MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Del Estado de bienestar al neoliberalismo

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La historia de la humanidad se ha desarrollado como una lucha entre dos clases opuestas que, esencialmente, se disputan cuál es la mejor sociedad que se puede construir de acuerdo con los intereses particulares de esas clases. Esta ha sido la maldición de Sísifo para la humanidad. En esa lucha se puede insertar la siguiente reflexión que pretende esgrimir algunas ideas en torno a cómo el viraje hacia al neoliberalismo significó, en realidad, un triunfo del capital sobre el trabajo, esta lucha de siglos entre oprimidos y opresores, sobre cómo la clase capitalista, una vez más, logró derrotar al proletariado.

Las disputas por construir sociedades más equitativas no son novedad, así, haciendo una síntesis, podemos encontrar en su devenir la disputa entre esclavos y esclavistas, siervos y señores feudales, proletarios y capitalistas, y que lo que esencialmente se ha disputado es, la distribución de la riqueza creada socialmente. Por ello, no es ocioso recordar la disputa entre los acaparadores de la tierra y los desposeídos en Grecia clásica, la gesta de Espartaco en su intento por liberar a los esclavos del Imperio de Romano, la disputa entre montañeses y girondinos, la disputa entre los comuneros y la reacción europea y, por último, la disputa entre el país de los sóviets, encabezado por la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el capitalismo, liderado por Estados Unidos de América. Esta última era la situación del mundo en la década de 1970.

Al hacer su aparición en el mundo un gobierno de obreros y campesinos en la Rusia de principios del siglo XX, la reacción occidental intentó por todos los medios exterminarlo desde el primer momento de su conformación. Al no poder matar al niño en la cuna, tal como las serpientes no pudieron matar a Hércules[1], pretendieron que si dejaban crecer a Hitler política, militar y económicamente, este podría derrotar a la URSS, pero ese sueño anhelado se derrumbó cuando -además, occidente creyó que Hitler se conformaría con una expansión hacia oriente, pero no, él quería el mundo entero- los soviéticos lograron derrotar al nazismo, ganando así la Segunda Guerra Mundial. La consecuencia más importante de la Segunda Guerra Mundial fue la creación de dos bloques que partieron a Europa por la mitad: los capitalistas y los comunistas.

Estados Unidos (EE. UU.) fue el país que resultó bien posicionado en la política internacional al no ser afectado por la guerra, lo que lo catapultó como la única nación que podía reconstruir Europa occidental, además de que, siguiendo la idea de que el liberalismo económico era el camino para la humanidad, ayudó a Japón a crear un país que sirviera como hegemón del “mundo libre” en Asia. La reconstrucción fue un hito importante que sirvió al mundo capitalista para, después de la Segunda Guerra Mundial, tener tasas de crecimiento económico envidiables[2], lo que además convirtió a  EE. UU. en el país del capital productivo y financiero; es decir, la fábrica del mundo y el mercado financiero más importante estaban en América del norte[3].

Los años dorados del capitalismo (1950-1973) significaron crecimiento y estabilidad económica del mundo occidental, pero especialmente para EE. UU. En este periodo de belle époque, el pensamiento económico que dominó y orientó la política económica de  EE. UU. fue el planteado por John Maynard Keynes a principios de la década 1930, cuando fue necesaria una nueva economía capaz de revertir los efectos de la crisis económica de 1929. A partir de entonces algunos principios fueron esenciales: la estimulación de la demanda, porque el problema no era falta de producción, sino falta de consumo para echar a caminar de nuevo a la economía; la eliminación permanente del desempleo generalizado, porque los ingresos de los trabajadores estimulaban la demanda, la cual tenía un objetivo político, evitar explosiones sociales; implementación del sistema de seguridad social en 1935; y la intervención del Estado como mediador entre capital y trabajo, lo que conduciría a la creación del “Estado de bienestar”. Es decir, que el periodo de la época gloriosa del capitalismo se sustentó en un Estado que iba regulando la economía por el lado de la demanda.

Los primeros síntomas del agotamiento de una economía que había demostrado capacidad de generar bienestar para su población se vislumbraron al hacerse presente una inflación que no cedía, pues en 1971 se ubicó en 6%, además de que los déficits de la hacienda nacional eran cada vez más grandes y lo más importante fue el rompimiento del acuerdo de Bretton Woods. Esta situación duró alrededor de una década antes de dar el giro hacia el neoliberalismo, viraje que empezó con Jimmy Carter[4]. El 15 de julio 1979, Carter ofreció un discurso a la nación que mostraba su preocupación y reflejaba este malestar: “recordamos cuando la frase «suena como un dólar» era una expresión de absoluta fiabilidad, hasta que diez años de inflación comenzaron a reducir nuestro dólar y nuestros ahorros. Creíamos que los recursos de nuestra nación eran ilimitados hasta 1973, cuando tuvimos que enfrentar una creciente dependencia del petróleo extranjero”.[5] Además del problema general para los estadounidenses, el capital también se vio en problemas, pues existía un consenso generalizado de que para esos años las tasas de ganancia disminuyeron[6], como consecuencia del agotamiento del modelo económico y porque Alemania y Japón empezaron a crecer en la participación del mercado mundial.

La percepción de Carter era acertada porque él arribó al poder cuando explotó la situación (aumento de los precios de la energía) y ya estaban presentes el paro, la inflación y la caída del poder adquisitivo de los salarios, sumando todo ello a la menor capacidad del Estado como consecuencia de los déficits crecientes de los presupuestos estatales. El panorama era complicado.

Dada esta situación, Carter enfrentó los problemas con intención de modificar el modelo -además de que la fuerza de los empresarios presionaba en el Congreso para que ocurriera. Así, el primer aviso del golpe de timón para terminar con el "Estado de bienestar" fue el objeto que tuvo la Reforma Laboral de 1977, que pretendía eliminar obstáculos a los empleadores limitando a los sindicatos, afortunadamente no entró en vigor, pero el que entendió el mensaje correctamente fue el líder sindical de los trabajadores automotrices Fraser Douglas: “Creo que los dirigentes de la comunidad empresarial han escogido desencadenar una guerra de clases unilateral (...) contra los trabajadores (...) y contra buena parte de la clase media. Los líderes de la industria, el comercio y las finanzas de Estados Unidos han roto y descartado el frágil acuerdo no escrito que estuvo en vigor durante un período pasado de crecimiento y progreso” (Fontana, 2011). Para octubre de 1978 se aprobó la desregulación a las aerolíneas, lo que se sumó a un camino que iba siendo cada vez más evidente: la desregulación de la economía. Lo más significativo fue el papel que Paul Volcker desempeñó en 1979 al frente de la Reserva Federal al implementar una política destinada a luchar contra la inflación subiendo las tasas de interés sin importar las consecuencias que ello conlleva; es decir, a reducir la actividad económica. Es así como Carter fue el iniciador de una tarea que culminaría con  Ronald Wilson Reagan  .

Reagan llegó a la presidencia de Estados Unidos en 1981, antes de eso fue gobernador de California. Su educación y su carrera política no fueron relevantes, gran parte de su vida -antes de la política- la hizo como locutor y actor de cine, realizó papeles en 53 películas, dirigió el sindicato de actores de 1947 a 1952, además de que fue informador secreto del FBI dando nombres de quienes le parecían sospechosos. Su primer contacto con la política fue en la carrera presidencial de Barry Goldwater en 1964, pues participó en la campaña a su favor, pero Goldwater perdió ante Lyndon B. Johnson, no obstante, su papel en esta contienda le suministró simpatías del ala derecha republicana y de los millonarios que le financiarion la campaña para ser gobernador de California de 1966 a 1974. Intentó ser candidato presidencial en 1968 enfrentando a Nixon y en 1976 enfrentando a Gerald Ford, no fue sino en 1980 que se postuló como candidato.

Su discurso de campaña versó sobre ideas típicas de la guerra fría, condenando así la distensión iniciada por sus predecesores y la apertura de la defensa de los derechos humanos. Este permeó en la sociedad norteamericana porque la economía estaba mal, con paro y elevado interés, algo que prometió resolver disminuyendo el gasto gubernamental y rebajando los impuestos, pero mantendría alto el presupuesto de defensa para estar acorde con su discurso renacido de la guerra fría. Con esto Reagan derrotó a Carter con el 51% de los sufragios.

Más arriba se apuntó que Carter empezó el camino de la liberalización económica, pero fue Reagan quien terminó por enterrar la política económica preocupada por elevar el bienestar de las capas populares gracias a un sistema de impuestos progresivo, a la provisión de servicios y ayudas sociales, y al apoyo a la acción de los sindicatos; es decir, el pacto establecido en el New Deal de Roosevelt que había dado buenos resultados.

Además de la liberalización se inició una reforma fiscal que beneficiaría a los más ricos y al capital financiero. David Stockman, “el niño maravilla de Washington”, se encargó de convencer al Congreso de que era necesario. La idea consistió en que una vez recortados los impuestos y los egresos del gobierno, sin importar la eliminación de toda una serie de programas en educación, vivienda y ayudas sociales -con lo que se consiguió aumentar el número de quienes vivían en la pobreza del 11.7 por ciento en 1979 al 15.3 por ciento en 1983-. El mismo Stockman advirtió que el programa estaba basado en la creencia de que el sistema funciona y que “la parte más difícil del recorte de impuestos a la oferta es bajar la tasa máxima del 70 al 50%. El texto implícito era claro: para apoyar a los trabajadores industriales, hombres, blancos,... [para que puedan] volver a trabajar y para patear a los pobres eliminando los programas sociales” (Komlos, 2019).

Es en este periodo donde la batalla de las ideas keynesianas y neoliberales se estaba definiendo en favor de esta última. Estas ideas estaban derrumbando el Estado de bienestar y se estaba dando tránsito a las que aducen que la intervención del Estado en la economía dificultan el control de la inflación y el recorte de los costes, que había de hacer posible el aumento de los beneficios, que era el auténtico motor del crecimiento económico en una economía capitalista, arguyendo, así, que la mano invisible del mercado produciría la riqueza de la nación y esta se distribuiría hacia abajo; es decir, que permean hacia las clases más pobres.

Otra forma de saber que los defensores del ultraliberalismo económico estaban ganando esta batalla de ideas es que el premio Nobel de Economía en 1973 fue para Friedrich von Hayek y para 1976 fue para Milton Friedman. Ambos coincidían en que la perturbación de la economía por el Estado hacía, por ejemplo, que la expansión del crédito bancario estimulado por éste, no sólo causa inflación, sino que aumentan las malas inversiones. Así, pues, con esta visión inicia lo que se denominará neoliberalismo, que, visto sobriamente, es un liberalismo puro, donde el mercado es el que crea y distribuye la riqueza y el individuo es el conducto por el que se realizan las mejores obras. Esta visión liberó la economía de la regulación y uno de los sectores más beneficiados fue el capital financiero, a tal grado que logró, a través de cabildeos y artimañas, crear un sistema financiero poderoso y financiero que desencadenaría crisis importantes, como la de 2008-2009.

Con el neoliberalismo se impulsaron cambios importantes: disciplina presupuestaria, reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados; liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés; búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos; liberalización comercial; apertura a la entrada de inversiones extranjeras directas; privatizaciones; desregulaciones; garantía de los derechos de propiedad (Williamson, 1999). Y los resultados más visibles fueron: elevar la importancia del sector financiero en relación con el sector real, transferir los ingresos del sector real al sector financiero y contribuir a aumentar la desigualdad de ingresos y el estancamiento de los salarios (Palley, 2007: 3).

Este cambio de paradigma en EE. UU. generó un impacto internacional que terminaría por generar la globalización, lo que significó el libre tránsito de mercancías y capital por todo el mundo -aunado a que en la década de 1990 la URSS se desintegró-; es decir, las ideas de Hayek y Friedman habían logrado derrumbar la economía keynesiana y se imponía a todo el mundo[7]. Las consecuencias de un mundo determinado por el mercado ahora se revelan con meridiana claridad. Según World Inequality Report 2022 la mitad más pobre de la población mundial apenas posee el 2% del total de la riqueza. En contraste, el 10% más rico de la población mundial posee el 76% de toda la riqueza. En EE. UU., el 10% de la población capta el 45.5% de los ingresos totales, mientras que sólo el 13.3% va a parar al 50% inferior. Como reacción a la concentración de la riqueza han aparecido nuevos análisis en el campo de la economía, ¿de cuáles son sus consecuencias, los problemas que plantea al crecimiento económico y cómo combatirla? Las ideas que mejor resuelvan este problema son las que deben importarnos, pues definirán el futuro de la humanidad.

 


Bibliografía:

Fontana, Josep (2011). Por el bien del imperio. Ed. Crítica, España.

Komlos, J. (2019). Reaganomics: una línea divisoria. tiempo&economía, 6(1), 47-76.

Palley, T. I. (2007). Financialization: What It Is and Why It Matters. The Levy Economics Institute of Bard College, 1-31.

Williamson, J. (1999). Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a reformas de las políticas económicas. En M. Guitián, & J. Muns, La cultura de la estabilidad y el consenso de Washington (págs. 67-117). Barcelona: Caja de ahorros y pensiones.

 


[1] Hera, enojada con Zeus por consumar otro adulterio, envía a la cuna de Hércules dos serpientes para asesinarlo, pero Hércules, al ser hijo de Zeus, usó sus poderes y estranguló a las mandadas a asesinarlo.

[2] De acuerdo con Perren & Padín (2019) la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) global de 1950-1973 fue de la siguiente manera: Estados Unidos 3.6%, Europa Occidental 5.5% y Japón 10.3%.

[3] En 1950 EE. UU. poseía por sí solo alrededor del 60% de las existencias del capital de todos los países capitalistas avanzados, generaban 60% de toda la producción de los mismos, para 1970 seguían teniendo 50% de las existencias de capital de todos esos países y casi la mitad del producto total (Hobsbawm, 1998: 278).

[4] Presidente de los Estados Unidos de América (1977-1981); gobernador del estado de Georgia (1971-1975) y senador en la Asamblea General de Georgia (1962-1966).

[5] Parte importante del crecimiento de la inflación se debió a la guerra del Yom Kippur y a la posición de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OAPEC) que decidió suspender los envíos a los países que apoyaron a Israel y después optó por subir el precio del crudo (esto último conjuntamente con la OPEP).

[6] Se puede encontrar esta información en Historia del siglo XX de Hobsbawm, 1998; Por el bien del Imperio de Josep Fontana, 2012; y La crisis global en su laberinto de Arturo Guillen, 2015.

[7] Después de la disolución de la URSS no había impedimento para que EE. UU. proclamara la superioridad de su forma de vida. La idea del profesor Fukuyama al determinar “el fin de la historia” es un ejemplo significativo de ello, pues ya no veía oposición a la nación americana. 

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