Es cierto que el nivel de cultura en salud que tenemos los mexicanos no se compara con el cubano o cualquier país de primer mundo. Esto se manifiesta a diario en nuestro actuar y forma de comportarnos, descuidando nuestra alimentación, al no realizar ejercicio, no llevar un chequeo médico periódico, ambiente provocado por estar rodeado de un mundo de alimentos procesados de muy mala calidad, con exceso de azúcares, grasas, conservadores, etc., todo esto como consecuencia de una macroeconomía y una falta de cultura alimenticia. Esto nos ha traído graves consecuencias terribles en un sin número de enfermedades crónicas que padecemos los mexicanos como obesidad, diabetes, hipertensión, problemas cardiacos, etc. y desde hace casi nueve meses se ha sumado la covid-19, encontrando tierra fértil en una población vulnerable. La pregunta es por que en otros países con características de la población similares a México en los aspectos que se han comentado no tienen las mismas cifras de contagiados y fallecidos. Porque los gobiernos han aplicado pruebas y llevan un rastreo de contagios, no aceptaron que el uso de cubrebocas fuera voluntario —porque obligar a los ciudadanos a usar un cubrebocas fuera un "atentado contra las garantías individuales”&mdash, sumando otras medidas que no se implementaron a tiempo y correctamente por el gobierno mexicano en sus diferentes niveles, la iniciativa privada y la ciudadanía, medidas cuya inexistencia ha traído durante nueve meses de pandemia consecuencia incalculables, hasta alcanzar más de 100,000 muertos y 1 millón de contagiados, según las cifras oficiales, datos que distan mucho de la verdadera realidad.
En nuestro país no contamos con un sistema estadístico eficiente y confiable que mida el mal por municipio y estado, que lleve un registro puntual y preciso de cada uno de los contagios y fallecimientos, desde que inició la pandemia, por eso hasta ahora las cifras son dudosas e inciertas, pero no por ello dejan de reflejar un desastre en los hogares, negocios y vida de cada uno de los mexicanos, como el daño en la salud mental que ha provocado el encierro durante meses, pérdida de un ser querido en más de 100,000 familias, más las que se acumulen en los próximos meses y los miles de empleos perdidos y no generados por el mal manejo de la pandemia. No se está salvando ni a la gente ni la economía, estamos a la voluntad de unos políticos mediocres e incapaces que ostentan puestos de funcionarios que en la realidad se han visto rebasados en muchos temas sociales y todos los días aparecen vociferando ante los medios de comunicación para describir datos sobre el número de contagiados y muertos, pero por supuesto, al mismo tiempo intentando justificar su actuar irresponsable y estúpido que tanto ha dañado a los mexicanos más humildes.
Como se sabe hasta ahora los estados no han recibido el apoyo financiero para subsidiar a los sectores productivos prioritarios en cada región del país, para garantizar los ingresos de los trabajadores en actividades no esenciales, ni se han subsidiado los gastos de medidas sanitarias en las actividades económicas que no pueden detenerse y se ha dejado todo casi a la buena de Dios, a los pocos esfuerzos económicos que pueden realizar los gobiernos locales. El incremento de los actos delictivos, el comercio informal, de la deserción escolar, de incremento de los productos de la canasta básica, etc., son consecuencia de la pandemia y de su mal manejo. El resultado son muchas muertes y un gran daño económico a nuestro país y esto es responsabilidad del gobierno de la 4T morenista.
Por eso, la actitud de cada uno de los antorchistas ante tan desastrosos resultados no puede ser el silencio, la indiferencia y actuar como si no pasara nada. El que Bloomberg nos coloque como el país menos adecuado para vivir en la era del coronavirus es una vergüenza gubernamental lo acepten o no; claro, seguirán diciendo que son ataques de conservadores y vociferando que ellos tienen otros datos. Mientras, seguiremos ocupando el lugar 53 de 53 países evaluados. Lo más criticable es que en medio de la tragedia nacional sanitaria, el presidente de la República y el responsable de implementar medidas para combatir la pandemia han tomado medidas económicas antipopulares, reduciendo el recurso para el sistema de salud pública, desapareciendo los fideicomisos y fondos destinados a este rubro y recortando para el año 2021 el presupuesto a las instituciones encargadas de la salud de los trabajadores, el ISSSTE, y el IMSSS.
Esta cruda realidad que estamos viviendo nos ha dejado una gran lección: la de comprender muchas cosas sin muchas palabras, sin adoctrinamiento, sin grandes discursos, en ese lenguaje mudo pero elocuentísimo de las realidades sociales, nos ha enseñado dejando en cada uno de nosotros una dosis de conciencia para darnos cuenta de que no basta con tener razón y estar del lado de la verdad, que la justicia social no se construye con palabrería de unos cuantos oportunistas vividores de la política oficial, con cargos de funcionarios que les toca estar en turno como gobernantes, sino una condición que se concreta y se consigue paso a paso exigiéndola colectivamente. Sólo un pueblo organizado y educado en pie de lucha es capaz de conseguir una verdadera justicia social. No hay mal que por bien no venga, a condición de que no olvidemos nuestra historia y, sobre todo, la más reciente que estamos viviendo con un Gobierno morenista, para no estar condenados a volver a repetirla, que lo que estamos viviendo nos haga reflexionar y razonar mejor nuestro voto y ver a quién se lo vamos a dar en las próximas elecciones del 2021. O aprendemos hoy la lección de Morena y nos organizamos convirtiéndonos en una fuerza social popular invencible, capaz de poner de pie a este país, o nos condenamos para siempre en una desgracia social sin salida.
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