MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Lenin en México: la recepción del leninismo en México

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En las primeras dos décadas del siglo XX en México, la Biblioteca Marxista de la época apenas abarcaba un acervo mínimo, sin llegar a cubrir siquiera el grueso de las obras canónicas del marxismo clásico. Los Manuscritos de 1844 permanecieron en el olvido deliberado por lo menos hasta principios de los años treinta. Las publicaciones, tan decisivas por varios conceptos, de exégetas del marxismo en la primera década del siglo XX como Rosa Luxemburgo y Lenin o, incluso, autores como Georg Lukács o Karl Korsch, y otros acaso menos heterodoxos como el ruso Jorge Plejánov o el italiano Antonio Labriola siguieron la misma ruta.

Sin embargo, la apropiación del pensamiento y la acción política de Lenin en México durante las primeras décadas del siglo XX siguió un camino particular, pese a que la circulación de sus libros fue apenas exigua, si no es que nula en cierto momento. Y sucedió de tal manera debido al impacto que generó la Revolución Rusa de 1917 a nivel internacional. En 1918, por ejemplo, Ricardo Flores Magón escribió en su periódico Regeneración: "Nikolái Lenin, el líder ruso, es en estos momentos la figura revolucionaria que brilla más en el caos de las condiciones existentes en todo el mundo, porque se halla al frente de un movimiento que tiene que provocar quiéranlo o no lo quieran los engreídos con el sistema  actual de explotación y de crimen, la gran revolución mundial que ya está llamando a las puertas de todos los pueblos; la gran revolución que operará cambios importantísimos en el modo de convivir de los seres humanos".[1]

Hasta los años treinta fue cuando mediante las directrices de la Internacional Comunista las editoriales afines al comunismo en América Latina comenzaron a publicar las principales obras del marxismo. En México, en 1935, el Partido Comunista Mexicano instruyó que se debía ampliar la distribución de la literatura de las obras clásicas de Marx, Engels, Lenin y Stalin, así como materiales sobre la Revolución China. Fue en ese periodo en que México experimentó una gran efervescencia política e intelectual. En este contexto, la obra de Vladimir I. Lenin fue ampliamente recibida y discutida en diversos círculos políticos y académicos.

Enrique Navarro, librero notable, precursor en los afanes de la difusión editorial del marxismo y del marxismo-leninismo, sostuvo que las publicaciones marxistas aparecidas en México durante la primera década del siglo XX provenían, posiblemente, de España, a través de libreros ambulantes afines a ideas anarquistas y de izquierda, quienes propagaron tanto las ideas de destacados anarquistas rusos, italianos, franceses y españoles, como las de Marx, Engels y Lenin.[2] De ese modo, la filtración del marxismo a México tuvo como matriz dos vías: la de los libreros ambulantes y la soviética. No obstante, cabe mencionar que esa filtración se vio nutrida también por bibliófilos interesados en el marxismo y por expatriados de Europa y América Latina que llegaron a México con libros de Marx y Engels.

Aun así, solo fue hasta la década de 1930 que tanto la edición y distribución de las obras de los representantes del marxismo como la circulación de las ideas marxistas incrementaron en México. En parte por la afinidad del presidente Lázaro Cárdenas a la izquierda y al socialismo. Pero también por el llamamiento que realizó el Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1935 para apresurar los esfuerzos editoriales de índole marxista-leninista y la producción de literatura teórica. El PCM consideró en aquel momento que era necesario realizar una distribución masiva de ese tipo de literatura entre los trabajadores no afiliados a ningún partido.[3]

En este periodo el marxismo-leninismo fue un tema que se abordó con frecuencia en el ámbito partidario, pero también fuera de éste, por ejemplo, en algunos círculos de intelectuales. De tal modo que, mientras el PCM organizó escuelas de cuadros, conferencias, lecturas y disertaciones, que permitieron educar incluso al Comité Central[4], en 1932, en el estado de Yucatán, se fundó la Sala de estudios Carlos Marx en el Instituto Literario de Mérida, en donde se encontraban las principales obras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.[5] En 1933, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se desarrolló un debate entre Antonio Caso, quien fue un destacado filósoso idealista, y Vicente Lombardo Toledano acerca de la postura ideológica que la Universidad debería adoptar frente a los problemas de la época. Caso criticaba al marxismo porque consideraba que era una perspectiva reduccionista y determinista que no tomaba en cuenta la riqueza y complejidad de la realidad humana, y también defendía firmemente la libertad de cátedra, mientras que Lombardo Toledano abogaba por una educación universitaria fundamentada en los principios marxistas.

Caso era reconocido como el filósofo, mientras que Lombardo era conocido como el marxista mexicano. De heco, en otra ocasión, en 1935 Caso y Lombardo Toledano volvieron a confrontarse sobre cuál era la filosofía más adecuada para los tiempos que estaban viviendo. Por un lado, Caso defendió el vitalismo bergsoniano, mientras que Lombardo Toledano continuó inclinándose por el marxismo-leninismo.[6]

Incluso desde 1925 Lombardo Toledano colaboró en una recopilación de textos realizada por Esperanza Velázquez Bringas, directora del Departamento de Bibliotecas de la Secretaria de Educación Pública (SEP), cuyo título es "Lecturas populares: para escuelas primarias, superiores y especiales". En este libro hay un apartado titulado “Reformadores” que incluye semblanzas de Marx y Lenin realizadas por Lombardo Toledano, así como semblanzas de Piotr Kropotkin y Mahatma Gandhi (por Romaind Rolland), o de mujeres intelectuales emblemáticas como Rosa Luxemburgo y Louis Michel, por Rosa Lee.[7]

Asimismo, durante el primer trimestre de 1934 un grupo de intelectuales (entre los que se encontraban Lombardo Toledano, Víctor Manuel Villaseñor y Daniel Cosío Villegas) participó en una serie de conferencias radiofónicas que organizó el Instituto de Estudios Superiores de la Universidad Gabino Barreda, de la asociación Pro-cultura Nacional, sobre las principales tesis marxistas, sustentadas por destacados marxistas y connotados adversarios de esta teoría.[8]

Durante este periodo también se gestaron dos editoriales de capital privado: Ediciones Frente Cultural y Editorial América, así como, Editorial Popular, dirigida y financiada por el PCM, cuyo objetivo era la publicación y distribución de la Biblioteca Marxista. Frente Cultural fue la que publicó más obras de este carácter: 7 libros de Lenin, 3 de Engels, 2 de Marx, así como algún texto de Josef Stalin, Karl Kautsky, Georgi Plejánov y Nikolái Bujarin. Editorial América, un par de Engels y Marx, 3 de Lenin y uno de Plejánov. En cambio, sorprende que la editorial del PCM no publicó ni una obra de Marx ni de Lenin. En su catálogo solo aparecen textos de Stalin, Hernán Laborde, dirigente del PCM, y de Earl Browder, dirigente del Partido Comunista en Estados Unidos, así como, "Principios del comunismo" de Engels.[9]

Es probable que esto se deba a que las otras editoriales ya lo hacían y no a un desinterés velado porque en 1932 el PCM publicó en su periódico, "El Machete", una bibliografía sobre "Literatura revolucionaria", en la que se anunciaron las obras que podrían ser adquiridas mediante su intervención. Entre los textos, estaban las principales obras de Marx y Engels, de Lenin se ofrecían "El imperialismo", "El marxismo" y sus Cartas íntimas. También se mencionaban "Los recuerdos de Lenin", escritos por Nadezhda Krupskaia.

Victoria Herrera es historiadora por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] Ricardo Flores Magón, Regeneración, num. 262, 16 de marzo de 1918.

[2] Jorge Fuentes Morúa. José Revueltas. Una biografía intelectual (México: Universidad Autónoma de México-Iztapalapa/Miguel Ángel Porrúa, 2001), p. 137.

[3] Sebastián Rivera Mir. Edición y comunismo. Cultura impresa, educación militante y prácticas políticas (México, 1930-1940) (Raleigh: Editorial A Contracorriente, North Carolina Press, 2020), 82.

[4] Ibidem.

[5] Ibid., 68 y 214.

[6] Carlos Illades y Daniel Kent. Comunismo y anticomunismo en el debate mexicano (México: El Colegio de México, 2022), 143.

[7] Francisco Javier Rosales Morales. “Proyectos editoriales de la Secretaría de Educación Pública: 1921-1934: apuntes para una historia del libro y la lectura” (tesis, Cinvestav, Instituto Politécnico Nacional, México, 2016) Consultado en https://repositorio.cinvestav.mx/handle/cinvestav/2751

[8] Morúa, óp. cit. 143.

[9] Rivera Mir, óp. cit. Anexos.

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