El empleo informal no garantiza que los mexicanos vivan felices. Somos un país que cuenta con diversas riquezas naturales y, desde luego, culturales. Una de las garantías que debemos tener como mexicanos es el empleo formal, pues es este el que disfruta de las reformas laborales, de un seguro social, y desde luego del aumento salarial que tanto se ha pregonado por parte del presidente de la república.
En México, el empleo informal se ha disparado a una cifra de 31 millones de mexicanos que laboran en condiciones precarias, esto representa un 56.2 % de la población ocupada en el país, estos datos los arroja el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De tal manera que es el 50 % de las personas que no pueden disfrutar de los “famosos éxitos de la 4T en los asuntos laborales”.
De acuerdo con el Inegi, más de 776 mil mexicanos han migrado a Estados Unidos desde el inicio de la administración de López Obrador.
En el municipio de Chalco podemos ser testigos de esa gran cantidad de personas que laboran en condiciones precarias, pues basta con visitar el jardín municipal para ver un sinfín de puestos que van desde los vendedores de raspados, boleros, los que venden chicharrones, o chicles y cigarros, que empiezan una jornada desde las 12 del día (en otros casos más temprano), hasta muy caída la noche, con la esperanza de poder obtener la ganancia del día a día, pero ellos, lejos de emocionarse porque el salario ha aumentado, llevan consigo una pesadumbre al saber que no son beneficiados, con ese salario, ni con un seguro social, porque no laboran en una empresa, fábrica o en algún puesto público.
Otro de los lugares donde hay una aglomeración de vendedores de diversas cosas es en la calle que conecta de la cremería Chalco a la plaza Chalco, pasando por el reloj; en todo ese trayecto se ven diversos puestos, gente cantando con una bocina pequeña, personas ofreciendo campearse de compañía telefónica, etcétera. Lo que llamó mi atención fue ver cómo una persona de la tercera edad labora en medio de esta calle, vendiendo hierbas medicinales, nopales, hongos, entre otras especias; una viejecita que tenía lastimada la frente debido a que se cayó y se lastimó al tratar de abordar un transporte público, uno de los tantos días que se trasladaba para llegar a su modesto puesto.
Al conversar con ella, mencionó que su hija se encuentra en Estados Unidos porque fue en busca del anhelado sueño americano para poder sacar adelante a su hija. La viejecita mencionó que todos los días sale temprano de su casa para vender sus productos.
Hay días que le va bien, otros no tanto, un trayecto de más de dos horas de camino hasta llegar a Chalco, pues vive en una de las comunidades de la zona campesina en la región de los volcanes. Al cuestionarle sobre el cuidado de su nieta, manifestó que prácticamente la niña se queda sola (aunque está bajo el cuidado de ella), pues la necesidad hace que no se quede en casa cuidando a la niña: o sale a vender para garantizar la comida, debido a que las remesas que le manda su hija apenas le alcanzan para los gastos de la escuela de su nieta.
Este pequeño ejemplo nos ayuda a ver que las cosas en el país no van nada bien: no hay una sola acción que garantice la seguridad de las personas de la tercera edad, ellos no deberían tener la necesidad de laborar. Pero la necesidad de velar por el desarrollo de su nieta, la obliga a salir de casa todos los días, exponiéndose a un sinfín de accidentes y peligros constantes.
Si en nuestro país la gente vive feliz, entonces, ¿por qué siguen migrando a Estados Unidos o Canadá? De acuerdo con el Inegi, más de 776 mil mexicanos han migrado a Estados Unidos desde el inicio de la administración de López Obrador.
Son más las personas que buscan una oportunidad en el extranjero, dejando su patria y a sus seres queridos casi a su suerte, y los que aquí se quedan, al no encontrar un empleo seguro, se ven destinados a sumarse al trabajo informal, sin poder disfrutar de las garantías laborales que tanto se han publicitado a nivel nacional por el gobierno actual.
Las políticas que se aplican en el país no benefician a toda la población; lo primero que debería promover el Gobierno es empleo formal y que se les den todas las garantías laborales. Eso no sucede en Chalco, varios son los pequeños puestos que se van instalando para vender desde dulces hasta lo que ya no ocupan en casa. Urge cambiar las condiciones en que viven los mexicanos.
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