MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿El sexo masculino es el enemigo del feminismo?

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En términos generales, la lucha feminista se propone destruir el patriarcado. Pero ¿qué es el patriarcado? ¿Está en nuestra biología femenina o masculina? Hasta la fecha no hay pruebas que apunten a que la ideología y las prácticas patriarcales están determinadas por nuestra biología o por nuestros genes. Ciertamente, existen diferencias anatómicas y fisiológicas entre mujeres y hombres, pero de esas diferencias no se desprenden las ideas y las prácticas patriarcales. De estas diferencias no se desprenden automáticamente la dominación o los acosos por parte de algunos hombres ni el sometimiento o el destino único y obligado de las mujeres para convertirse en madres. Las diferencias biológicas entre mujeres y hombres no son las que determinan los roles de género ni las estructuras de dominación patriarcales. El patriarcado es un sistema ideológico y estructural, no es una característica “natural” de la biología humana. Además, su existencia no se restringe a la actualidad, sino que ha existido y se ha reproducido por siglos.

El origen del patriarcado continúa siendo debatido dentro de la arqueología y la antropología, pero existe un consenso respecto a que sus orígenes anteceden a la agricultura, a las primeras civilizaciones y al capitalismo. Algunas posturas apuntan a que el patriarcado surgió con la propiedad privada; sin embargo, es complicado determinar el origen de este sistema y generalizarlo para toda la humanidad; en primer lugar porque no todas las sociedades humanas han sido patriarcales ni en el pasado ni en la actualidad y, en segundo, porque las mismas interpretaciones arqueológicas y antropológicas han tenido un marcado sesgo androcentrista. Varias de las explicaciones e interpretaciones vertidas sobre las sociedades antiguas, –que asignaban al sexo masculino el papel central de la producción material y restringían el papel de las mujeres al cuidado del hogar y los hijos– han quedado desmentidas con los nuevos hallazgos arqueológicos.

Independientemente del origen del patriarcado, lo cierto es que éste se vio reforzado en la sociedad occidental con las explicaciones religiosas, filosóficas y científicas de la antigua Grecia y, posteriormente, de la Edad Media, que se empeñaban en explicar la materia, la vida y la sociedad mediante estructuras jerárquicas. Así surgió la cadena del ser o la "scala naturae" que  naturalizaba  y justificaba la “supremacía” de los hombres, y especialmente de los hombres blancos. Esta supremacía les daba a los hombres derecho por encima de todo y todos los que existen; los hombres eran –por naturaleza– más evolucionados. Por debajo de ellos y al nivel de los demás animales estaban las mujeres, las personas de color y los indígenas. Los blancos eran la cúspide de la evolución de la naturaleza. Su cuerpo y mente eran los más desarrollados, según las posturas medievales que se siguen cosechando en la actualidad.

Así pues, el patriarcado tiene un componente ideológico que ha estado sembrado en la cultura occidental por varios años y, por tanto, ha permeado tanto en los hombres como en las mujeres que hemos estado sujetos a esta cultura. Pero, a pesar de su fuerte componente ideológico, el patriarcado no es solamente ideología, no es solamente un conjunto de ideas y pensamientos, por lo que no se combatirá solamente haciendo una reflexión mental y disponiéndonos a cambiar nuestro comportamiento. El patriarcado está anclado en la estructura social y económica de la sociedad contemporánea y, por tanto, en toda la superestructura que de ésta se desprende: en las artes, en las ciencias, en las leyes, etc. Un ejemplo claro es el del cuidado parental.

Luego de que ha sido cuestionada la idea de que son las mujeres las que deben hacerse cargo de los hijos, mientras a los hombres les corresponde “brindar el sustento económico”; luego de que se ha demostrado que tanto mujeres como hombres pueden trabajar para “llevar el sustento al hogar” y de que no hay razones para restringir el cuidado parental al sexo femenino, algunos padres tienen la voluntad de colaborar cuidando a los hijos. Sin embargo, a diferencia de otros países, la legislación mexicana solo otorga a los padres de familia una licencia de paternidad de cinco días pagados, mientras que las madres –solo aquellas que tienen empleos fijos– pueden usar 84 días. Como resultado, la mujer mexicana trabaja 32.7 horas semanales en los cuidados del hogar mientras el hombre dedica apenas 14.8[[1]].  La ley mexicana contribuye a reforzar los “roles” de género en nuestro país. La ley de países como Corea del Sur, Japón, Francia, Portugal, Bélgica y Alemania otorga a los padres ocho semanas de licencia parental. Suecia otorga a ambos padres 480 días (16 meses) de permiso parental retribuido, y cada uno de los padres tiene derecho a 240 de esos días; aunque se pueden distribuir de manera no igualitaria los 16 meses entre el padre y la madre, el padre tiene que cumplir al menos con cinco de estos meses, para evitar que sea la madre la que se encargue de todo el cuidado.

Otro ejemplo de que el patriarcado tiene bases socio-económicas y no solo ideológicas es la violencia de género. Múltiples estudios en México y en el mundo han mostrado que las mujeres con ingresos económicos suficientes toleran menos a hombres abusivos o violentos. Pero las mujeres no tendrán un sueldo asegurado simplemente por su deseo de independizarse de su pareja abusiva. De hecho, en México, la informalidad afecta principalmente a las mujeres: del total de la población femenina ocupada, el 54.7% es trabajadora informal[[2]] que no tiene seguridad social, prestaciones laborales, ni un salario fijo. De la misma manera, el deseo de las mujeres de ganar más para depender menos de los hombres no se traducirá automáticamente en salarios más altos. Las mujeres que entran en la economía remunerada (o formal) ganan un 14% menos que los hombres; por cada 100 pesos que recibe un hombre en promedio por su trabajo al mes, una mujer recibe 86 pesos[[3]]. 

De lo anterior se desprende que la lucha feminista tiene que enfocar su lucha contra las condiciones materiales y económicas que le permiten al patriarcado reproducirse y manifestarse en nuestras ideas y prácticas individuales. El feminismo ha de ser una lucha sistémica y sistemática que supere constantemente sus limitaciones, pues restringir la lucha feminista a la lucha por abortos legales es rescatar a las mujeres solo como portadoras de úteros. Restringir la lucha feminista a conseguir puestos de gerencia o dirección en las empresas es restringir la liberación de la mujer al grupo de mujeres profesionistas o empresarias, que son minoría en el universo femenino. Restringir la lucha feminista al cumplimiento de las cuotas de género es “adaptar” el sistema patriarcal sin destruirlo, colocando unas pocas mujeres en los puestos políticos, administrativos y académicos, sin que ello se traduzca en una mejora de la vida de la mayoría de las mujeres. Restringir la lucha feminista a la violencia familiar liberaría a la mujer del hogar, pero la mujer seguiría siendo explotada y minusvalorada en su trabajo y en la sociedad.

Enfocar la lucha feminista contra los hombres es asumir que el patriarcado es una característica biológica masculina y es también limitar los alcances del movimiento, pues deja intacta la base social de este sistema. Los comportamientos de los hombres violentos son también producto de la cultura patriarcal y deben ser señalados y castigados, pero la lucha feminista no debe quedarse en ese nivel si su objetivo es arrancar el patriarcado desde sus entrañas. La lucha feminista ha de ser completa: ha de rescatar a la mujer en todo lo que ella es o puede ser; ha de incluir a todas las mujeres, o al menos a la mayoría; ha de darse en todos los niveles sociales, no solo en el hogar; y ha de apoyarse de los hombres dispuestos que se decidan a combatir el patriarcado en la sociedad entera, a la par que, tanto ellos como nosotras, cuestionamos y corregimos nuestras percepciones y comportamientos machistas. Los hombres pueden ser nuestros aliados en el combate al sistema social patriarcal. De otro modo, ¿hasta dónde llegará nuestro movimiento si nos dedicamos solo a culparlos?

Referencias:

[[1]]https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2020/ENUT/Enut_Nal20.pdf

[2] https://mexicocomovamos.mx/publicaciones/2022/08/crece-la-informalidad-en-mexico-pero-disminuye-pobreza-laboral/

[3] https://imco.org.mx/brecha-salarial-de-genero/

[4] https://www.elfinanciero.com.mx/economia/2021/09/18/mas-mujeres-mexicanas-cuentan-con-educacion-superior-pero-ganan-menos-que-los-hombres-ocde/

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