MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sobre la nueva sección de economía en la mañanera

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El jueves 6 de enero, apenas iniciando 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció una nueva sección de la “mañanera” destinada a informar sobre los resultados económicos del país; esta sección se hará el primer jueves de cada mes. Este anuncio es un reconocimiento implícito de que una buena parte de las críticas a su gobierno vienen o pueden venir desde el flanco económico, mas no un reconocimiento de la delicada situación económica que vive hoy México.

Con el anuncio, el presidente inauguró la primera emisión de la sección. En ella dijo que el peso mexicano sólo se ha depreciado 0.8% en los tres primeros años de su gobierno; que la deuda externa, aunque subió a causa de la pandemia bajó gracias a la recuperación económica, y representa el 50.4% del PIB; que la inflación es más alta que la observada en los sexenios de Enrique Peña y Felipe Calderón, pero es un fenómeno externo; que a su gobierno le tocó enfrentar la crisis económica más dura de los últimos 100 años; afirmó que las bajas en el empleo formal se deben a los tradicionales despidos de diciembre para no pagar ISR, pero que son vacantes que se recuperaran en enero; informó que el sueldo promedio de los trabajadores asegurados en el IMSS es 13 mil 253 pesos al mes; presumió que las remesas son la mayor fuente de ingresos de México, “una bendición”; y finalmente, que 2019 y 2021 son los años con mayor inversión extranjera directa (IED).

No solo la selección de los indicadores presentados, sino también la forma en que se presentan, son una alerta de que esta sección no tiene como objetivo hacer una síntesis de la situación real de la economía del país, sino un manejo parcial de la información para sostener el discurso engañoso del presidente de que la economía mexicana va viento en popa y que ello se debe a su correcta política económica.

Primero, en su lista de récords y buenos indicadores, el presidente coló el flujo de remesas, cuyo desempeño refleja más bien la política de gasto público de los EEUU y no el buen desempeño de nuestro gobierno o de la economía mexicana en general. Segundo, con base en el crecimiento observado en las últimas cuatro décadas, varios economistas han puesto en tela de juicio los aportes que la IED y la estabilidad cambiaria hacen al crecimiento. Esta inversión crea cada vez menos empleos, tiene un débil efecto de arrastre y la mayor parte de su valor generado tienen como destino su país de origen; por ello, su desempeño no se corresponde de forma importante con la mejora económica del país. Tercero, los malos indicadores ni se mencionan, aún cuando reflejen con mayor dureza la difícil situación económica del país, por ejemplo, el deterioro del mercado de trabajo. La recuperación del empleo se alimenta principalmente de la informalidad y los ingresos salariales de los trabajadores se han precarizado. En 2021, la población que percibe de 0 a 2 salarios mínimos aumentó y la que gana más de 2 salarios mínimos se redujo (El Economista, 20 de enero de 2022). Además, 2021 cerró con una brecha laboral de 15.2 millones de personas, entre desempleados, desocupados e inactivos pero disponibles para trabajar. Mientras tanto, las expectativas de crecimiento de la economía mexicana han sido modificados a la baja por al menos tres grupos de análisis, Bank of America, Credit Suisse y Citibanamex. 

Por último, el presidente nos queda a deber el análisis sobre el bienestar, pilar de su narrativa respecto a su política económica. Nada de ello se mencionó. A pesar de que en varias ocasiones el presidente ha manifestado su desconfianza en indicadores como el PIB, no hizo más que elegir indicadores macroeconómicos favorables y presentarlos de forma parcial y engañosa.

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