MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La impunidad no es un Sentimiento de la Nación

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Cuentan algunos historiadores, que la noche previa a la instalación del Congreso de Chilpancingo, aquel 14 de septiembre de 1813, don José María Morelos le dictó a Andrés Quintana Roo los llamados “Sentimientos de la Nación” y que entre los argumentos que le dio figura aquella muy conocida frase “…que el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo proteja contra el fuerte y arbitrario…”, frase que, dicha o no por el Siervo de la Nación, se ha convertido, por su propio valor, en un apotegma judicial que refleja realmente los sentimientos del pueblo y por eso es una frase que está grabada con fuego en nuestros corazones.

De lo que no hay duda, es de que en Chilpancingo tomó forma definitiva este clamor del pueblo humilde mexicano por la justicia, el deseo de nuestros bisabuelos y tatarabuelos de tener un sistema de justicia como lo pide la memorable frase, y desechar para siempre de nuestra tierra el avasallador sistema de justicia del imperio español. El 6 de junio vuelve el pueblo, al menos la parte de él organizada en el Movimiento Antorchista, exactamente con el mismo clamor, pues nos han asesinado a dos de nuestros compañeros y a su hijo pequeño, y no hay justicia todavía. Conrado, Meche y su niño nos convocarán siempre.

Hoy, a casi 210 años de aquel histórico momento, desde todas partes del país llegaremos a ese mismo sitio miles de representantes de un pueblo hambriento de justicia en busca de un sistema judicial que nos escuche, que nos proteja de los asesinos, bestias que toman vidas de la gente, que nos causan dolor y muerte con sus arbitrariedades, que son fuertes y abusivos.

Allí, en Chilpancingo, luego en Apatzingán y en Ario, el gran Morelos le dio forma a un nuevo tipo de gobierno, porque el sistema de gobierno colonial, que había dominado casi 300 años al país, le causaba daños y dolor al pueblo, nos oprimía con su vasallaje obligado.

Hoy, el nuevo tipo de gobierno creado en aquel entonces ya es viejo. En muchos sentidos la autoridad ha dejado de ser autoridad, los criminales no la respetan o la tienen bajo su control, reciben de ella abrazos, no balazos ni tampoco castigos.  Esa forma de gobernar significa ponerse del lado del criminal, no amparar y proteger al quejoso, al que ha sido violentado por la arbitrariedad. Eso es premiarla.

Sonará, quizá, un poco extraño, pero bien pensado, con nosotros llegará a Chilpancingo el vallisoletano michoacano que le dio a Morelia su nombre, llegará otra vez a esta tierra de chilpas, acompañado de sus fieles héroes de Nocupétaro.

El gran Morelos llegará con nosotros a reclamar por la justa razón de que nos quejamos con justicia, con la verdad de la víctima, no la complicidad del asesino. Morelos cabalgará nuevamente el seis de junio en Chilpancingo, porque vive en nuestras gargantas, en nuestro puño levantado, porque nuestro pecho viste su casaca revolucionaria con orgullo, porque los asesinos siguen impunes, porque la impunidad no es un sentimiento de la nación.

 

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