MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La Feria de la unidad entre los pueblos 2024

image

En Tecomatlán, Puebla, cuna del Movimiento Antorchista Nacional y Atenas de la Mixteca, dio inicio este domingo 11 de febrero, la edición 2024 de la feria cuyo lema: Feria de la Unidad Entre los Pueblos, refleja fielmente el objetivo que tiene el antorchismo de unir al pueblo: porque “nosotros queremos esa unidad entre los pueblos para que juntos podamos hacer un México mejor”. Como lo señaló nuestro querido maestro, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, durante el acto de inauguración respectivo, quien señaló, además que esto es “hoy más necesario que nunca pues en nuestro país hay asesinatos a montones, la educación está peor que nunca, no hay programas para mejorar la vivienda popular, y esto sólo lo puede resolver el pueblo organizado y unido, por eso nos interesa que nos unamos como guerreros de la paz y del progreso’’.

Y es que Tecomatlán, realmente es un municipio excepcional, emblemático. Porque el trabajo colectivo y solidario de sus habitantes, y del antorchismo nacional, lo levantó de las ruinas y lo ha llevado muy cerca de la cima a la que pueden y deben aspirar, desde mi punto de vista, todos los pueblos del país. Tecomatlán (lugar de los tecomates o árboles de vasos de agua) es un pueblo de orígenes prehispánicos, al que la época colonial le heredó un hermoso templo católico de tipo barroco lleno de simbolismos, de una impresionante belleza artística rescatada por las autoridades municipales antorchistas, y cuya tradición dio lugar a la fiesta religiosa del miércoles de ceniza, la cual año con año se realiza y, desde hace algunas décadas, es una de las más bellas, emotivas, aculturadoras, coloridas, y galana a nivel nacional. 

Pero Tecomatlán es motivo de orgullo sobre todo por el impresionante avance material, social y humano alcanzado en los hechos y no en el discurso. Su desarrollo es concreto y no un cúmulo de buenos deseos o vanas propuestas; es pues, en síntesis, el modelo viviente de lo que es posible hacer de México si el pueblo pobre se organiza, lucha, accede a la verdadera democracia y llega al poder de la nación, para erradicar para siempre la pobreza.

Tecomatlán es hoy un pueblo que apenas rebasa el número de los 5 mil habitantes, pero tiene todo, menos antros de vicio y embrutecimiento. En el lugar existen escuelas de excelente calidad para educar a la población prácticamente desde la cuna hasta la profesional; instalaciones deportivas de primer mundo, incluidas su alberca semiolímpica y el parque de béisbol; todos los servicios básicos satisfechos; un hospital regional, un hotel que es un gusto contemplarlo, un auditorio, abierto a todo mundo y capaz de albergar los más refinados espectáculos, donde constantemente se presentan obras artísticas y programas culturales; edificios arquitectónicos únicos en su tipo como la casa de la cultura cuyos siete pisos semeja una pila de libros y cada uno de ellos alberga una de las bellas artes, o la hermosa villa estudiantil que en su diseño ya es en sí una obra de arte; o su arco de bienvenida, impresionante a primera vista, pero sorprende más por contener una belleza mayor en su interior: el museo de la historia del municipio; una alameda y su plaza de fundadores, que son una envidia, y la plaza principal donde se encuentra el palacio municipal antiguo y el moderno, así como sus múltiples parques y jardines que lo hacen un vergel en la desolada y agreste naturaleza del paisaje semidesértico que rodea al pueblo durante la mayor parte del año, cuyo suelo recuerda el sepia del desierto.

Es, sin duda, un resultado impresionante, pero fruto de un más impresionante proceso, pues Tecomatlán, como todas las grandes obras creadas por la humanidad no surgió de la nada. Al nuevo Tecomatlán lo hizo el trabajo colectivo tenaz, esforzado y continuo de los tecomatecos pobres, dirigidos y respaldados por Antorcha Revolucionaria, la cual, desde 1974 comenzó su pesada tarea. Antes de ella, sólo existía pavimentada la estrecha carretera por la cual pasaba sólo una vez al día un desvencijado y polvoriento camión de pasajeros; todo el pueblo era vil serranía con calles desnudas exhibiendo al sol su piedra viva o tepetate que impedían un parejo caminar de los viandantes o el rodar de cualquier vehículo, aún los de dos ruedas, que eran una “especie” casi desconocida en el lugar. No había drenaje, el agua entubada era escasa y sólo casi en la parte céntrica del poblado, habitada por los caciques, señores de horca y cuchillo concentradores de todo el “poder”. ¿Escuelas? Una primaria heredada desde la época posrevolucionaria; nulo índice de empleo; las tierras fértiles acaparadas mientras la inmensa mayoría de los pobladores casi morían de hambre sin recursos ni suelo qué labrar. Y llegó Antorcha, ofrendándolo todo, para transformarlo en lo que es hoy. Por eso, Bienvenida la Feria de la Unidad Entre Los Pueblos, Tecomatlán, 2024.
 

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más