MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Contra la pobreza: el pueblo organizado

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En la ceremonia de inauguración del X Torneo Nacional de Basquetbol del Movimiento Antorchista que tuvo lugar en la Plaza Melchor Ocampo del centro de Morelia, el pasado viernes 25 de septiembre, estuvo presente el señor Gobernador electo del estado de Michoacán, el ingeniero Silvano Aureoles Conejo y todos los asistentes nos sentimos muy honrados y estimulados. Estuvieron presentes también, entre otras importantes personalidades, la señora Diputada Federal, Daniela de los Santos Torres y el señor Diputado local por Huetamo, Juan Bernardo Corona Martínez, a ellos también nuestro agradecimiento sincero por su compañía.

Por parte de los más altos dirigentes del Movimiento Antorchista, asistieron los compañeros Juan Manuel Celis Aguirre, Diputado Federal, Secretario de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y Presidente de la Comisión Nacional Cultural y Deportiva de la organización y el Ingeniero Samuel Aguirre Ochoa, Presidente de la Rama Deportiva de la comisión nacional y dirigente en el estado de Veracruz. La presencia de los compañeros nos hizo sentir a los antorchistas michoacanos muy apoyados y queridos, su sencillez, su profundo sentido de la unidad en el trabajo y en la amistad, son ejemplo para todos nosotros y también ¿por qué no? para todas las organizaciones que dicen representar al pueblo pero están hundidas en sempiternas querellas internas y escisiones.

En ese evento de inauguración hice uso de la palabra y hoy me permito compartir algunas de las cuestiones que ahí dije porque creo que pueden ayudar a conocer mejor lo que somos, lo que hacemos y los problemas que enfrentamos. Dije ahí que, no obstante la enorme importancia de las personalidades que estaban presentes, los protagonistas principales eran los deportistas que se disponían a competir y el pueblo que se había acercado a participar en el evento. Y es cierto. Hay tanta demagogia que parece que destacar la importancia de los deportistas y el pueblo es sólo un recurso para quedar bien, pero no es así: la verdad es que nada se produce sin el pueblo, no existiría ningún acto político ni ningún político sin la presencia, el respaldo y la participación del pueblo.

La inmensa riqueza material que produce como nunca antes el hombre contemporáneo está concentrada en unas cuantas manos. Los datos son aterradores: el uno por ciento de la población mundial, posee lo mismo que el 99 por ciento restante, o, según otro dato estremecedor: 85 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. México es parte de esa tragedia: es la decimocuarta economía del mundo, tiene 53.3 millones de personas que viven en la pobreza y, mientras que su PIB crece solamente al 1%, la fortuna de los cinco mexicanos más ricos, se multiplica por cinco. Los más graves y lacerantes problemas que padece México, la violencia en todas sus formas, la ignorancia escandalosa, las enfermedades curables tienen, en última instancia, su causa en la pobreza. Es urgente distribuir mejor la riqueza social.

Pero el problema no termina ahí. Resulta que, en congruencia y como complemento indispensable a la injusta concentración de la riqueza material, también la riqueza espiritual que ha generado el pueblo con su trabajo, está concentrada en unas cuantas manos y se utiliza para mantener y aumentar el poder, la fortuna y, no pocas veces, el despotismo de esas pocas manos. Como espectáculo en el que se admira la destreza física y la entrega, sólo existe en tanto que es negocio, como práctica diaria para la educación y superación del hombre, sólo existe como actividad de lujo al alcance de las clases más poderosas. El deporte, como la riqueza material y como parte de la riqueza cultural, tiene que ser rescatado para el pueblo. La práctica del deporte abona muchísimo a la vida plena del hombre: enseña a esforzarse, a soportar el dolor, a disciplinarse, a trabajar en equipo y, también, enseña a producir belleza y a admirarla. Por tanto, el deporte no puede seguir siendo un espectáculo para generar ganancias espectaculares y no puede seguir siendo patrimonio de minorías privilegiadas, el deporte tiene que regresar al pueblo, tiene que regresar a su fuente primigenia y servir a ella. Por eso la promoción del deporte por parte de los antorchistas.

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Michoacán atraviesa por problemas gravísimos. La deuda del gobierno y, por tanto, la deuda de los michoacanos, es asfixiante; la economía no crece; el 70 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en labores informales, sin horario, sin prestaciones y sin la esperanza de una pensión; persiste el delito y la violencia; en el estado existen los niveles de educación más bajos de todo el país y, en Michoacán, la propia autoridad viola la ley. (Al respecto señalé lo siguiente: aquí en esta histórica plaza hay un plantón de padres de familia de tres escuelas primarias desde hace siete meses, no porque exijan privilegios, sino porque la autoridad viola la ley).

Los antorchistas estamos convencidos de que para enfrentar estos problemas, para no seguirlos "administrando" y posponiendo, se necesitan acciones decididas. No violentas ni fuera de la ley, pero sí efectivas. Ya ha quedado claro que los programas oficiales que son variantes gubernamentales de la filantropía, no resuelven los problemas. Estamos conscientes de que las medidas que se requieren, entre las que contabilizamos un apoyo muchísimo mayor por parte de la federación, exigen de un frente unido de los michoacanos que estén dispuestos a sacar al pueblo michoacano y a Michoacán entero del rezago en el que se encuentra sumido. Los antorchistas estamos plenamente dispuestos a sumar nuestras fuerzas para lograr que haya tranquilidad, trabajo, educación y salud para todos los michoacanos, para una tarea así de indispensable, de urgente y justiciera, cuenten con la participación de una parte considerable del pueblo pobre organizado.

Sí, agrego hoy, cuenten con nosotros para combatir en serio todas esas manifestaciones de la injusta distribución de la riqueza. Sí, pero es indispensable que se nos respete. Durante la semana que termina ha habido acontecimientos extraños y noticias derivadas que parecen tener el propósito de ensuciar el evento nacional de basquetbol, el positivo acercamiento con el nuevo gobernador y nuestra legítima exigencia al gobierno federal en el sentido de que haga justicia por el asesinato de Don Manuel Serrano Vallejo y atienda demandas urgentes y plenamente justificadas en Oaxaca, Estado de México y Michoacán (por todo lo cual, marcharemos pacíficamente el próximo 6 de octubre 100 mil mexicanos al zócalo de la ciudad de México). La campañita negra a que me refiero, consiste (y no creo que haya terminado) en lo siguiente: el Presidente Municipal de Tingambato, Luis Manuel Maximiliano Villanueva, acusa sin pruebas a Antorcha y a su líder en la Meseta Tarasca, Juan Martín Nicolás, de daños en sus oficinas municipales, su calumnia recibe atención en la prensa; tres profesores de la Extensión Chilchota del Colegio de Bachilleres de Carapan, de repente se declaran "independientes" y aseguran tener el apoyo del Presidente Municipal, Mario Silva Amezcua, para formar otra escuela y aseguran que este personaje les paga para que vayan a Morelia y hagan denuncias injuriosas a la prensa; y, por si no fuera suficiente, el martes 29, un sujeto se sube a la cornisa de la céntrica Casa del Estudiante Antorchista "Espartaco" sección femenil y amenaza con lanzarse a la calle desde más de 10 metros de altura, el show dura casi dos horas y de inmediato la prensa venal asegura que "se trata de un morador", pero ¿por qué escogió precisamente ese edificio? ¿Cómo llegó arriba si la puerta estaba en ese momento atestada de estudiantes? ¿Qué demandaba? ¿Por qué no se dio el nombre del supuesto suicida si se lo llevó la policía? ¿Quién urde la intriga? Porque en política no hay casualidades.


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