MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La crisis del agua y la responsabilidad de las autoridades

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El Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría, en un artículo publicado hace algunos meses, reflexionó en torno a lo realizado en los últimos diez años de trabajo por parte de la OCDE sobre gobernanza del agua, donde reconoce que aunque el agua es “fuente de bienestar y recurso para el crecimiento económico, las perspectivas para los próximos treinta años parecen sombrías”.

“La falta de agua en el mundo se está agravando”, afirma. Por ello, se necesitan medidas urgentes para minimizar y evitar las crisis del agua, que representan una de las principales amenazas para el mundo en términos de impacto, según el Foro Económico Mundial, desde 2013.

Especialistas advierten que, de no mejorarse la infraestructura en los sistemas de captación y distribución, la Ciudad de México se quedará sin agua en 30 años

En un intento por dar respuesta a la pregunta de cómo afrontar la falta de agua en el mundo, nos recuerda en su artículo que atendiendo al “Acuerdo de París de 2015, se estableció el objetivo de mantener el calentamiento global a largo plazo por debajo de 2°C y, si es posible, limitarlo a 1.5°C, pues el aumento de las temperaturas tiene un gran impacto en la cantidad y calidad del agua. Por un lado, genera un aumento del nivel del mar con la expansión de su agua. Este incremento también se ve afectado por el deshielo de los glaciares y las capas de hielo. De la misma manera, provoca sequías más intensas y frecuentes”.

Y continúa:

“De acuerdo con las proyecciones de la OCDE de 2012, muestran que el 40 % de la población mundial (2 mil 300 millones de personas más que hoy) vivirá en cuencas hidrográficas con escasez de agua de aquí al 2050. Se prevé que el número de personas que pueden verse afectadas por inundaciones aumente de 1,200 millones en la actualidad a alrededor de mil 600 millones en 2050. Eso supone casi el 20 % de la población mundial”.

No hay duda de que los efectos del cambio climático y de una crisis del agua son cada vez más visibles en todo el mundo, y hoy la población mundial y los mexicanos en particular, la estamos viendo y padeciendo. Entre 2014 y 2017, en el estado de São Paulo en Brasil, donde vive una quinta parte de su población total y opera un tercio de sus actividades económicas, sufrió la peor sequía desde que comenzaron los registros en 1930.

La CDMX, donde viven aproximadamente 21 millones de personas, alrededor del 16 % de la población total del país, experimenta un suministro crónicamente interrumpido debido a una tendencia a la escasez del vital líquido. Se advierte por especialistas que de no mejorarse la infraestructura en los sistemas de captación y distribución, la ciudad se quedará sin agua en 30 años como resultado del avance del cambio climático y la negligencia y omisión de las autoridades en los tres niveles de gobierno.

El semanario Buzos de la noticia en su editorial del 18 de marzo de 2024 aborda el problema, al que considera de alcance nacional, al señalar que por lo menos 130 millones de sus habitantes padecen falta de agua. “El problema —puntualiza— no tiene una, sino varias causas; y no precisamente naturales, sino sociales. La sequía no es la causa de que muchas familias padezcan la escasez de agua y no puedan satisfacer sus necesidades básicas”.

Renglones más abajo señala: “En las 32 entidades federativas se presenta el fenómeno del acaparamiento de este recurso por parte de un sector minoritario, de grupos que poseen cuantiosas riquezas y empresas que para su funcionamiento y producción requieren miles de millones de litros frente a millones de ciudadanos que se quedan sin agua, aunque solamente requieran unos cuantos litros”.

Ciertamente, la crisis hídrica que azota el territorio nacional y que padecemos millones de mexicanos de los más vulnerables, no sólo es resultado del cambio climático, provocado por el saqueo de recursos naturales (tala inmoderada de los bosques y selvas, contaminación de ríos, lagos y lagunas, el uso indebido de los suelos, etcétera) por parte del capital para acrecentar sus ganancias; también es consecuencia de la política improvisada e irresponsable de los gobiernos en turno, que no han sido capaces de diseñar un plan hídrico integral que cuando menos ayude a paliar la situación de crisis que padecemos, al cancelar o limitar la falta de inversión en obras de infraestructura y su mantenimiento; al privilegiar el acaparamiento del agua por parte de la empresa privada como las cerveceras, refresqueras y distribuidoras de agua embotellada, además del despilfarro de recursos en obras mal proyectadas y de pésima calidad que no garantizan la distribución y el suministro del vital líquido.

A esta problemática no escapa el estado de Hidalgo en todas sus regiones, incluida la capital y su zona conurbada, donde decenas de colonias populares y fraccionamientos están padeciendo la falta de agua, los cobros excesivos en el recibo y el elevado costo de las pipas.

Igual ocurre en el Valle del Mezquital y la sierra Otomí-Tepehua, en los municipios de Tenango de Doria, San Bartolo y Huehuetla.

Pese a que las más de ochenta comunidades y rancherías que tiene este último municipio, viven en medio de ríos y manantiales y que prácticamente se registran precipitaciones pluviales durante todo el año, la población padece la escasez de agua y enfrenta serios problemas para conseguirla, por lo que tienen que recurrir al uso de cubetas y tanques de almacenamiento para obtener el recurso.

Incluso las pocas localidades como Huehuetla y San Antonio el Grande que ya cuentan con sistema de abastecimiento y redes de distribución, enfrentan serias dificultades para prestar el servicio en forma eficiente y dar mantenimiento a la infraestructura con que cuentan.

En muchas otras comunidades (San Lorenzo Achiotepec, Acuautla, San Gregorio, San Ambrosio, Palo Verde, La Tortuga, La Piña y El Dextho, El Ocotal, etcétera), aunque cuentan con alguna infraestructura aunque sea deficiente, tampoco tienen garantizado el vital líquido. La población vive en una zona abundante en fuentes naturales de agua y a pesar de ello carece de ésta, debido a la pésima planeación y ejecución de los proyectos de obra para garantizar el líquido a la población.

Ejemplo de esto lo constituyen las comunidades de Palo Verde, La Tortuga, La Piña y El Dextho, donde hace aproximadamente diez años se construyó un sistema de agua que beneficiaría a la población y que prácticamente nunca funcionó. “Sólo vimos el agua el día que se inauguró”, “nuestros impuestos, casi once millones de pesos, tirados a la basura”, declaran resignados vecinos de estas comunidades.

Actualmente, y pese a que aún no llegan los tiempos de mayor estiaje, la población se ve en la necesidad de buscar el preciado líquido donde pueda encontrarlo y poder así, recargar sus tambos, bidones y cubetas con agua para cocinar, beber, lavar ropa o bañarse.

Esta indignante e inadmisible realidad que vivimos las familias en la sierra Otomí Tepehua de Hidalgo, se verá seriamente agravada con la crisis de agua que enfrentamos los mexicanos y que el gobierno a todos sus niveles no está tomando en serio ni siquiera para paliar la situación.

Urge que el pueblo luche y reclame en forma organizada, el respeto a este derecho humano universal al agua que la propia ONU reconoce como tal y está consagrado en nuestra carta magna.

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