los antorchistas de ser "intermediarios" y "huachicoleros", hay, de su parte, un ataque bien calculado para minar paulatinamente la legitimidad de la organización y preparar a la opinión pública para que, en un futuro quizá cercano, aplauda los golpes que seguramente lanzará contra la organización. Porque López Obrador conoce bien a Antorcha. En las calumnias no hay ignorancia suya o mala fe de sus asesores: es un ataque consciente. Es lo que, a su juicio, se ha ganado el antorchismo por no plegarse a la "Cuarta Transformación" (4T) y mantener sus propias banderas políticas e ideológicas. Al principio Antorcha solo era intermediaria, luego se volvió huachicolera, y si no cede a la "izquierda obradorista" en el poder: ¿Qué nueva acusación sigue?

Por lo visto, las únicas organizaciones que acepta la 4T son las que se someten a sus designios. Veamos aquí tres casos. Uno es el de la CNTE. Esta agrupación, que para los gobierno pasados ha representado un problema de importantes dimensiones, hoy es ampliamente tolerada por el Presidente, esto a pesar de realizar protestas como los recientes bloqueos férreos en Michoacán; la única razón por la que AMLO tolera a esta organización es que se plegó a él cuando estaba en campaña y llamó a sus bases a votar por Morena. Otro caso es el sindicalismo de Napoleón Gómez Urrutia. No deja de ser contrastante que, mientras la Secretaria del Trabajo y el propio López Obrador hablan de la democratización de los sindicatos, y enfilan sus baterías contra el sindicalismo charro tradicional, estén dando cobijo a las maniobras de un sindicalismo que no tiene nada de democrático y que, al contrario, es un digno representante de sus vicios más rancios. Y qué decir del cobijo que le ha dado Andrés Manuel a los empresarios que se han subido a su proyecto, como Ricardo Salinas Pliego. Pues no: para AMLO, ni la Cordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ni la Confederación Internacional de Trabajadores de Gómez Urrutia, ni poderosos empresarios como Salinas Pliego, son conservadores.

Pero Antorcha no es la única organización popular que ha elevado su voz de protesta ante los ataques del Presidente y ciertos medios afines. Quizá el caso más reciente sea el de los pobladores de Morelos que, organizados, reprueban la soberbia e insensibilidad presidencial al llevar a cabo la consulta sobre la termoeléctrica, a pesar de que estaba tan reciente la herida dejada por la muerte de Samir. Pero AMLO no se detiene a dar respuestas. Quienes sí lo hacen son algunos de los cuadros intelectuales que se han puesto a su servicio. Uno de ellos es John Ackerman, quien el 25 de febrero escribió en La Jornada: "Llama la atención cómo algunos activistas sociales y organizaciones no gubernamentales de izquierda se pusieron el saco frente a las críticas [...] En lugar de aliarse contra la supuesta "presidencia imperial" de AMLO, estas organizaciones harían bien en aliarse con la Cuarta Transformación". Está claro que para el presidente y sus voceros, las organizaciones populares que discrepan de los dictados del poder (en primerísimo lugar Antorcha) son tan criticables como las organizaciones empresariales contra las que emplean todo su poder de fuego. Andrés Manuel golpea por igual al pueblo y a la élite, a pobres y ricos, a trabajadores y empresarios. Con esta política de "todos son conservadores", ¿a dónde vamos?

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