MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las mujeres en Antorcha

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Ahora que la revolución en México sigue pendiente y que la liberación del proletariado requiere de todo el esfuerzo y energía disponibles, las mexicanas proletarias desplegamos nuestras fuerzas y capacidades para transformar a México, dentro de las filas del Movimiento Antorchista Nacional.

En Antorcha estamos cientos de trabajadoras del sector formal e informal, obreras, amas de casa, campesinas, artistas, deportistas, estudiantes, maestras y profesionistas. Un papel sumamente destacado lo ocupan las compañeras que conforman el 65% de los plenos de nuestra organización. Los plenos son los pioneros de la revolución proletaria, integran en sus filas a los ciudadanos más comprometidos con sus comunidades y están mayormente compuestos por mujeres. Las plenistas son mujeres valientes que exigen a los funcionarios públicos el cumplimiento de sus labores, y se reúnen semanalmente para analizar los problemas de sus colonias y la realidad nacional e internacional. Además, nuestras compañeras plenistas se enfrentan continuamente a la difícil tarea de sacudir la apatía de sus vecinas y vecinos para organizar actividades colectivas en beneficio de sus comunidades. Estas actividades liberan a las compañeras de las ideologías sembradas por la clase dominante del capitalismo patriarcal que pretende perpetuar las distintas formas de opresión, y les permite también liberarse de la enajenación que ocasionan los “roles tradicionales de género”, adquiriendo otra perspectiva y habilidades como responsables, dirigentes y elementos activos en la construcción de una patria nueva.

Estamos también las activistas, que conformamos el 44% del total del activismo de nuestro movimiento. Desde distintas trincheras y distintos estados de la república, las activistas, junto a nuestros camaradas hombres, trabajamos cada día en las distintas labores necesarias para la edificación de una sociedad de otro tipo. Algunas trabajan directamente en la organización y educación política de las mexicanas y mexicanos, otras imparten clases en las escuelas, bailan y cantan, llevando la cultura al pueblo, otras más se ocupan de la masificación del deporte y hay también compañeras que tienen a su cargo nuestras publicaciones, redes sociales, finanzas, estadísticas y los asuntos legales. Todas participamos, construimos y opinamos libremente en nuestras reuniones, y nuestras opiniones son tan consideradas y respetadas como las de nuestros compañeros hombres.

En Antorcha no existen roles o división de trabajo basado en nuestro género o preferencia sexual; de hecho, el cuidado y la formación de los hijos de las y los activistas está colectivizado, la organización como conjunto se hace cargo de nuestros hijos mediante el Plenito Infantil Juvenil “Wenceslao Victoria Soto”. Las actividades domésticas se hacen de manera colectiva porque nuestras casas son colectivas y todos participamos de su limpieza y mantenimiento. Así, no hay roles tradicionales que nos mantengan sujetas al cuidado familiar o al trabajo doméstico y que obstaculicen nuestro desarrollo político dentro de las filas de nuestro movimiento.

 las mujeres organizadas en el Movimiento Antorchista Nacional representamos la mitad de los esfuerzos para llevar adelante la revolución proletaria en México

Como resultado de estas oportunidades parejas para hombres y mujeres dentro de Antorcha, hay compañeras que dirigen municipios y estados completos. Nuestras compañeras dirigentes han sido electas por los distintos elementos de nuestra organización y han constituido entre el 35 y 40% de la Dirección Nacional y el Comité Ejecutivo de Antorcha. Estos organismos de dirección se encargan de revisar cotidianamente el trabajo y de resolver todo tipo de problemas, fundamentalmente aquellos de índole estatal y nacional.  Así pues, las mujeres organizadas en el Movimiento Antorchista Nacional representamos la mitad de los esfuerzos para llevar adelante la revolución proletaria en México. Nuestra tarea es noble y necesaria, compartida con los hombres proletarios. Pretendemos construir una sociedad nueva, sin opresión de clases ni de géneros, con los mismos derechos y oportunidades para todos. No somos contempladores pasivos de la opresión de las mujeres ni estamos esperando la llegada de la revolución para romper con ella; hemos comenzado en casa: construimos ya los primeros esfuerzos en el interior de nuestro movimiento.

Las mujeres antorchistas nos sumamos a la exigencia principal de la agenda feminista de detener los feminicidios, abusos o acosos contra las mujeres. También estamos en contra de la marginación de la mujer dentro de la sociedad y luchamos por la existencia de mecanismos concretos e inmediatos que cambien esa situación, como la igualdad salarial, albergues estudiantiles, escuelas suficientes y de tiempo completo. Pero creemos que muchos de esos problemas y otros que afligen y golpean a las mujeres tienen su origen en una sociedad que no distribuye la riqueza de manera justa, que explota, margina, y en general paga muy poco a los trabajadores; las damnificadas principales de ese sistema son precisamente las mujeres. Por eso, consideramos necesario trabajar para poner en el centro de la lucha feminista la transformación de la sociedad, organizando a los sectores que más sufren y que por lo tanto más ganarían con la transformación social. Queremos construir un México más justo para las demás mujeres, pero también para los hombres, con quienes compartimos salarios míseros, jornadas de trabajo extenuantes y estresantes, sistemas de salud y educación deficientes. Luchamos por objetivos comunes, por obras y servicios comunes, por derechos y mejoras comunes en las condiciones de vida y de trabajo. Luchamos por una sociedad en la que desaparezcan las relaciones de explotación y opresión, ya sea que vengan de hombres o de otras mujeres.

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