MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | Queremos un México de cultura y de paz

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Texcoco, Estado de México. – Pasadas las 3:00 de la tarde, padres de familia, elegantemente vestidos, preguntaban tímidamente si podían ingresar al Teatro “Nezahualpilli” de Texcoco para “apartar” sus lugares. Las maestras de la Escuela de Bellas Artes de Texcoco II, “Humberto Vidal Mendoza” (EBAT), solicitaron paciencia, pues la entrada sería a las 3:30 ya que los técnicos hacían las últimas pruebas de sonido.

Dentro del teatro, dos técnicos corrían de un lado al otro, ultimando detalles. “¿Ya se escucha el monitor?”, gritaba uno desde la cabina. “¡Ya!”, respondía el otro. Eran conscientes de que faltaba poco para empezar la función. Se trataba de la Ceremonia de Graduación de la EBAT II de Texcoco. El reloj, que parpadeaba a cada segundo, seguía su curso. Pasaban 30 minutos después de las tres y todos querían el mejor lugar para ver a sus familiares. Poco a poco, el recinto se empezó a llenar y se escuchaba un murmullo inquieto.

El escenario lucía un colorido espectacular gracias al juego de luces que ya podían disfrutar los asistentes. Estaba lleno de sillas que aguardaban a la Banda Sinfónica Ixtlilxóchitl Acolhúa de Texcoco. Los invitados especiales y dirigentes de Antorcha llegaron puntuales.

Unos minutos antes de las 4:00, sucedió lo imprevisto: se fue la luz. Tras subir y bajar escalones frenéticamente, los técnicos pusieron a trabajar toda su experiencia y resolvieron el problema. “¿Por qué durante las pruebas no fallan las cosas y al momento del evento, parece que ‘todo’ falla?”, dijo apresurado uno de ellos.

Después de 20 minutos de incertidumbre ¡se hizo la luz! La maestra de ceremonias indicó que la fiesta de los graduados iniciaba. Los padres de familia, orgullosos y contentos, nerviosos y entusiasmados, esperaban ver el momento en que sus hijos, por fin, concluirían sus estudios que tanto sacrificio había costado a sus familias. Pero, antes, por supuesto, una muestra de lo que aprendieron durante su estancia en la escuela.

Ante un teatro lleno, el público expectante vio cómo los músicos de la Banda Sinfónica Ixtlilxóchitl Acolhúa ocupaban sus lugares. Se dio la bienvenida a los miembros del presídium y pocos minutos después, ¡inició la función!

Primero, declamó Areli Reyes Pérez, acompañada por la banda sinfónica, la poesía “A los enemigos” de Pablo Neruda. La egresada de la Carrera Técnica en Música emocionó al público con su interpretación. Siguió la pieza musical “Dios nunca muere” que sorprendió a propios y extraños. Enseguida, las palabras del director de la escuela, Isidro Torres Aguayo, hicieron reflexionar a los asistentes, pues hizo una semblanza del panorama actual de México en el que desgraciadamente la violencia es el epicentro y propuso, como una parte de la solución, que los jóvenes se eduquen en la cultura y el arte para alejarlos de los vicios de la sociedad moderna.

“Carnaval de Venecia para flauta” y “Banda sinfónica” de Giulio Briccialdi con Mauro Juan Clavijo como solista, y “Concierto para clarinete” de Artie Shaw, con José Francisco Miranda Villagómez, se sucedieron en el programa.

La maestra de ceremonias dijo que “nosotros los antorchistas le decimos al pueblo ruso que somos sus hermanos, somos solidarios con ellos y estamos en la primera línea de la solidaridad en México en esta coyuntura internacional, en la que el arte también combate y les decimos que Rusia tiene la razón. En esta época en que el arte ruso ha sido vetado de las salas de conciertos, de las ferias de libro y de los festivales tan sólo por el delito de buscar un mundo multipolar y por estar en contra de la hegemonía estadounidense y de LA OTAN, por eso presentamos las danzas Polovetzianas de la ópera del Príncipe Ígor de Aleksandr Borodín”.

Después del mensaje solidario al pueblo ruso, llegó el momento más esperado de la tarde: las palabras del padrino de generación, doctor Brasil Acosta Peña, dirigente del Movimiento Antorchista en el Estado de México, que precederían a la entrega de diplomas a la generación de egresados.   

Acosta Peña señaló que, lamentablemente, la situación de México es tétrica, roja, pintada de muerte y lo que el Movimiento Antorchista Nacional trata de hacer es decirle a México y a sus hijos e hijas, es que no nos acostumbremos a la violencia, que no se “haga normal” escuchar que hubo 15 muertos, una explosión, desaparecidos, fosas clandestinas y un terrorífico etcétera, y lo que es peor, que los mexicanos reaccionen, “como si nada pasara”.

“No nos acostumbremos a la violencia, queremos para todos aquellos que hayan perdido la vida de un ser querido en este tiempo tan injusto, que se les haga justicia y que cambien las cosas, basta del México violento que no merecemos. Por eso, también honramos a nuestros mártires Antorchistas: Conrado, Mercedes y Vladimir, de tan sólo seis años, y le decimos a México: no queremos violencia, queremos un México de cultura y de paz”, comentó el también diputado federal de Texcoco.

Las emociones estaban a flor de piel. Después del discurso del padrino: uno a uno fueron nombrados los alumnos en el último pase de lista de las generaciones que egresaban. Los estudiantes llevaban porra y éstas se hicieron presentes. Igualmente, los asistentes al teatro notaron quiénes eran los alumnos más aclamados y populares, pues también fueron ovacionados por sus compañeros.

Alrededor de las 6:00 de la tarde, inició la segunda parte del programa. La danza “Cosmología prehispánica, entre la vida y la muerte”, a cargo del Ballet Estatal del Movimiento Antorchista “Humberto Vidal Mendoza”, además de la declamación a cargo de Tristán Hinojosa de la poesía “El principio de los cantos”.

Pero el programa cultural no terminó ahí. Para deleite de los presentes, Acolmixtli Acolhúa, el ballet de casa, formado por alumnos de la EBAT II, presentó bailes de Guerrero, acompañados por el grupo de música Yoliliztli, también parte de esta escuela.

Las palabras de una de las egresadas, Rosy Rodríguez, conmovieron al público. En su discurso, se quejó de la falta de apoyos a alumnos que “superan” la edad “reglamentaria” para inscripciones, como es el caso del Conservatorio Nacional de Música y agradeció el apoyo de la Escuela de Bellas Artes de Texcoco II para que ella, como otros texcocanos “no tan jovencitos” pudiesen culminar sus sueños.

Y para cerrar con broche de oro, el folklore y alegría de danzas de Yucatán y Campeche llenaron de color y movimiento el escenario de la sede cultural del antorchismo en Texcoco, el Teatro “Nezahualpilli”, que sirvió de marco para las últimas fotografías de los egresados con compañeros y familiares, que sin importar que el recinto quedara poco a poco vacío, seguían tomando fotografías y videos.

Al llegar a las 9:00 de la noche, el auditorio, testigo de una tarde de arte, cultura, danza, poesía y música, también fue testigo de cómo sus cómplices de siempre, los técnicos, recogían todo para regresar a la calma cotidiana. A toda prisa desmontaban todo, preparándose para el siguiente evento, donde otro público, otro escenario, otras canciones y otras emociones, los esperan para la siguiente función.

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