MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Análisis macroeconómico de las estructuras económicas latinoamericanas

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El análisis macroeconómico nos permite comprender la economía en su conjunto, es decir, en el ámbito local, regional, nacional e internacional y, con base en ello, diseñar las políticas económicas de corto, mediano y largo plazo que deben aplicar los Estados de las naciones en beneficio de la colectividad. 

En el marco de la globalización económica, es decir, de la tendencia a la mundialización del sistema económico capitalista, las naciones del planeta están obligadas a comprender este fenómeno económico e insertar en él las políticas económicas que favorezcan a sus intereses.

Esta mundialización del sistema económico capitalista fue descrito por Marx y Engels de la siguiente forma: “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son reemplazadas por nuevas industrias cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no solo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material como a la producción intelectual […] Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras […] Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización,  es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza”.

Entendidas así las cosas podemos entonces afirmar que la globalización de la economía mundial provoca profundas transformaciones en las relaciones capital-trabajo. Estas transformaciones han permitido un aumento de la dominación del capital sobre el trabajo y la sociedad, sobre la naturaleza y en los niveles de injerencia en los Estados nacionales. La globalización de la economía capitalista en el mundo exige, por tanto, la ampliación permanente del capitalismo a ciertas regiones adonde no había llegado o que había abandonado.


 La tendencia de la globalización es, por tanto, la apropiación privada de los recursos naturales por parte de las grandes empresas trasnacionales, lo cual se ha evidenciado con mucha fuerza en América Latina. La legislación que promueve las inversiones extranjeras ha contemplado la entrega como propiedad privada de los diversos recursos naturales, incluyendo valiosos recursos energéticos, mineros e hídricos. Su propiedad privada les permite obtener, además de las ganancias del capital, la renta de los recursos naturales.

La reestructuración en América Latina, impulsada por la globalización y el neoliberalismo, ha profundizado la pobreza y el subdesarrollo. De esta manera, sustentados en el neoliberalismo, los gobiernos entreguistas de América Latina han promovido la desnacionalización de las empresas nacionales y otorgaron condiciones especiales en la legislación sobre las inversiones extranjeras. Sin embargo, durante los últimos años una parte importante de los recursos naturales de los países de América Latina se han transformado en propiedad privada de las empresas trasnacionales. Estados Unidos, punta de lanza del proceso globalizador del capitalismo, estimula, por tanto, una campaña permanente para concretar acuerdos de libre comercio en favor de los intereses del capital: en los ámbitos del comercio, la reforma económica, el desarrollo y la inversión.

Ahora bien, las posibilidades y márgenes de maniobra que las naciones latinoamericanas tienen para configurar proyectos de nación dentro de este proceso de globalización económica, podrían hallarse en el marco de un regionalismo abierto con una propuesta de transformación productiva con equidad, con el objetivo de obtener un mayor aprovechamiento de las economías de escala; reducción de las rentas improductivas derivadas de la falta de competencia; mejora de expectativas para la inversión nacional y extranjera; reducción de los costos de transacción; mayores niveles de ahorro y de inversión e incrementos de productividad como resultado de la elevación de la eficiencia; empujar a la incorporación del progreso técnico y a la articulación productiva; incrementar los flujos recíprocos de personas, capital y tecnología, así como permitir la constitución de redes con potenciales de especialización e innovación; ayudar al incremento de la producción y la productividad agrícolas; mejorar la eficiencia de las decisiones de política económica, aportando con ello a la estabilidad y al aumento de la inversión; y contribuir a lograr un modelo de desarrollo que impulse, de manera simultánea, el crecimiento y la equidad.


 

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