MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Culpar a todos por la destrucción del planeta, estrategia del capitalismo explotador

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La pandemia por el Covid-19 nos dejó varias enseñanzas. La cifra de fallecidos por el ataque del virus fue de aproximadamente 5 millones de humanos, hoy los sobrevivientes tenemos la oportunidad de seguir reflexionando y madurando ideas en torno a cómo detener la destrucción del planeta, tarea que recae en la comunidad científica que los demás no debemos despreciar porque es uno de los factores que está influyendo en las catástrofes de nuestros días.

La invasión humana a todos los rincones de la Tierra rompe el equilibrio ecológico mediante el cual las especies se autorregulan. Nuestra presencia obliga a que los animales migren a sitios más seguros, pero luego osos, lobos y coyotes bajarán a los lugares donde se cría ganado para alimentarse de ellos, otras especies como roedores entran a los domicilios, mientras que aves buscan granos y semillas en las explotaciones agropecuarias; y las especies vegetales son taladas para usar los suelos en la siembra de maíz, sorgo, papas, etcétera, a pesar de las leyes que la regulan.

Por su parte, los microorganismos reaccionan de forma similar, aunque no lo veamos a simple vista. Dentro de este grupo se encuentran patógenos a los que los humanos les servimos de hospederos, es decir, que encuentran su medio de sobrevivencia y reproducción en el cuerpo de las personas, así que bacterias, hongos y virus nos provocan un amplio catálogo de enfermedades conocidas para las cuales ya existen tratamientos probados, pero seguramente vendrán otras que hasta ahora desconocemos para las que no hay medicinas.

También hemos experimentado voraces incendios forestales, sismos de gran magnitud y el paso de los huracanes destructivos que afectan sobre todo a las familias pobres, término que no gusta a las personas y menos a las autoridades; por eso se prefiere cambiar el nombre a sectores vulnerables, humildes, etcétera, que aunque no se acepte se trata de gente que no tiene casas que resistan a estos fenómenos, que no cuentan con un empleo y salario suficiente para asegurarse la alimentación, que no tienen cómo pagar servicios públicos, ni para cubrir el costo de los gastos en medicinas ni de educación.

Por su parte, la propaganda oficial nos hace responsables de la destrucción a todos por igual, pero esto es un engaño, es una forma de repartir la responsabilidad de quienes han sobreexplotado los recursos naturales y obtenido a su favor grandes ganancias económicas sin importarles nada más que el dinero, son los dueños de las minas, de los productores de cerveza, de refrescos, etcétera; sin embargo, en medida menor, el resto de los ciudadanos sí tenemos que ver en el asunto.

La propaganda oficial nos hace responsables de la destrucción a todos por igual, pero esto es un engaño, es una forma de repartir la responsabilidad de quienes han sobreexplotado los recursos naturales y obtenido a su favor grandes ganancias económicas sin importarles nada más que el dinero,

La modificación del entorno se dio desde la aparición del hombre sobre la Tierra. Al principio fue por la necesidad de sobrevivencia, pero en los últimos tiempos los hombres poderosos han aprovechado y sobreexplotado los mares para la navegación y tránsito de mercancías, han desviado los ríos para canalizar el agua a sus tierras de cultivo, han aplicado los conocimientos de la genética sobre las especies vegetales y animales dotándolas de características específicas que le reditúen mayores beneficios en rendimiento de carne, etcétera.

Los ricos han cavado grandes túneles en busca de petróleo, oro y otros metales con el único fin de apropiarse de ellos para convertirlos en mercancías, venderlos y hacerse de dinero que se acumulará en unas cuantas manos de forma desproporcionada e innecesaria, porque la riqueza que concentran es tanta que se ocuparían muchas generaciones humanas para gastarla, pero no puede ser de otra manera en una sociedad como la de nuestros días.

Por todo esto, la humanidad entera se encuentra en grave riesgo de desaparecer por las consecuencias del cambio climático ocasionado por el modelo económico capitalista explotador que, en su afán de obtener mayores ganancias ha impulsado la producción y consumismo gastando sin medida tanto los recursos naturales que son de todos como la fuerza de trabajo de los desposeídos en talleres, en grandes fábricas y en el mismo campo agrícola.

Los científicos dedicados al estudio del clima han dado a conocer que el aumento global de la temperatura tiene el límite máximo de 1.5 grados centígrados y si se sobrepasa, los desastres se harán más frecuentes y más destructivos, habrá sequías, tormentas y ciclones que, actuando alternativamente, arrasarán con cosechas, desencadenará hambrunas y pestes más mortíferas y masivas que la reciente pandemia.

Pero estamos a tiempo de hacer algo que verdaderamente detenga el problema de la destrucción mundial y el remedio está en un cambio radical del actual modelo productivo por otro que racionalice el uso de los recursos del planeta y que produzca sólo lo indispensable y en beneficio de todos.

Esta es una tarea impostergable que se mantiene vigente y que los únicos que pueden desarrollarla es la clase carente de los medios de producción, pero para lograrlo es necesario que el pueblo lo entienda y acepte como su tarea histórica salvar a la humanidad, porque hasta ahora la clase poderosa se impone sobre las mayorías empobrecidas y no le importa el futuro de las generaciones venideras.

 

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