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Marginación urbana. El caso del oriente mexiquense

Autor: Abel Pérez Zamorano
Año de Edición: 2014

El autor analiza aquí la pobreza y la marginación en sus tendencias generales y sus manifestaciones concretas en seis municipios urbanos del gobierno mexiquense. Identifica las raíces del problema, en este caso en la crisis crónica del campo, cuya población busca, en medida creciente, el sustento en las ciudades. Hasta hace poco, indica, el Distrito Federal era el principal receptor en el centro del país, hoy es el Estado de México. El proceso en estudio es atribuible a la acción de las leyes del desarrollo de la economía de mercado, una de cuyas manifestaciones es el aumento de la población urbana en detrimento de rural. Desde una perspectiva histórica subraya el abuso de especuladores y el origen anárquico de los asentamientos. La novedad en la segunda edición es el Capítulo 7, que analiza el proyecto Nuevo Chimalhuacán, fenómeno social y político novedoso que ha trasformado al municipio y la vida de sus habitantes, convirtiéndolo, de ejemplo de atraso -como se ve a lo largo de la obra- en verdadero modelo de desarrollo aplicable a las zonas marginadas de las grandes urbes de México. Concluye que la solución del problema demanda, además de una acción concertada de los tres órdenes de gobierno, una sociedad civil activa y consciente, capaz de asumir un papel protagónico en la trasformación de su entorno y de exigir al Estado la dotación de los recursos necesarios.

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Prólogo

La marginación urbana es el tema de nuestro tiempo. Es el asunto y trasunto axial del siglo XXI como lo fue el de la marginación rural en la centuria anterior. Este descuido civilizatorio de las áreas campesinas generó las mayores convulsiones sociales y las confrontaciones y revoluciones que constaron más vidas que las dos guerras mundiales juntas. Tal es el caso de los movimientos populares trepidatorios y oscilatorios de China, Rusia, India, México, Brasil y otros países emblemáticos como Cuba o Vietnam.

En términos generales, al siglo XX se llegó hasta una proporción de 70 por ciento de volumen demográfico rural y 30 por ciento urbano, para dar un giro espectacular y llegar al siglo actual con la proporción inversa: más del 70 por ciento de los habitantes del país y del mundo se hacían en las ciudades y ahora quedan campos solitarios con solo un 30 por ciento de pobladores rurales.

El acucioso investigador e ilustre catedrático Abel Pérez Zamorano, profesor de diversas universidades, entre las que destacan la Autónoma Chapingo, ha tomado como toral espacio de su implacable lupa intelectual a la zona del oriente del Valle de México al destacar que es allí donde juega su suerte el modelo económico, político y social del México del siglo XXI.
Aparente mente el proceso antiguo de la marginación se daba por las razones geográficas. La población provinciana o pueblerina se hallaba alejada de las capitales o de las ciudades principales. Hoy ya no. Hoy la gente, el macizo humano, se encuentra en las zonas urbanas mismas, dentro y alrededor de ellas, la integra y circunda, la vértebra y la rodea amenazante o servicial según el caso o momento. 

Abel Pérez Zamorano nos sacude y alerta con su rigor científico y con datos duros, en su más polisémico sentido. Nos explica con preocupación, como la urbe, que era el espacio ideal para integrar la familia hoy solo ofrece un detonante centrífugo para los núcleos familiares por los tiempos y distancias entre el sitio de labor o trabajo de hombre y de la mujer de la casa. 
Peor aún, la urbe exprime, angosta más al ser humano que su ámbito existencial y laboral anterior. La economía primaria era de subsistencia rural, pesquera, forestal, cinegética o agropecuarias, la secundaria fue industrial y la terciaria de servicios, la cuarta es virtual o de conocimiento avanzado. El problema es que el marginado de la urbe se queda atrapado entre varios modelos económicos o realidades sociales y etapas que le asfixian.

El marginado urbano es campesino de origen, pero hoy no tiene tierra sino deuda inmobiliaria ad infinitum por un espacio siempre menor a los 100 metros cuadrados para salir muy temprano diariamente y regresar tarde y exhausto. Es anónimo en el gran concentración población. Nada más en el monstruo capitalino, en la Zona Metropolitana del Valle de México, habitad la cuarta parte de la población nacional. 

Este fenómeno, de que uno de cada cuatro mexicanos sobreviva, conviva y compitan en el Valle de México ha ido tensando el tejido social y eso lo advierte con claridad Abel Pérez Zamorano, quien pone la ciencia al servicio de los ciudadanos, de los dirigentes, de los políticos y de los gobernantes, e incluso de los empresarios para que su mensaje sea más trascendente.
Maestro de varias generaciones, Pérez Zamorano muestra un compromiso ético y social. Como uno de los más destacados científicos sociales de nuestra época, no se escucha en una neutralidad comodina, sino que se encierra y ensarta en una lucha intelectual y casi filosófica en el mejor sentido del vocablo. El ofrece los datos y su interpretación. Nos espeta las tendencias y los comparativos irrefutables. 

En el académico social no tiene tienen miedo a la confirmación académica y esta obra en su segunda edición ensanchada, lo demuestra nuevamente. Nos recuerda a Jhon Hicks y a Ursula, nuestros maestros de financiamiento del desarrollo y premios Nobel de Economía, cuando decía que si la sociedad no recibe los beneficios del conocimiento científico entonces la ciencia es estéril o adversa y el maestro Abel Pérez Zamorano coloca nuestro servicio, como dóciles auxiliares a cifras, ponderaciones y rumbos invaluables. Hace muy pocos días aparecieron noticias que de manera indirecta hace más valiosa la aportación de este catedrático que también dirige una de las más importantes revistas científicas sobre agroeconomía; la primera fue una invitación de Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), que decía: “Calor urbano insoportable. Los riegos ya no aguantan el clima (mayo de 2013). Lucrecia Rivera, investigadora del Tec de Monterrey, nos expresa las razones por las que nuestra ciudad es ya a un comal encendido producto de un desarrollo urbano equivocado. ¿Qué provoca que los veranos sean más calientes? ¿Qué podemos hacer para recuperar el clima de feliz de nuestra ciudad? Tú y tu familia tienen mucho que aportar para resolver este grave problema climático en Monterrey. Asiste, infórmate y prepárate para tomar acciones inmediatas”.
El Valle de México concentra a 19.5 millones de personas 21 de mayo de 2013, nos explicó Bertha Becerra (El Sol de México). En México, desde 1960 la mayoría de la población vive en zonas metropolitanas. Actualmente, el 80 por ciento de los habitantes viven en alguna área conurbada. En el Valle de México se concentra la tercera aglomeración más poblada del mundo con 11.5 millones en el Estado de México y 8 millones en el Distrito Federal. Así se puso de manifiesto en la mesa de discusión: “La Zona Metropolitana del Valle de México, ¿cómo gobernarla?”, que organizara el Senado de la República.

El presidente de la Comisión del Distrito Federal también dijo que la población nacional crece a un 3.6 por ciento en los últimos años, en tanto que la población urbana desde 1950 lo hace a un 5 por ciento. Y a nivel mundial, comentó que el 48 por ciento del Producto Interno Bruto lo aportan las 300 zonas metropolitanas más grandes del mundo, donde vive casi el 20 por ciento de la población.

“Es decir, las zonas metropolitanas son el motor de la economía mundial”, dijo y comentó que algo que resulta muy relevante es cómo las zonas metropolitanas de los países en desarrollo en Asia, América Latina, Medio Oriente y África aportan tres cuartas partes de las economías metropolitanas.

Resaltó después de la crisis global de 2008, las zonas metropolitanas son las que presentaron una recuperación más rápida y las que generan empleos. Esto consolida al fenómeno urbano como un mecanismo económico que es el motor de la economía global. En el caso de la Ciudad de México, está dentro de la tercera aglomeración más grande en todo el mundo, y de la que obviamente surge el tema metropolitano.

El tema del libro Marginación urbana. El caso del oriente mexiquense es el más doloroso de la referencia cultural del siglo XXI: la pobreza. Y así empieza este libro provocador y provocado dice el doctor Pérez Zamorano: “la pobreza, la calamidad mayor que lacera a nuestra sociedad y de ella se derivan muchas otras consecuencias. Es el hard core del proceso civilizatorio fallido y es grave que aún en estas fechas se intenten “cruzadas” como placebos contra la depauperación. Las cruzadas son un hecho y vocablo católico romano que aluden al origen de la recuperación del santo grial”.

La erradicación del empoderamiento material y alimentario es algo mucho más grave como nos explica el autor de este libro que deberían leer todos los latinoamericanos, y nos introduce a la hermenéutica de por qué la pobreza nace, crece y se reproduce en las grandes zonas urbanas, pero no muere.

Cómo buen científico moderno, parte de la columna vertebral demográfica, pasa a la economía y de allí desglosa vivienda, servicios públicos, medio ambiente y salud, educación, cultura y deporte y luego el perverso del financiamiento público, sus conclusiones y sus propuestas.

Contundente.
Hay además un apartado especial para el municipio desafiante de Chimalhuacán Atenco, el emblemático Chimalhuacán que en el nombre lleva la etimología del escudo guerrero y a la vez defensivo de los grandes preeuropeos que se asentaron en esta zona del Lago de Texcoco, cuna del más grande poeta de ese México del siglo XVI, el estadista y escritor Nezahualcóyotl quien lo dijo con toda claridad: “Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero amo más a mi hermano… el hombre”.
Así, Pérez Zamorano defiende ante todo al ser humano de las aberraciones de la economía y de la política mal aplicadas y lo explica con datos y estadísticas.

En el caso de Chimalhuacán nos habla “El Nuevo Chimalhuacán 2000-2012, un modelo desarrollo urbano”, de su población y demografía, de la estructura y funcionamiento del modo Nuevo Chimalhuacán, de los integrantes del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, de la participación ciudadana, de la obra pública, de sus comunicaciones y transportes, de la vital electrificación, sus servicios públicos como el agua potable, drenaje, alcantarillado y saneamiento, el alumbrado público, el de limpia y recolección de residuos sólidos, la seguridad social, la vivienda, la salud, la educación, la cultura, el deporte, la seguridad pública, el medio ambiente, el turismo e imagen urbana, la economía, la estructura y actividades económicas, empleo y salarios, la modernización comercial, industrial, agropecuaria y forestal, una sociedad civil participativa, factor fundamental del éxito del Nuevo Chimalhuacán que nos da una evaluación de los gobiernos de este municipio.
Es decir, este capítulo sería por sí mismo un libro aparte, pero la incorpora como una oferta política y social, como esa tercera vía de qué habla Giddens, para el oriente del Valle de México.

Debo decir por último que esté libro merecería un mejor prólogo, lo que me recuerda al Cid Campeador del que decía: “Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor”. Es más, no quería de prólogo un libro de tan buena factura, pero como existe esa inveterata consuetudo, el autor me ha honrado con una referencia que sólo mi audacia y mi orgullo de compartir papiros con tan relevante  intelectual mexicano, me ha hecho aceptarla.


Este libro merece, además, una buena lectora o un buen lector: usted.