MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

IN MEMORIAM

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Para Tlaca, quien siempre supo ser calma en tormentas implacables de muchos de nosotros

Retratar la realidad, hacer que la gente logre ver la injusticia y la miseria que nos azota es a veces una de las tareas más difíciles; pero esa tarea de retratar la desigualdad en México y llevar a los mexicanos las ideas del Movimiento Antorchista fue una labor que Tlacaélel Calzada Valdez, Tlaca, como siempre le dijimos, logró desempeñar de una manera inigualable. 

Hijo de padres humildes, el segundo de tres hijos que la familia Calzada Valdez, Tlaca siguió siempre, desde niño y hasta el último día de su vida, los ideales que su padre, Don Juanito, logró inculcarle; hoy padre e hijo están ya juntos en algún lugar, si es que este existe. 

Tlaca: tú entendiste que para cambiar este país hay que olvidarse de la gloria personal y enfocar nuestras habilidades por el bien de un pueblo. 

La lluviosa tarde del 17 de febrero, Tecomatlán esperaba recibir a Tlaca con la cámara en mano, una cámara que durante más de la mitad de su vida siempre sostuvo y nunca soltó.

La noticia de su muerte resonó en nuestra mente y ha sido difícil de asimilar; muchos de los que lo conocimos desde niños, y quienes lo conocieron ya como adulto, no hemos logrado aceptar que nos faltará su visión y su corazón en cada uno de los eventos nacionales que organizamos, eventos a los que él, junto con su confiable equipo de trabajo, llegaba siempre primero y era el último en irse. 

Querido Tlaca, nos has dejado a todos un vacío del que no será sencillo reponernos; seguimos esperando escuchar tu voz diciéndonos que el enfoque o el encuadre está mal, que bajemos un poco la calidad para que puedan salir bien los materiales. Seguimos recordándote detrás de tu computadora, editando incansablemente hasta altas horas de la madrugada para que los trabajos salieran bien y a tiempo, pero sobre todo, extrañamos verte, incansable, contento, abnegado, con una taza de café en la mano para soportar las largas jornadas y así, enseñarnos con tu ejemplo, que en cada una de las tareas que nos encomendaban debía ponerse lo mejor de nosotros. 

Hoy te nos has adelantado, pero ten por seguro que todo lo que de ti aprendimos será transmitido a futuras generaciones y que seguiremos tu ejemplo para que nuestras ideas triunfen algún día en nuestra patria.

El día que te enterramos dijo el maestro Aquiles Córdova que eras un héroe popular, no sólo por tu destreza profesional sino porque entendiste que para cambiar este país hay que olvidarse de la gloria personal y enfocar nuestras habilidades por el bien de un pueblo. Tú pudiste ser grande solo, pero elegiste ser grande con tu pueblo.

Por nuestras mentes pasan algunos de los grandes trabajos que hiciste. Recuerdo el reportaje en el que te conocí, cuando con perros y policías, hace ya más de diez años, el Gobierno de Pachuca, Hidalgo, desalojó brutalmente a cientos de colonos y campesinos que exigían mejores condiciones de vida. Ahí, a las 3 de la mañana, justo como empezaba tu relato, estuviste presente.

El reportaje, que realizaste junto con tu equipo de Canal 6 y en colaboración con la revista Buzos, logró retratar la pobreza en la que viven cientos de habitantes en Huejutla, donde tuvieron que caminar los mismos senderos que a diario caminan ellos para lograr un poco de agua en sus casas; esas imágenes siguen circulando entre nosotros y son un retrato aun de la pobreza en México. 

Y ni qué decir de las imponentes imágenes que tu mirada logró y que pasarán a la posteridad reflejando la lucha nacional de nuestra organización; las magistrales conferencias de nuestro querido secretario general, el maestro Aquiles Córdova Morán; las Espartaqueadas culturales y deportivas que brillaron a través de tu lente y cientos de eventos más de los que fuiste parte. 

Tlaca, ni el espacio y mucho menos el tiempo me alcanzan para terminar de describir lo mucho que tu trabajo significó no sólo para quienes militamos en la misma organización que tú, sino sobre todo, para los millones de mexicanos que se han quedado sin voz para gritar las injusticias de que las que han sido víctimas durante tantos años.

No dudes que tu ejemplo será siempre faro de luz en nuestro camino y nuestra lucha; a pesar del dolor, sabremos sobreponernos y tomar la bandera que la muerte te arrebató para seguirla elevando y seguir luchando, día a día, con el amor y entrega con la que tú lo hacías. Que también nuestros últimos días y la muerte nos encuentren luchando, así como a ti. Hasta siempre, Tlaca. Nos volveremos a ver.

 

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