MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las incontables consecuencias de la desigualdad social

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Esta semana, en mis actividades cotidianas, platiqué con varias personas; y me impresionó mucho saber de varios casos de ansiedad en ellos y en sus familias. Me di cuenta de que el problema es más grave de lo que yo creía.

El primer caso que me compartieron, se trata de una joven que no estudia, tiene 24 años y trabaja como ayudante de albañil, y tiene semanas padeciendo un terrible dolor debajo de sus costillas, que probablemente, le dijeron los médicos, se trate de pancreatitis. Está situación le ha producido ataques de ansiedad, que ella define como una sensación de ataque de nervios, de pánico y ganas de llorar insoportables.

El segundo caso que me compartieron fue de un padre de familia, que trabaja por su cuenta en un negocio de transportes, tiene esposa y tres hijos, y un hermano que compite con él en el mismo negocio. Dice que lleva padeciendo esto desde que le dio covid 19 el año pasado, y cree que esto es lo que no le permite avanzar en sus finanzas.

El tercer caso, es de un docente que no tiene certeza laboral, pues en la plaza que ocupa, en cualquier momento pueden despedirlo. No tiene esposa, ni hijos, y vive solo, pues dice que no le alcanzaría para mantener una familia. Me compartió que, en ocasiones, al estar dando clases siente la necesidad de huir, salir corriendo del aula y no regresar, se come las uñas, y suda mucho. Y ha habido ocasiones en que ha faltado a sus clases, por tener ataques de ansiedad y depresión, sin saber cómo enfrentarlo.

El cuarto caso, es el que nos compartió la directora de la secundaria donde estudia mi hijo, poniendo dentro de los puntos importantes de su reunión, la ansiedad y depresión que están padeciendo los estudiantes. Ella compartió que un gran número de adolescentes se muestra ansioso y deprimido, refirió que hay alumnas que han tenido ataques de depresión en el aula, que lloran sin parar, sin entender el motivo, y cuando las entrevistaron para brindarles apoyo, manifestaban desatención de los padres por conflictos matrimoniales o por exceso de trabajo. Y daba algunas recomendaciones, entre ellas, regular el uso del celular a los muchachos, y tener control sobre su uso, además de dedicarles tiempo y en todo caso, llevarlos con un especialista.

Los expertos dicen que la ansiedad es un sentimiento difuso de malestar, un sentimiento desagradable de aprensión que muchas veces se acompaña de tensión, anticipación de escenarios de riesgo, muchas veces poco realistas, y diferentes manifestaciones físicas, explica la psiquiatra Gabriela Bezerra de Menezes, investigadora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Mientras que la depresión es el estado de ánimo triste, decaído, falto de energía y vitalidad, en ocasiones acompañado de angustia, sentimientos de minusvalía personal y autorreproches. (Diccionario de términos médicos, 2012).

El tema ha sido tan recurrente que, en 2021, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), realizó la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (Enbiare) que permite responder preguntas sobre cómo influyen aspectos de la vida personal, familiar, laboral y social en el nivel de bienestar subjetivo de la población adulta en México. Algunos de los resultados en aquel año, fueron que el 15.4 por ciento de la población adulta padece síntomas de depresión, pero entre las mujeres alcanzó 19.5 por ciento.

Haberse quedado sin trabajo afectó más que la expectativa de no poder cubrir los gastos del mes, sin embargo, y sobre todo anímicamente, incidió más el hecho de haber pedido prestado para sufragar gastos en algún momento de los últimos doce meses. La expectativa de no poder sufragar los gastos del mes (indicador de pobreza subjetiva), afectó a 43.4 por ciento de la población adulta, en tanto que 11.3 por ciento manifestó incertidumbre al respecto. Más de un tercio de la población tuvo que pedir prestado para sufragar el gasto corriente de su hogar en cualquiera de los siguientes rubros: despensa, renta o alquiler, agua, luz, gas o teléfono, colegiaturas y/o medicamentos.

El 8.9 por ciento de la población adulta con pareja reconoció no tener una buena relación con ella. Se destacó que entre las mujeres 11.9 por ciento de los casos no reconocieron un aspecto positivo de su pareja, contra un 6.4 por ciento de los hombres.  Estos resultados ya nos dan luz, acerca de las causas más concretas de los trastornos que mencionamos, y causalmente, estas personas que me compartieron su situación, evidentemente padecen algunas de las carencias materiales básicas para satisfacer las necesidades más apremiantes que el ser humano requiere para vivir dignamente.

Qué razón tenía Carlos Marx, al afirmar "que el modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Es decir, todo tiene una base material, si ponemos atención a lo que sucede en el ambiente, el contexto material donde viven las personas que padecen estrés o ansiedad o depresión, o todas juntas; vamos a encontrar carencias materiales en sus vidas que son las causantes de dicho estrés, y son por tanto las que determinan el ambiente en el que vive, y cómo vive piensa y siente.

La idea de Marx es muy profunda y certera, la manera en que el ser humano se reproduce y produce, determina la sociedad que tenemos, es ahí donde encuentro la raíz de este grave problema. Mientras psicólogos y especialistas, usan sus mejores argumentos para explicar y diagnosticar estas enfermedades, el ambiente en el que vivimos cada vez es más difícil de sobrellevar, pues los problemas sociales derivados de la tremenda desigualdad social, cada día son más, y más graves, por ejemplo, el desempleo,  la inseguridad, la falta de una buena alimentación, los homicidios, la falta de vivienda propia, la falta de estudios por falta de recursos económicos, los problemas matrimoniales que surgen casi siempre por problemas económicos también,  la falta de servicios públicos de salud, entre otros muchos, que generan estrés en los ciudadanos.

Y está claro, que solo los van a poder superar, aquellos que tengan mejores condiciones económicas. Aquel que pueda atender las tan famosas recomendaciones que hacen los doctores y especialistas para combatir el estrés, cómo hacer ejercicio, ir a un gimnasio, comer saludablemente, dormir bien, realizar actividades recreativas (ir al cine, al teatro, a vacacionar, leer un libro, escuchar música).

Por lo tanto, creo que el estrés, la ansiedad y la depresión, son otras tantas consecuencias de las malas condiciones en que vivimos. Si queremos reducir o frenar estos síntomas, será necesario mucho más que ir al psicólogo.

Es necesario que cambien nuestras condiciones de vida, que nos vaya mejor en nuestros trabajos, que podamos acceder a una vivienda digna y decorosa, que nos alcance para comer bien, dormir bien, y recrearnos el espíritu. Mientras eso no suceda, seguirán apareciendo trastornos emocionales. Urge organizarnos y exigir mejores condiciones de vida a quienes nos gobiernan.

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