MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Por qué no funciona la política de contención contra China?

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El concepto de política de contención fue acuñado en Estados Unidos durante la Guerra Fría. El planteamiento teórico fue hecho por el politólogo George Kennan y la implementación por el presidente Harry S. Truman a partir de 1947. El objetivo era contener la expansión del comunismo en el mundo para evitar el fortalecimiento de la Unión Soviética. Con esa finalidad, Estados Unidos apoyó económica, política y militarmente a gobiernos anticomunistas en Europa, Asia, África y América Latina. El Plan Marshall, la guerra civil en Grecia y la guerra de Corea fueron parte de esta estrategia. La política de contención continuó con Dwight Eisenhower bajo otro nombre: la “teoría del dominó”. Esta teoría afirmaba que si caía un país capitalista más, entonces todos los demás países capitalistas se derrumbarían uno a uno en una reacción en cadena, como sucede con las fichas de dominó. La Guerra de Vietnam, el golpe de Estado a Jacobo Árbenz en Guatemala y el macartismo dentro de Estados Unidos fueron parte de esta política. Hasta el fin de la Unión Soviética, Estados Unidos aplicó esa política de contención apoyándose en golpes de Estado, dictaduras, invasiones militares, financiamiento y persecución interna.

Pero después de la Guerra Fría la política de contención se volvió innecesaria, pues ya no había otro competidor en la escena internacional que pudiera disputarle a Estados Unidos su hegemonía. Fue el periodo del mundo unipolar, entre 1990 y 2011. Mientras la política exterior estadounidense hacía destrozos en Irak, Afganistán, Libia, Siria y en todo Medio Oriente, China y Rusia emergían como nuevos polos de poder. Con el Partido Comunista a la cabeza, China se había consolidado como una potencia regional, y Rusia, bajo el liderazgo de Putin, había puesto fin a la debacle postsoviética para enfilarse nuevamente hacia el desarrollo. Rusia era una potencia militar, pero económica y políticamente no representaba ningún peligro para la hegemonía estadounidense. En cambio, las capacidades económicas, tecnológicas y políticas de China comenzaron a ser percibidas por Estados Unidos cada vez más como una amenaza a su predominio.

Las relaciones “amistosas” que habían prevalecido entre Estados Unidos y China desde la visita de Richard Nixon a Mao, en 1972, llegaron a su fin. A partir de 2011, el gobierno de Barack Obama emprendió una nueva política eufemísticamente llamada “Pivote a Asia”, pero que en realidad estaba orientada a contener el crecimiento de China. La política de contención que ha aplicado Estados Unidos desde entonces puede dividirse en cuatro rubros: económica, militar, tecnológica y política.

Empecemos por el aspecto económico. El principal objetivo es disminuir la tasa de crecimiento de la economía china (si es posible hacerla decrecer) y al mismo tiempo lograr que la aletargada economía estadounidense tenga un nuevo empuje. Obama diseñó una estrategia en el centro de la cual se encontraba el Tratado Transpacífico, también conocido como TPP. El propósito era crear una red comercial entre países del Pacífico, excluyendo a China, con la idea de restar competitividad a los productos chinos. La llegada de Trump a la presidencia estadounidense arruinó esa estrategia, pues el nuevo mandatario tenía otros planes: sacó a Estados Unidos de ese tratado y optó por imponer tres medidas: 1) sanciones comerciales unilaterales a China, 2) llamar al desacoplamiento económico, es decir, que las empresas estadounidenses salieran de China, 3) llamar al nearshoring, o sea, que las empresas estadounidenses regresaran al territorio estadounidense o al menos cerca de él, en países como Canadá o México. En este aspecto, Biden ha sido un continuador de las políticas de Trump.

En el terreno militar el principal objetivo ha sido poner un cerco a China para asestarle un golpe mortal cuando así lo decida el alto mando estadounidense. En este sentido, Estados Unidos impulsó la formación del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, mejor conocido como Quad, con India, Japón, y Australia; fundó el bloque militar AUKUS, con Australia y Reino Unido; envía armas, municiones y asesores a Taiwán, su “portaviones insumergible” como lo llamó Douglas MacArthur; estrecha sus relaciones militares con Japón, Corea del Sur, Filipinas y Tailandia; y permanentemente realiza ejercicios militares en la región, patrullando los mares y los cielos. En uno de los movimientos más recientes, ha impulsado el discurso de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene que hacerse presente no solo en Europa, sino también en Asia-Pacífico.

Tecnológicamente, Estados Unidos busca que China no se coloque a la vanguardia del desarrollo tecnológico en áreas clave, como la inteligencia artificial, redes 5G y los chips más avanzados. De ahí que empresas chinas como Huawei hayan sido sancionadas, además de la persecución contra TikTok y las prohibiciones de exportar semiconductores a China.

Políticamente, el objetivo es aislar a China. Para ello difunde falsos señalamientos contra su sistema político, contra el trato hacia las minorías étnicas, contra la situación de las regiones autónomas, de los derechos humanos y contra el Partido Comunista. Sus pronunciamientos no solo son propagados por las grandes cadenas mediáticas occidentales, sino también por los países que han decidido alinearse con la estrategia estadounidense, como los del G7.

¿Cuáles han sido los resultados de esta política de contención? Económicamente, China mantiene un crecimiento vigoroso. El hecho de que haya sido el único país importante que creció en 2020, el año de la pandemia, expresa con claridad las enormes capacidades del gigante asiático. Por otro lado, iniciativas globales como la Franja y la Ruta no han podido ser entorpecidas y ni siquiera emuladas por Estados Unidos, además de que la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), impulsada por China, y que entró en vigor en 2022, es el acuerdo comercial regional más grande del mundo. De hecho, según el Banco Mundial, desde 2014 China ya destronó a Estados Unidos como la economía más grande, si se mide el PIB por paridad de poder de compra.

Militarmente, China tiene la Organización de Cooperación de Shanghái donde participan los países de Asia Central, mantiene muy buenas relaciones con Rusia, Corea del Norte, Irán, Sudáfrica, entre otros, además de que ha modernizado eficientemente sus fuerzas armadas para colocarse como el tercer ejército más poderoso, detrás de Estados Unidos y Rusia.

Tecnológicamente, China sigue obteniendo logros importantes en el desarrollo de telecomunicaciones y otros rubros. Las dificultades derivadas de la guerra comercial y tecnológica lanzada por Estados Unidos han presionado a China para que sea capaz de fabricar elementos que anteriormente importaba, como los semiconductores. Desde hace años, China es el país del mundo que más patentes registra, lo cual habla del desarrollo científico y tecnológico, así como del sistema educativo de calidad que tiene el país.

Políticamente, China ha incrementado su presencia en el mundo. Los países latinoamericanos, africanos y asiáticos cada vez cuestionan más los discursos difundidos desde Washington y cada vez se resisten más a obedecer las indicaciones emitidas por Estados Unidos respecto a China. Probablemente uno de los mejores indicadores para medir la presencia de China sea el número de países que ha firmado un memorando para pertenecer a la Iniciativa de la Franja y la Ruta: más de 150 en todo el mundo. Por otro lado, el empuje de los BRICS, así como su crecimiento, muestran la incapacidad estadounidense para seguir controlando la agenda política global.

En conclusión, la política de contención contra China no está obteniendo los resultados económicos, tecnológicos y políticos esperados. Quizá el rubro donde más avance ha tenido Estados Unidos es el militar, pues tiene rodeada a China por el mar. Sin embargo, el fortalecimiento militar de China, y la cooperación de seguridad con Rusia y otros países, permite disuadir posibles ataques estadounidenses. Al menos así ha sido hasta ahora. En cualquier caso, Xi Jinping ha llamado a sus fuerzas armadas a estar preparadas para entrar en combate real en cualquier momento.

El materialismo histórico-dialéctico enseña que la materia existe siempre en movimiento, que no puede existir de otra manera y que lo único permanente es el cambio que generan las contradicciones internas. El mundo bipolar de la Guerra Fría cambió al mundo unipolar posterior y este también está cambiando ya. Es inútil resistirse al cambio. La política de contención que Estados Unidos aplicó en la Guerra Fría le dio resultados; ahora, al aplicarla nuevamente ya no funciona. El mundo ya no es el mismo, ya cambió. Ni Estados Unidos es ahora una potencia en ascenso ni China es la nación empobrecida de antaño. La política de contención no funciona porque Estados Unidos se niega a perder su hegemonía, sin darse cuenta de que en realidad la perdió ya hace años. En el fondo esa es la causa por la que no funciona la contención contra China, así como tampoco funcionaron las sanciones impuestas a Rusia por la guerra en Ucrania. Sin embargo, el cambio del mundo no es algo que llegue solo, como acción divina, sino que es resultado de las contradicciones internas del fenómeno: de la lucha entre los países imperialistas y los antimperialicstas en el terreno internacional, y de la lucha de clases en el ámbito nacional. Todos tenemos un papel que jugar para construir un mundo más justo y equitativo.

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