MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Fracasó “abrazos no balazos” de AMLO

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Además de los fracasos confirmados en educación, salud, generación de empleo, economía y otros, el gobierno de la Cuarta Transformación emanado de los reductos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, pasará a la historia como el sexenio más violento en México, rebasando ampliamente los homicidios registrados durante anteriores períodos como los de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

No vayamos tan lejos, ahí están las cifras frías y contundentes, que hunden los “otros datos” que dice tener el mandatario mexicano, con más de 121,655 homicidios registrados, que revelan por igual el fracaso en materia de seguridad nacional, donde tampoco dio resultado la frase lapidaria de “abrazos, no balazos”.

La periodista Lidia Arista, ha plasmado con exactitud la realidad que se vive en ese aspecto en el país, señalando que el gobierno del presidente López Obrador se perfila a ser el más violento de la historia de México.

Ello, partiendo de que, en 42 meses de la actual administración, se han registrado 121,655 homicidios dolosos y feminicidios, con lo que ya se superaron las 120,463 muertes violentas ocurridas durante el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa, cuando se inició la guerra contra el narcotráfico, y está a poco más de 34,000 de rebasar la violencia registrada de su antecesor Enrique Peña Nieto.

Como se recordará, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), registró que, en los 60 meses de Calderón, se registraron 120,463 muertes violentas. Mientras que, en 42 meses del actual gobierno, las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), marcan 118,192 homicidios dolosos y 3,463 feminicidios, que sumados alcanzan las 121,655 muertes violentas.

A pesar de ello, en sus acostumbradas mañaneras, el promotor de la llamada 4T insiste en señalar que todo avanza sobre ruedas y que se ha logrado brindar seguridad al pueblo de México, responsabilizando a gobiernos anteriores de las muertes violentas que se tienen hasta hoy a nivel nacional; “porque así me dejaron el país, es una herencia maldita que nosotros hemos combatido en buena medida”, afirmaría en su propio escenario.

A su vez, el experto en seguridad y coordinador del diplomado en Seguridad Nacional y Gestión del Riesgo de la Ibero-Puebla, Víctor Hernández, afirma lo siguiente: “Ya rebasamos los homicidios dolosos registrados en el gobierno de Felipe Calderón y dada la tendencia actual, no tengo duda de que vamos a rebasar el número de Enrique Peña Nieto que fueron más de 150,000. La tendencia está muy clara, este sexenio va a ser el más violento de la historia moderna de México”.

López Obrador en algún momento también comentó que habría de pasar a la historia como el mejor presidente que hubieran tenido los mexicanos y pugna por todos los medios a su alcance, con el poder gubernamental, dejarle a la patria a un sucesor emanado de las filas de su partido Morena, de las diversas corcholatas que él mismo le ha presentado a los ciudadanos, poniendo especial cuidado en no referirse a la realidad del país, donde faltando meses para concluir su mandato se superarán los 156,000 homicidios de Enrique Peña Nieto.

En su necedad de seguirle mintiendo a sus compatriotas, el presidente lanza la acusación hacia administraciones del pasado, señalando que de haber sido ellos quienes le pegaron un garrotazo al avispero, pero poniéndose en evidencia con medios informativos que, a nivel internacional, le han publicado su acercamiento a la madre de uno de los capos más temerarios que ha tenido la nación, Joaquín “El chapo” Guzmán.

Por supuesto que se podría decir que López Obrador no es responsable de iniciar la crisis de inseguridad, de lo que sí es responsable es de continuarla porque a la misma estrategia le siguen los mismos resultados.

El mandatario número 65 en México está consciente de que actualmente son alrededor de 12 organizaciones que se disputan el territorio nacional, generando una crisis de violencia enorme, donde gente inocente pierde la vida, donde se están sembrando pueblos fantasmas, todo, bajo una impunidad creciente, donde no hay capos importantes detenidos y donde lo único es que se ha bordado sobre los detenidos en anteriores administraciones y se venden las propiedades que han sido decomisadas por el pasado, pero nunca por la actual administración.

Circula en redes sociales y medios informativos del mundo entero, el hecho de que López Obrador, tenga una relación de protección con el crimen organizado. Esto, a partir de una ocasión en que quedó grabado cuando saludó a la madre de Joaquín "El Chapo" Guzmán y por liberar a uno de los hijos de ese narcotraficante, Ovidio Guzmán; también por ofrecer como estrategia una política de "abrazos, no balazos" y por asegurar que a los delincuentes se les respeta porque son humanos.

La mayor parte de los homicidios, 75 por ciento, tienen que ver con enfrentamientos entre grupos de las bandas. Sólo hay algunas, por ejemplo, esta del Estado de México que se meten mucho con la población por la extorsión, a dominar en mercados, a cobrar derecho de piso, pero por lo general las bandas grandes tienen que ver con al narcotráfico, explicó el presidente en su conferencia matutina de un 15 de junio.

Se puede advertir, entonces, que los homicidios no solo no han disminuido desde 2006, sino que se han triplicado. No se han reducido tampoco otros delitos, tampoco se ha reducido el consumo de drogas, al contrario, se ha triplicado, y también se dispararon los indicadores de violación de derechos humanos.

Todo ello, abordará en la consecuencia de una cuestión innegable, López Obrador no pasará a la historia como el mejor presidente que se haya tenido, sino como el peor mandatario que llegó para acrecentar la muerte de sus compatriotas. Esos que ya no creen en los abrazos, no en los balazos.

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