MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | El verde del olivo en Chimalhuacán

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Como todo lo que empieza termina, concluyó la 14 Feria de la Aceituna en Chimalhuacán. Juan Carlos, quien atendió, junto a su familia su puesto de comida típica de este municipio, que incluía Pozole Alemán, comenta eufórico el éxito de la feria: “Xochitl Flores, la presidenta municipal, se opuso a nuestra feria, pero esto no nos los puede quitar, es la feria de nuestro pueblo, de “Xochiaquita La Bella”.

Primer domingo de diciembre, el día no pintaba bien, frio y barruntos de lluvia, que como ocurre en “los pueblos olvidados de Dios”, aparece la nublazón, con truenos, ventarrones, relámpagos, pero de lluvia, nada, así ocurrió. Mucho ruido, viento y frio y la lluvia no llegó. No pintaba bien, este clima ahuyenta a la clientela.

Seguramente muchos dirán ¿aceitunas en Chimalhuacán? Porque en la actualidad la urbanización se comió gran parte de la zona agrícola de este municipio y en el pasado reciente, era un lugar no muy habitable, aunque los nativos se molestan cuando les decían que era feo, en ellos permanecía la mente de aquel bello lugar, con un lago que les procuraba el alimento en la “armada”, cacería del pato; con extensas siembras de hortalizas, que les daba para vivir.

Pues sí, amable lector, aquí, en las goteras de la gran urbe, se siembra y se cultiva el olivo, su clima es propicio y las ramas cuelgan preñadas de aceituna. El crecimiento urbano ya no nos permite disfrutar de este árbol milenario, en su honor una colonia lleva su nombre “Los Olivos”. Desde los primeros meses de cada año los compradores contratan con un anticipo la cosecha de un árbol, los más, prefieren recolectar ellos mismos la aceituna, “curarlas” para quitarles su amargor original, para ofrecerlas como fruto o su derivado, el aceite de oliva. Los principales pueblos originarios donde se cultiva y cosecha el olivo son: San Lorenzo y Xochiaca, “Xochiaquita La Bella”, como acostumbran llamarle los nativos al lugar que los vio nacer.

El olivo es un árbol milenario, viven más de dos mil años y representa la paz y reconciliación. En la mitología griega está asignado a Atenea, la diosa que nació armada de la cabeza de Zeus, su padre, también aparece en el libro del Génesis. Para el pueblo palestino es un símbolo del samud o resistencia no violenta, paradojas de la vida, hoy la Palestina sufre una de las agresiones más descarnadas de la dupla yanqui-sionismo, también vale decir que desde los años 60 Israel ha hecho una tala inmisericorde de este bello árbol.

Por cierto, el verde olivo también símbolo de resistencia, de lucha. Un documental titulado así, “El Verde del Olivo”, narra como un próspero agricultor que vio partido el patio de su casa por el muro construido por el estado israelí, separándolo de su invernadero y su huerto de olivos, a los que ahora tenía que recorrer 20 kilómetros para verlos y cuidarlos.

De regreso. La “Feria de la Aceituna” se empezó a proyectar desde el 2006, fue tres años después  cuando finalmente se materializó algo que los chimalhuacanos ambicionaban, un evento que diera a conocer a México y al mundo que la aceituna también era el orgullo de su pueblo, herencia de sus ancestros. El en 2009, bajo el gobierno municipal del antorchista Jesús Tolentino Román Bojórquez, se realizó la primera feria de la aceituna. La desgraciada pandemia parecía que condenaría su realización, no fue así, el tesón chimalhuaquense hizo que la feria continuara y en el 2023 no iba a ser la excepción.

Así como el clima amenazaba la feria este domingo, fue la voracidad de la autoridad morenista, de la presidenta municipal Xochitl Flores, quien amenazó con no dejar que se realizara, con el pretexto de que la municipalidad realizaría la propia. Octubre y las primeras semanas fueron días de intenso jaloneo, tuvieron que mediar las autoridades estatales, los mismos diputados que no dieron su apoyo a “su” presidenta municipal. Los días previos la fuerza pública amenazaba con desalojarlos, se echaron las campanas a rebato, el pueblo estaba presto a defender su feria a sangre y fuego, el gobierno tuvo que recular, la feria se llevó a cabo.

De todos modos la presidenta municipal se montó en su macho, como se dice vulgarmente, y el mismo día que el pueblo de Xochiaca inauguró la 14 La Feria de la Aceituna, la morenista también inauguró la suya, los 21 millones que ofreció a los nativos se los gastó en elegantes carpas, en estands bien pintaditos, aunque en su inauguración lucían vacíos, no acudieron los productores nativos del aceite de olivo, “los que llegaron los trajeron de fuera o eran judas”, dicen “Los Alemanes” (gentilicio humorístico que han adoptado los lugareños y con el que llaman jocosamente a los vecinos de Xochiaca) se los gastó en la contratación de medios comunicación caros para publicitar “su” feria, se los gastó en la instalación de elegantes carpas, también se los gastó en la contratación de grupos musicales para amenizar la feria “chocolate”, como Los Askis, La Guayacán, el Campeche Show, por mencionar algunos.

Con todo y frio vamos llegando por la Avenida Hidalgo, la bici se abre paso entre los vehículos de un tráfico ya congestionado por la festividad desde varias calles antes de llegar a la Plaza de Xochiaca. La feria siempre se ha realizado sobre esta avenida, pero la imposición municipal los mandó a la Calle Las Flores, paralela a esta y muy reducida.

Los compases de la orquesta en turno se escuchaban desde muy lejos, era la música de carnaval, ese ritmo contagioso que invita a integrarse al baile; la comparsa, con su lujosa vestimenta de charro y sus hermosas mujeres hacía el deleite de la concurrencia al bailar una virginia. Las andancias, por fortuna, no andaban por aquí, haciendo de las suyas y poniendo en ridículo a más de tres.

Al primero que nos encontramos fue a un viejo amigo, que ahora se dedica al cultivo del olivo y de cactáceas, Antonio se llama, él y su esposa, no ocultaban su alegría de ver tanta concurrencia y el interés que mostraban por sus plantitas, aunque más que las cactáceas, la clientela preguntaba, compraba olivos, por cierto, por ser el último día de feria estaban, como siempre, a muy buen precio. Ahí, dejamos la bici para iniciar el recorrido por los modestos locales. Aquí no hubo carpas, no hubo lonas, la presidenta municipal no los quiso apoyar, pero en la modestia esta lo hermoso, porque el ingenio mexicano entra en acción.

Nos topamos con viejos conocidos de Las Peras, aunque les faltaron los tamales de aceituna, su stand, es un decir, lucía los platillos propios del lugar, estaban en cazuelas de barro, donde se podía disfrutar del ahuatle, del pato, del bacalao con mucha aceituna, eso sí, la aceituna “curada”, negra o verde, junto con el acetite de olivo estaban a muy  buen precio, más barato y de mejor calidad que los puestos de la entrada.

Seguimos. Una modesta cartulina anunciaba: pozole estilo alemán, obviamente en referencia a su “gentilicio”, la parada no estuvo mal, el rico platillo mexicano compartía con otros guisos orgullo del lugar, de todos modos ya era tarde y era cosa de probar el pozole, muy recomendable por cierto. De aquí les comparto el más grato encuentro, Juan Carlos, un joven de 22 años que atendía su “stand” presumía eufórico la realización de la feria, mi gorra delataba mi filiación política y, sin ambages, el mancebo se ufanaba: yo también soy antorchista, “mi familia jala con Antorcha, pase usted”. Su familia y él presumían el éxito sobre la pretendida imposición de la autoridad morenista, “nos echaron a la policía, nos juntamos, no nos dejamos, tocaron las campanas, se juntó al pueblo, no nos dejaron poner sobre la Hidalgo (la avenida), pero que nos importa, la feria la hicimos porque la hicimos, y vea, cuanta gente”

Muy cierto, quizá el espacio es reducido, quizá tuvieron que ceder en algo, pero la alegría de un pueblo, el de Chimalhuacán y sus invitados, no se podía ocultar y no lo pudieron reprimir, los grandes grupos musicales no hicieron falta.  Encontrar a Toño y su esposa, a Juan Carlos, antorchistas todos ellos, fue lo más reconfortante de la tarde-noche, saber que somos cada día más, saber que la educación de lucha, trabajo y fraternidad está en la mente de más mexicanos cada día, dice que vamos por la ruta correcta, falta mucho, pero hay avance. Cayó la noche, así que, hasta la próxima Feria de la Aceituna.

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