MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda

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“Ser o no ser es la cuestión”, diría Shakespeare, dramaturgo y gloria de las letras inglesas. Y es que del dicho al hecho hay mucho trecho. Tal como pasa con la dizque 4T, que de izquierda sólo tiene la propaganda demagógica, bandera con que navegan los arribistas de todo pelaje con el fin de hacerse agradables a las masas y que voten por ellos para encaramarse en el poder.

La administración cuatroteísta se sostiene con mentiras, y no sólo por las dichas en la mañanera, contadas y demostradas por medios de comunicación una por una, sino en general; empezando por el supuesto cambio o transformación que no es tal a pesar de la machacona cantaleta de “primero los pobres”, sino, en el mejor de los casos, “un cambio de todo para que todo siga igual”; dorado de píldora para ocultar el neoliberalismo lopezobradorista y la “nueva’’ mafia del poder.

Escuché hace poco en un debate televisivo a una “investigadora”, de cuyo nombre no quiero acordarme, poner a la altura del General Lázaro Cárdenas del Río al actual presidente de la república por su “carisma y liderazgo” y, se entiende por lo dicho, también por sus resultados.

Decía que esta administración no debe ser juzgada con parámetros ideológicos sino políticos con base, dijo, en los resultados de la producción y distribución de lo que llamó bienes de la nación, dado que la 4T “nunca prometió un socialismo’’ sino devolver al Estado mexicano la rectoría de las instituciones como el representante de la sociedad que es, porque, dijo, estaban secuestradas por un reducido grupo de poderosos que con el “neoliberalismo” se había adueñado y aprovechado de ellas.

Basta ver, sostuvo, que el Gobierno ha recuperado empresas; que sus políticas y programas de ayuda directa han sacado de la pobreza a millones, así como mejorado sustancialmente los niveles de bienestar de los mexicanos; que ha elevado como nunca los salarios de los trabajadores; que no ha endeudado al país a pesar de las difíciles condiciones como la pandemia, y que ha valorizado al peso como nunca antes en la historia moderna del país.

La administración cuatroteísta se sostiene con mentiras, empezando por la machacona cantaleta de “primero los pobres”; dorado de píldora para ocultar el neoliberalismo lopezobradorista y la “nueva’’ mafia del poder.

Tal opinión, a mi parecer, es representativa de las trampas conceptuales (palabras bonitas, pero ajenas a la realidad) producto del error en el análisis o del estrecho interés individualista, cuando no de la deliberada intención de confundir, es decir, no es verdadera, pues no es cierto que haya disminuido el número de pobres. Lo aclara Julio Boltvinik del Colegio de México: los pobres siguen igual o peor; lo sabe la gente que lo vive.

Sí aumentó el salario mínimo, pero aumentaron mucho más los precios, por lo que en realidad estos decrecieron y ahora alcanzan menos para comprar lo necesario. Aumentaron los niveles de bienestar, pero sólo de los ricos y por eso se rompen récords de riqueza, porque para los demás no hay gasolina, ni gas, ni electricidad, ni cebolla, ni tortilla, ni renta barata, nada

El sistema de salud, desmantelado y no hay atención ni medicinas; la educación, en su peor momento; recortes de recursos a estados y municipios, sin obra pública y las carreteras destrozadas por todo el país; los niveles de inseguridad, elevadísimos como nunca antes; el mejoramiento a la vivienda popular no existe; el desempleo y los subempleos, por las nubes, etcétera.

El “superpeso” se debe a la debilidad del dólar por los problemas de la economía estadounidense, y no a la fortaleza de este. La no deuda por pandemia es cierta, pero más valía salvar la vida de los mexicanos. 

Sí hay endeudamiento, pero para las megaobras de relumbrón como el Tren Maya, porque en el último Presupuesto de Egresos de la Federación la deuda se incrementó más de 2 millones de pesos.

Del combate y fin de la corrupción, discurso emblema del actual gobierno, ni hablar: salieron peor, como reseña constantemente el portal de internet Latinus.

En cuanto a las ayudas directas a los elegidos arbitrariamente por el Gobierno: sí son ayudas, pero totalmente insuficientes y, por tanto, inútiles para aliviar de raíz el mal, pues nadie sale así de la pobreza, y a la larga, de seguir las cosas como van, será perjudicial para los pobres, porque al sólo repartirse dinero sin desarrollar la economía, este se agotará. El dinero del pueblo que administra el Gobierno es finito, y cuando el momento llegue, los pobres quedarán sin ayuda: el país estará quebrado financieramente y con una infraestructura chatarra e improductiva.

Por otro lado, hace mucho que la ciencia estableció que el Estado no representa ni puede representar los intereses de toda la sociedad, sino sólo los de la clase dominante en un momento histórico determinado, pues nació a raíz y junto con estas.

Sobre el socialismo, es sabido que no se trata de una posición ideológica, aunque se le haya colgado hace tiempo este sambenito para espantar a la gente con la sola palabra, sino de una formación socioeconómica superior en la que la riqueza se distribuye equitativamente entre la sociedad, precisamente porque ahí la clase dominante es la trabajadora, productora de la riqueza y, por tanto, no se concentra en pocas manos porque no impera el capital privado sino el Estado representante de la clase trabajadora, que se encarga de realizar tal distribución. Tal como sucede en China, por ejemplo, cuyos resultados han asombrado al mundo con la erradicación total de la pobreza extrema y la baja tasa de mortalidad por covid-19.

Por eso, desde mi punto de vista, para juzgar a este o a cualquier gobierno o proyecto político, a la escala que sea, para los pobres no hay mejor parámetro que responderse a la pregunta de para qué se busca el poder: para cambiar esta sociedad basada en la usura y la explotación del trabajo asalariado por una más justa que distribuya equitativamente la riqueza social que producimos entre todos los mexicanos o, por el contrario, para “curarla” y ocultar sus horribles llagas de injusticia y desigualdad y hacerla funcionar por los siglos de los siglos, resignando a sus víctimas a seguir arrastrando su vida de miseria. Y ahí, por sus hechos los conoceréis.

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