MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Morena atenta contra la verdad

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Marchas, mítines, diálogos, protestas o cualquier forma de expresar la inconformidad en contra del gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, parecen no tener efectividad para conseguir que coloque la lupa en algunos problemas graves. Uno de ellos, la ola de asesinatos de periodistas que ha colocado a México como uno de los países más mortíferos para ejercer esta profesión, peleandose el primer lugar con Afganistán; un país que lleva en guerra varios siglos. 

¿Oor qué ninguno de estos intentos ha logrado que el presidente proponga medidas para frenar esta avalancha de sangre? Uno de los principales motivos se debe a que las opiniones más extraordinarias de la prensa giren alrededor de su mal gobierno.

El asesinato de los periodistas, como el asesinato de cualquier ciudadano de cualquier país es, sin duda, un tema delicado, triste y desalentador, sobre todo cuando esas muertes son resultados de la impunidad tan feroz como la que hoy se vive en México.

Los casos no se tratan de temas aisaldos, son miles de periodistas mexicanos y del extranjero que se han proclamado a favor de que el gobierno frene esta injusticia.

El ambiente en el país es escalofriante para el desarrollo del periodismo, debido que si comparamos estadisticas mundiales, México tiene el 6 por ciento de asesinatos; comparado con los demás países de Latinoamérica (LATAM), en nuestro país se concentran tres de cada 10 asesinatos en agravio de comunicadores. 

Las estadísticas son anormales cuando nos damos cuenta de que México tiene solamente el 2 por ciento de la población mundial y el 20 por ciento de la población de LATAM, las tendencias son preocupantes, sobre todo si hacemos comparación entre la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón y este que se describe como el gobierno más flexible en comparación con los que han pasado.

En México no debería normalizarse que la muerte de periodistas se trate de hechos que pasan comúnmente, cuando existen estadísticas que demuestran que en lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han registrado más muertes de periodistas; 149 muertes desde el año 2000, dice el seguimiento de información de Artículo 19; 29 crímenes se han cometido en lo que va del actual gobierno y 4 solo en lo que va de 2022. Roberto Toledo, Lourdes Maldonado, Margarito Martínez y José Luis Gamboa, han puesto de nuevo el foco rojo en esta situación.

La muerte de estos últimos periodistas se denunció como problemas que se desencadena por el narcotráfico, pero el narcotráfico, como muchas deformaciones sociales, no es un problema exclusivo de México y si comparamos la estadística con Colombia, que es uno de los países con mayor índice de delincuencia organizada, el número de muertes de periodistas mexicanos es porcentualmente más elevado. 

Algunas muertes que sí han ocurrido por causas parecidas son de periodistas que conocen los problemas relacionados con algun gobernante, o policías locales o estatales, y son asesinados para que no se conozca dichas conspiraciones.

Relacionado con lo anterior, la alta precarización de la profesión, no la formación, sino a las condiciones de trabajo en que se desarrolla, es una muestra elevada de una conspiración con la impunidad para evitar el crecimiento de este sector, el abandono y los ataques no son de ninguna manera una casualidad.

La muerte de periodistas es un túnel que pareciera no tener salida. ¿Con quién pudiera acudirse cuando el gobierno es el principal implicado en estos problemas? Es, pues, el gobierno el mismo que no brinda protección ni respeto por esta profesión.

Pero no se trata solo de la muerte o las condiciones de trabajo del sector periodístico, sino del atropello de los derechos de los ciudadanos y el abuso de poder cada vez más evidente. 

En México, el periodismo, como muchos otros sectores, se encuentra ya en línea de resistencia, lo que antes se disimulaba con gobierno anteriores que ofrecían por lo menos un discurso disfrazado de condolencias, ero en el gobierno lopezobradorista, del que pudiera esperarse algo más que un discurso, se reciben solo condenas, ataques y desprestigios bajo una bandera que ha estado presente en cada mañanera como la prensa fifí, la prensa está en contra de la verdad, los periodistas son vendidos e, incluso, difamaciones como que los periodistas se hacen matar solo para desprestigiar al gobierno. Estas expresiones son ya, sin duda, osadía por parte del presidente de la república, mismas acciones que han llevado a una parte de la sociedad a no apoyar la lucha por la que se enfrente actualmente esta profesión. 

Es momento de que los mexicanos veamos este problema no solo como parte del gremio, sino como una amenza más a los derechos elementales, a la libertad de expresión, al derecho de saber y tambíen a la facultad de informar. 

En este sentido López Obrador parece ocupar el poder de todas las dependencias, con tal de que la verdad quede cada vez más oculta, y espera como resultado que ya nadie quiera atreverse a defender con honor la verdad de los tiempos. Callar a la prensa para evitar la malversación del gobierno no ayuda, sino que acelera las condiciones para que el pueblo repudie esta forma de hacer política. 

 

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