Para nadie es desconocida la difícil situación que cientos de familias están atravesando en estos momentos tras el paso del huracán “Otis” el pasado 24 de octubre por el estado de Guerrero, hecho lamentable y de grandes magnitudes, catalogado por expertos como uno de los eventos meteorológicos más devastadores en la época actual.
Pero esa fue solo la primera tragedia que padecerían nuestros hermanos de aquel estado. De los 81 municipios que tiene Guerrero, primero 47 fueron declarados, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) como desastre natural por la ocurrencia de lluvia severa, vientos fuertes, inundación fluvial y pluvial.
Pero el pasado 3 de noviembre, la coordinadora nacional de Protección Civil del gobierno, Laura Velázquez Alzúa, modificó la declaratoria pasando de los primeros 47 a solo dos municipios, Acapulco y Coyuca de Benítez, por los cuantiosos daños presentados.
La segunda tragedia que azotaría al pueblo guerrerense seria la nula acción inmediata por parte de las autoridades de los tres órdenes de gobierno, en particular del Gobierno federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Morena se convirtió en el desastre de México: está acabando con todo bajo la excusa de que todo es fuente de corrupción.
Y ya no es extraño que, ante este tipo de situaciones, o cualquier situación que requiera puntual atención, el mandatario federal maneje un discurso para justificar la ineptitud, la ineficiencia, la mediocridad y la falta de sensibilidad para con los cientos de mexicanos afectados por parte de su Gobierno.
Lo que da a entender con esa actitud es el nulo interés de resolver, de apoyar, de mandar un mensaje que mitigue el dolor de las familias; para él eso no es tan importante como el tren Maya, como la refinería de dos bocas o como el aeropuerto de Santa Lucia. Pero dentro de lo malo, lo bueno: ahora no culpó a Felipe Calderón, Peña Nieto o a la mafia del poder de lo sucedido.
A todo esto, se suma que los millones de mexicanos que desean apoyar con víveres a las familias guerrerenses que hoy necesitan de todo nuestro apoyo, se topan con que sólo el Gobierno puede entregar esos apoyos; si alguien desea colaborar tendrá que ser a través de las autoridades. Un golpe más al pueblo.
En fin, hoy es la tragedia en Guerrero, pero con Morena a la cabeza, los mexicanos estamos padeciendo un huracán de destrucción, desde la cancelación del Fonden, la desaparición del Seguro Popular y la creación del ya extinto Insabi, la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la violencia que ha dejado más de 156 mil homicidios, la ola de corrupción que se vive en las dependencias, la falta de medicamentos, los hospitales en pésimas condiciones, las carreteras federales destruidas, los miles de desaparecidos, los estados en sequía y sin apoyo, el campo abandonado, la persecución y difamación a periodistas, organizaciones sociales, gobiernos de la oposición y a todo aquel que no simpatice con las ideas del inquilino de Palacio Nacional.
Morena se convirtió en el desastre de México: está acabando con todo bajo la excusa de que todo es fuente de corrupción, todo es neoliberal, todo lo creado por los gobiernos anteriores debe desparecer, y la ambición de este partido y sus líderes es más peligroso que el huracán “Otis”. Se vienen las elecciones del 2024 y es la oportunidad de disipar la ola morenista que sólo causa destrucción.
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