MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Apología de Bere y Omar

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Difícilmente dos almas, tan soberanamente talentosas como humanas, podrían encontrar la misma muerte. Se trata de dos compañeros antorchistas, de esos de hueso colorado que no se dan en macetas. Jóvenes talentosos que encontraron su deceso en condiciones inhumanas, bajo la brutalidad de un hombre embriagado, drogado por el sistema perverso de producción. 

¿Qué pecado cargaban sobre sus espaldas? ¿Qué condena merecían librar? Ninguna. Bueno, acaso una, si así se le puede llamar, a esa convicción decidida de luchar, contra todo el sistema y contra todos sus representantes, una guerra voluntaria, abierta, franca y a prueba de todo que, decidieron librar ellos sí, bajo sus cinco sentidos, no como su brutal homicida.

Contra quién dirigían su guerra: contra la pobreza; ese flagelo visceral que humilla a los mexicanos, que los orilla a padecer las calamidades más ignominiosas y que, crece de generación en generación sin que nadie pusiera un alto. Es la pobreza la causante de la inmensa mayoría de nuestros males, entre ellos la perdición en los vicios, la ignorancia, la brutalidad con que se conducen los criminales, la corrupción, las violaciones a derechos humanos.

Omar Abit Lugo Espinoza era un compañero alegre, carismático, de buen trato y gran conversador. Me tocó tratarlo en Escuela de Cuadros, tuve la oportunidad de ver su destreza entablando diálogos, su popularidad inmediata que lo colocó como jefe de grupo. Amable con todos, con sonrisa natural y firmeza al hablar, Omar se fue ganando el respeto y el cariño más de extraños que de propios, dado que ahí la inmensa mayoría nos estábamos conociendo por primera vez.

Así siguió su camino durante años, realizando activismo entre los pueblos y colonias de Sinaloa. Le perdí la pista un buen rato. Hasta que varios años después lo reencontré en la comisión de estadística, en una reunión en Ixtapaluca, donde degustamos unos buenos tacos, no sin una amena charla.

Siempre fue así, un hombre sencillo, inteligente, rápido que disfrutaba enseñar, no solo sobre la liberación del hombre por el hombre, sino, además, por si fuera poco, el arte que él sabía más, la danza folclórica y la poesía, la elevación espiritual de los hombres, que nos aleja cada día un poco más de las bestias. 

En el caso de Berenice Bonilla López, una compañera que traté menos, como quedan infinidad de testimonios de ello, era una líder natural, talentosa como la más, amante de la poesía y el canto, egresada de la escuela de nivel superior de artes Mácuil Xóchitl, que se encuentra en el estado de Puebla.

Conviví con ella solo en una ocasión, pero, como bien dice la poesía: ¡hasta los leñadores mirando al roble sienten las majestades de lo gigante! Así ocurrió en este caso, bastaron cruzar unas cuantas palabras para que pudiera descubrir, a través de ellas, su inclinación a lo supremo, su sensibilidad, su carisma y su talento superior, envuelto en un halo de humanidad, la combinación perfecta de una gran personalidad al servicio del pueblo humilde y trabajador. Cuando le dijeron: te vas a Sinaloa, no rechistó, no interpuso pretextos o justificaciones, por el contrario, con arrojo femenino y revolucionario, aceptó a cabalidad, como una dama de hierro, como una verdadera bolchevique; e hizo un gran papel, nunca regateó un ápice de sacrificio por la organización, ni antepuso intereses personales antes que la liberación del pueblo.

En fin, ellos son ejemplo, prototipo de un antorchista, de un soldado que no se achica ante las adversidades, que no sufre lloriqueando frente al enemigo, sino que lo arroba con temeridad juvenil, pero también, con el cálculo científico de da la madurez, la biológica y la política. 

Donde quiera que estén, camaradas, siempre servirán de inspiración para todos nosotros, sus nombres perdurarán, nunca morirán mientras exista la llama de la Antorcha en un corazón humano. Porque su ejemplo nos impulsa para adelante, para emprender cualquier batalla, por muy difícil que esta sea, porque, si ustedes dieron lo más preciado que tiene el hombre que es la vida entera en busca de este ideal, ¿Por qué nosotros no podríamos sacrificar tiempo, dinero y esfuerzo?

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