MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Regreso a clases: ¿preocupacion por la educación o manera de acabar con los pobres?

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Nurit Martínez cabecea así su nota en elsoldemexico.com.mx: “Anuncian clases presenciales aun con Semáforo Epidemiológico en Rojo”. En el cuerpo de la misma se lee: “El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador hará que el asistir a clases sea una actividad esencial, en medio de la pandemia de covid-19, y que no estará sujeta a restricciones aun cuando el semáforo epidemiológico esté en rojo; además, que para ello dará atribuciones legales a la Secretaría de Educación Pública (SEP) con una nueva modificación legal a los lineamientos del semáforo epidemiológico, anunció el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell”.

“En la reunión virtual de los jueves con los gobernadores del país, el subsecretario dijo que “el semáforo vigente… requiere que liberemos la posibilidad legal de la SEP, de poder llamar a las aulas cuando se tiene semáforo superior al amarillo (es decir rojo, ECM). Entonces, ése es el ajuste que vamos a hacer, para distinguir que el sector educativo tiene alta prioridad, ajuste análogo, conceptualmente el mismo de hecho, de las actividades esenciales que habíamos considerado en la jornada de Sana Distancia”.

El presidente y López-Gatell no tienen que hacer absolutamente nada para que padres y madres de familia, maestros y educandos, acepten como una actividad esencial a la educación. De eso están plena y absolutamente conscientes y si hasta hoy no envían a sus hijos a la escuela, aún y cuando son los primeros en sufrir las consecuencias de esta medida, es porque no encuentran ninguna seguridad para que sus hijos reciban clases en las mejores condiciones posibles y con las medidas sanitarias indispensables para su salud, hoy amenazada gravemente por la pandemia.

Para sustentar esta aseveración (por si hiciera falta), quien suspendió la asistencia a clases fue el gobierno de la República, al convencerse después de mucho tiempo e infinidad de remilgos de la gravedad de la pandemia, medida que tuvo que ser aceptada por los involucrados ante el peligro de poner en grave riesgo la vida de sus hijos… Ahora bien, ni la gravedad ni la intensidad de la pandemia han disminuido, y el gobierno tampoco ha tomado acciones serias y efectivas, tales como la vacunación a estudiantes, maestros y familiares de los educandos, para decretar el regreso a las aulas, y tampoco se ha implementado programa alguno de mantenimiento a aulas que, vandalizadas antes y durante la pandemia, se encuentran semidestruidas, sin luz, sin agua, sin computadoras, sin butacas, sin pizarrones y sin sanitarios para el regreso a clases del estudiantado con los menores riesgos y en las mejores condiciones  posibles.

Entonces, ¿cuáles son las razones sobre los que se sustenta la disposición presidencial de tornar a las aulas aun con semáforo rojo? Así, el ajuste que propone el gobierno no es otra cosa más que el alumnado, aun con el semáforo inmunológico en rojo deberá ir clases. ¿Para volver a los orígenes del problema suspendió año y medio las clases el gobierno? ¿Sólo año y medio tuvieron posibilidad de estar relativamente fuera de peligro, para enviarlos hoy a una muerte segura? 

Por tanto, el argumento de que la actividad educativa es una actividad esencial, no es más que la forma descarnada de decir que vayan los niños a clases, se muera quien se muera, igual como sucedió al declarar como actividad esencial abrir mercados, centros recreativos, restaurantes, retorno del ambulantaje en cantidad mayor, etc., etc., pero guardando la sana distancia. Así, pues, no es más que una forma de decir que la “Muerte tiene permiso”, parafraseando a Edmundo Valadés. Es otra manera de ocultar el crimen que se comete contra los pobres, ahora en el sector estudiantil, como antes y con los mismos argumentos se hizo con los trabajadores, empleados, vendedores ambulantes, choferes, maestros y personal de salud, usando el manido argumento de que esta disposición tiene como propósito esencial, el bienestar el estudiantado, aunque, en la búsqueda de ese supuesto bienestar, no importe que el semáforo se encuentre en color rojo. En pocas palabras: bien vale la pena arriesgar la vida en la búsqueda de la tan ansiada prosperidad.

La cruda verdad es que se está enviando a una muerte segura a la niñez y a la juventud mexicanas, de la que se salvarán los que puedan sufragar los altos costos del tratamiento provocado por la pandemia del Covid-19, tal y como sucedió con los trabajadores que fueron autorizados a salir a ganarse su sustento diario, para no morir de hambre en la casa, pero sí de covid-19. Los más de doscientos cincuenta mil fallecidos son prueba irrefutable de lo aquí digo.

Por tanto, el problema no reside en dilucidar si la educación es una actividad esencial -ése es un argumento baladí, es un falso problema, es una disyuntiva falsa-, el problema real consiste en cómo tornar a clases con los menores riesgos posibles. La única posibilidad hasta hoy factible es la vacunación de todos los padres y madres de familia, alumnado y maestros; responsabilidad única y exclusiva del gobierno de la República, responsabilidad que hasta hoy se ha negado a asumir, solución sobre la cual no se pronuncia el gobierno, a pesar de peticiones públicas hechas por grupos estudiantiles como la FNERRR, por organismos empresariales como la Coparmex, por sindicatos y por asociaciones de padres de familia y maestros.

No hay respuesta clara y contundente en la que el gobierno de la República asuma la responsabilidad constitucional de constituirse en vigilante y promotor de la salud de todos los mexicanos. Si no lo hace, es porque no le interesa la educación de los mexicanos, porque no quiere asumir su responsabilidad y porque quiere esconder con palabrería vana su absoluta y total despreocupación por la salud y la vida de los pobres del país.

En aras de complacer a los dueños del capital que, ante la falta de la venta de sus productos, exigen libertad de tránsito, apertura de negocios y de asistencia a las aulas para mejorar su economía e intentar revivir a pequeñas y medianas empresas que dejó morir a pesar de los gritos desesperados de auxilio lanzados oportuna y dramáticamente, lanza al estudiantado a una muerte segura igual que lo hizo con los trabajadores.

Dice el adagio popular: “hechos son amores y no buenas razones”. ¿Realmente le preocupa la educación de los mexicanos? ¿Quiere la superación del país vía la educación? Que vacune y asunto arreglado. Si no lo hace, quedará claro, sin dudas de ninguna especie, que no quiere la superación de México y de los mexicanos. Y si la busca lo hace a muy altos costos, tan altos como es la vida de miles de mexicanos, dejando de comprar vacunas, soslayando la reparación y conservación de aulas, y gastando en contrario miles de millones de pesos en la construcción de sus caprichos sexenales, únicamente para la satisfacción de su ego. 

Es necesario dejar sentado, puntualmente, que no me inspira ningún odio, rencor o mala fe contra de ningún morenista. Las ideas aquí expuestas, son inquietudes que como mexicano no deben dejar de preocuparnos a todos los que verdaderamente queremos un México más justo, más libre, más democrático y más revolucionario. Los que sólo se preocupan por defender lo indefendible para conservar canonjías, prebendas y así obtener privilegios, sin intentar analizar las graves consecuencias de políticas equivocadas. Han perdido gravemente la solidaridad, la colaboración mutua, el establecimiento de relaciones sociales verdaderamente humanas, que son las que diferencian a los seres humanos de los animales; y con esta pérdida se convierten en formadores de una sociedad cimentada en la envidia, la mala fe, la desunión, cuyo resultado final amenaza la extinción del mismo género humano, el cual debemos conservar como un reto, que se convierta en nuestra mística y en nuestra razón de vida.

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